Capítulo IV

Charles salió al jardín, en busca de Helena. Ella estaba de rodillas, frente a los rosales y traía en sus manos una tijera de podar, chica.

—Charles —Buenas tardes, señora Cox.

—Helena—Detective Davis, buenas tardes.

Helena tomó algunas rosas, se levantó del suelo y camino hasta la mesa del jardín.

Llevaba un sombrero beige, que la cubría del sol y un vestido negro, que definía muy bien su figura.

Helena era una mujer muy guapa, de treinta y dos años, con unos ojos verdes enigmáticos y una sonrisa dulce.

—Helena—Puedo ofrecerle un vaso de limonada.

La voz de Helena era sueve y agradable.

—Charles—... Eh, si por favor.

Helena vertió limonada en un vaso de cristal, para el detective.

—Charles—Gracias.

Helena le sonrío.

Charles se sintió más embrujado, por la sonrisa de Helena.

—Helena—¿Ha averiguado algo detective?.

Pregunto ella, mientras quitaba las espinas de los tallos, de las rosas.

—Charles—Como le mencione al señor Nicolás, hasta ahora nada.

Charles recordó el anillo, que habían encontrado en el bolsillo de Edwards.

—Charles—Aunque tenemos una pista.

Sacó el anillo de su chaleco y se lo mostró a Helena.

Ella abrió los ojos de par en par y soltó un quejido.

Charles de inmediato fijo su vista en la mano de Helena. Un poco de sangre brotaba de su pulgar. Sacó un pañuelo y limpio la sangre procurando no lastimarla.

—Charles—Solo es una herida pequeña, sanará pronto.

Mientras limpiaba la herida, pudo notar que las manos de Helena, no eran suaves.

—Charles—¿Suele trabajar mucho en el jardín?.

Indagó él.

—Helena—Sí, me gusta ser yo quien cuide de los rosales.

Charles asintió y continuo limpiando la pequeña herida.

—Nicolás—Terminó de hablar con la servidumbre, detective Davis.

Inquirió Nicolás, con un tono brusco.

—Charles—Sí. Le agradezco que me permitiera hablar con su personal.

Nicolás fijo su vista en las manos de Charles y tenso la mandíbula.

—Helena—Le agradezco su ayuda, detective.

Charles soltó la mano de Helena, sin mucho ánimo. Le había gustado tener sus cálidas manos entre las suyas.

—Charles—Claro. Bueno, yo me retiro. Si llego a encontrar otra pista me comunicaré de inmediato con usted señora Cox.

—Helena—Gracias detective.

Charles se dio media vuelta y entró a la mansión.

—Nicolás—Apenas quedas Viuda y ya estás tratando de conquistar al detective.

Helena ignoró su comentario y comenzó a caminar hacia la puerta. Pero Nicolás la detuvo del brazo, ejerciendo un poco de fuerza.

—Nicolás —¿Que buscas seduciendo al detective, Helena?.

Dijo entre dientes.

Helena lo miro incredulida.

—Helena—¿De que hablas Nicolás?.

Nicolás estaba a punto de escupir más veneno en contra de ella, pero se dio cuenta de que en su mano, había un poco de sangre.

Su semblante cambió de inmediato, por uno de preocupación.

—Nicolás—¿Estás lastimada?.

—Helena—Lo que me suceda, no es de tu incumbencia, Nicolás.

Espetó molesta y se soltó de su agarre.

Nicolás se pasó las manos por el rostro con frustración. Por un momento se había ablandado otra vez, pero eso tenía que parar, no podía permitirse ser débil frente a ella. Frente a aquella mujer falsa y arribista.

Trajo a su mente las palabras de Judith, para endurecer de nuevo su corazón.

—Nicolás—Judith...

Susurro el nombre, que ahora le sabía amargo.

Judith era una mujer muy guapa, de melena negra como la noche, ojos grandes de color marrón y unos labios tentadores.

Nicolás se había enamorado a primera vista de aquella mujer, ella le había mostrado un lado dulce y desinteresado. Pero no era más que una fachada.

Ocho meses había tardado para mostrarle su verdadera cara.

Helena se lavó la herida y se secó las manos.

—Ama de llaves—Señora Cox, ¿quiere que arregle la mesa?.

—Helena—No, saldré algunas horas y no volveré hasta la noche.

La empleada asintió y regreso a la cocina, Helena tomó las llaves de su auto y emprendió un viaje a las plantaciones de la familia Cox.

Al final de las parcelas había una brecha, que llegaba hasta unas casas humildes, habitadas por algunos trabajadores de las plantaciones de algodón.

Helena estacionó su auto frente a una casa, que era la más pintoresca de todas. Una señora de tal vez unos cincuenta años, se acercó a Helena con una sonrisa amable.

—María—Señora Helena, que alegría verla. Por favor pase.

—Helena—María, cuantas veces te he dicho que me llames por mi nombre.

—María—Disculpe señ... Helena.

—Helena—Así está mejor.

Dijo Helena con una sonrisa.

María era una humilde mujer, que había sufrido maltrato físico por parte de su esposo. Ella había llegado al albergue donde Helena trabajaba como abogada. Había llegado golpeada y con signos de desnutrición, traía de la mano a una niña de seis años de edad.

Helena le había ayudado a divorciarse y a meter a la cárcel, al malnacido. Se había encargado de darle trabajo y un techo donde vivir.

—Helena —¿Dónde está?.

Le pregunto con curiosidad.

—María—Ahora está en su cuarto.

—Helena—¿Puedo entrar a verla?.

María asintió.

—María—Vamos, la acompaño.

Maria abrió la puerta del cuarto.

Teresa estaba acostada sobre su cama, abrazando el oso de peluche, que Helena le había regalado cuando tenía seis años.

—María—Lleva todo el día así.

Mencionó con tristeza.

—Helena—No te desanimes María. Dime, ¿Qué ha dicho el terapeuta?.

—María—Que las pesadillas disminuirán poco a poco.

Unas lágrimas bajaron del rostro de Helena, sentía pesar en el pecho, por el dolor de Teresa.

—Helena—Ojalan pasen pronto, es una tortura cuando nunca desaparecen y cada día se vuelven más vividas.

María tomó la mano de Helena y la apretó un poco, para darle consuelo.

—Helena—Tengo algo para ti.

Abrió su bolso y sacó un sobre grande.

—María—¿Qué es?.

—Helena—Es para ustedes, te será de mucha ayuda por lo pronto.

María abrió el sobre y se sorprendió.

—María—Es mucho dinero Helena.

Se quejó María.

—Helena—Es nada comparado, con todo el sufrimiento que Teresa pasó por mí...

María apretó la mano de Helena, nuevamente.

—María—No vuelvas a culparte Helena. Tú has sido un ángel, una víctima más.

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Comments

Isabel Pech

Isabel Pech

omg cada vez entiendo menos. será que helena tenía un novio o marido que la maltrataba y Edwards la rescato o será que el mismo Edwards la maltrataba, hay no se 🤔

2024-05-08

2

Dora Guzman Pacherres

Dora Guzman Pacherres

Esta muy intrigante la novela seguro que el esposo era bueno delante de todos y su verdadero rostro sólo lo sabía Helena.

2024-05-29

0

yenifer marquez la escritora ✨

yenifer marquez la escritora ✨

¿Quien será la culpable?
helena se ve una buena chica, no creo que sea la culpable

2024-05-25

0

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