Capítulo XV

Ocho años atrás.

A pesar del poco tiempo de convivencia, habían creado una amistad rara, entre una dulce princesa y un ogro, como decía Helena.

—Nicolás—Tienes razón, eres la mejor. No sé por qué aún no trabajas para mí.

—Helena—Por qué eres un ogro como jefe.

Nicolás se tocó el pecho, fingiendo que se había ofendido.

—Nicolás—No es verdad, soy un excelente jefe.

—Helena—Tu asistente no piensa lo mismo.

Nicolás giró su rostro para verla.

—Nicolás—¿Aún mantienes contacto con él?.

Helena se encogió de hombros.

—Helena—Me agrada.

Nicolás resopló. Ella soltó una cargada, le gustaba molestarlo, sabía que a Nicolás no le agradaba mucho el sujeto.

—Helena—Ahora, ya no evadas mi pregunta y responde Nicolás.

—Nicolás—Bien. Mi novia llegó de su viaje.

Helena hizo el intento de sonreír, ¿pero cuál era la razón de su desilusión?.

Aunque Nicolás no hablaba mucho de su relación, nunca le había ocultado estar en una.

Helena continuo comiendo, como si no le hubiera afectado ni siquiera un poco.

—Helena—Debes de estar muy feliz.

—Nicolás—Sí, lo estoy, es solo que...

—Helena—¿Qué?.

Nicolás se centró en los ojos de Helena, ocasionándole nervios.

—Nicolás—... Nada.

Termino por responder.

Ambos se quedaron inmersos, en la mirada del otro. Nicolás sentía el impulso, de acercarse más al rostro de Helena.

Se acercó a su mejilla y dejo un beso lento en ella.

—Nicolás—Descansa, Helena.

Ella asintió y se quedó en el mismo lugar, mientras Nicolás salía del departamento.

Cuando la puerta se cerró, ella soltó suspiro. ¿Qué pasa contigo Helena?. Se reprendió, por un momento había esperado a que Nicolás besara sus labios.

A la mañana siguiente Helena llego al albergue con algunas ojeras.

—Florence—Parece que tuviste una pésima noche.

—Helena—Algunos pendientes no me dejaron dormir.

—Judith—Buenos días.

Judith entró como pavor real, a la oficina de Florence. Sonreía ampliamente, llena de hipocresía.

—Florence—Te miras muy sonriente. Supongo que la salud de tu madre ya mejoro.

—Judith—Sí, mi felicidad se debe a eso, pero sobre todo por alguien maravilloso.

—Florence—La duda me carcome.

—Judith—No comas ansias Florence, pronto lo conocerás.

Helena y Florence se miraron por un instante.

—Florence—Porque no lo traes al evento.

—Judith—Te tomaré la palabra. Será una buena ocasión, para que lo conozcan.

Pues el evento de caridad estaba próximo.

Los días continuaban, Nicolás no había dejado de visitar a Helena por las noches, tal vez era la necesidad de verla, a lo largo de su día.

Algunas veces llegaba tarde, pero llegaba con un bote de helado, como disculpa.

Judith se había dado cuenta de la cercanía de Nicolás y Helena. Había descubierto qué visitaba a Helena, cada noche, más nunca se lo hizo saber a Nicolás.

Moría de odio y de celos, la aborrecía, la imaginaba seduciéndolo, envolviéndolo en mentiras, para quedarse con el hombre, que a ella le pertenecía. Pero no se quedaría con los brazos cruzados, pues con artimañas, iba a lograr qué Nicolás terminara despreciando a Helena.

Judith comenzó a ejercer presión sobre Nicolás, habían formalizado su relación, incluso, Judith había dejado en claro a los señores Fletcher, qué pronto se convertiría en la señora Cox.

Pasaban más de media noche, cuando Nicolás toco la puerta de Helena.

—Helena—No creo que tengas intención de disculparte, por venir a esta hora.

Dijo Helena, cuando lo vio con las manos vacías. Nicolás sonrió.

—Nicolás—¿Puedo pasar?.

—Helena—Adelante.

Nicolás caminó hasta la terraza y Helena lo siguió.

—Helena—¿Pasa algo?.

—Nicolás—Sí, pasan muchas cosas Helena.

Nicolás quería ser sincero con aquella mujer, que en poco tiempo se había ganado su amistad y tal vez algo más.

Él quería abrirle su corazón y confesarle lo que lo agobiaba, lo que lo mantenía despierto y confundido últimamente, por las noches.

—Helena—Puedes contarme lo que sea.

—Nicolás—¿Lo que sea?.

—Helena—Sí, eso hacen los amigos.

Dijo Helena, con un sentimiento de tristeza y una sonrisa ladina.

“Amigos".

Nicolás frunció su entre cejo, no le había agradado escuchar esa palabra, que parecía amarga.

—Helena—¿Cómo van las cosas con la familia de tu novia?.

Pregunto Helena, para cortar el silencio incómodo qué se había creado entre ellos.

—Nicolás—Bien.

Respondió cortante.

—Helena—Me alegra.

—Nicolás—Helena...

—Helena—¿La llevarás al evento?.

—Nicolás—Sí.

—Helena—Es bueno saberlo, por fin conoceré a la mujer que te quita el sueño y te mantiene distraído últimamente.

—Nicolás—Tal vez ya la conozcas.

—Helena—¿Es alguien cercano?.

—Nicolás—Más de lo que te imaginas.

Y no se refería a Judith, exactamente.

Helena se quedó absorta en sus pensamientos, se preguntaba quien era aquella mujer, que tenía en sus manos el amor de Nicolás.

Pero antes de que pudiera formular otra pregunta, Nicolás ya había acortado la distancia entre sus bocas.

El corazón de Helena se había detenido, en el instante ,que sintió la caricia de los labios de Nicolás, sobre los suyos.

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Comments

JERITSABELA

JERITSABELA

Muy buena esta historia

2024-05-18

0

Lesly Argumelo

Lesly Argumelo

Nicolas siempre a estado enamorado de Helena

2024-04-21

1

Sandra Mejia

Sandra Mejia

Se va a quedar como el perro 🐕 de las 2 tortas .
Una era real y la otra un espejismo, soltó la real x ir por la del espejismo q solo eso era un espejismo.
Sin el pan 🍞 y sin el queso 🧀.

Nicolas era real y Edwards el espejismo.

Será que 🤔 👀 la tal Judith mato a Edwards?

2024-04-08

4

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