Capítulo IX

Nicolás camino hasta el comedor, masajeaba su sien, queriendo deshacer su dolor.

Helena desayunaba en el comedor, algo de pan y jugo.

—Nicolás—Buenos días.

—Helena—Buenos días.

Respondió solo por cordialidad.

—Nicolás—¿Te presentarás hoy en la empresa?.

—Helena—Sí.

—Nicolás—Hoy abra una reunión para evaluar algunos proyectos nuevos. Y tu como vicepresidente, debes de estar presente.

Helena se extraño un poco, pues su secretaria no le había informado nada.

—Helena—Estaré presente.

—Nicolás—Espero que seas puntual Helena. Y no esperes que tenga un trato cordial contigo frente a la junta.

—Helena—Nunca espere algo más de ti, Nicolás.

Espeto Helena. Entré ellos, parecía que nunca podría haber paz.

—Charles—Buenos días.

El detective Davis, caminaba detrás de del ama de llaves.

Cuando vio a Helena esbozo una sonrisa sutil, para no parecer emociónado al verla.

Helena le sonrío de vuelta, de manera amable. Esa sonrisa, parecía perturbar un poco la tranquilidad de Nicolás.

—Heleba—Buenos días, por favor acompañemos a desayunar.

—Charles—Gracias, con gusto lo haré.

—Helena—Por favor sirvan otro plato.

Ordenó a una de sus empleadas.

—Nicolás—Supongo que tiene buenas noticias, por eso está aquí.

Su tono de voz hacia él, era hostil.

—Charles—Aún no. Estoy poniendo todo mi empeño en encontrar alguna pista más, pero pareciera que la persona que privo de su vida a Edwards Cox, venía planeado su muerte desde hace tiempo. Si no fuera por el anillo que encontramos en el bolsillo, diría que su trabajo fue impecable.

—Helena—Debe de haber otra pista, no se. No puede ser que el asesino de mi esposo continúe haya afuera libre.

Charles se sintió afligido, al ver el rostro triste de Helena.

—Charles—Le prometo que pronto encontraremos al asesino de su esposo.

Nicolás levantó la barbilla y lo miró con desdén.

—Nicolás—Ya han pasado seis días y aún no a podido encontrar al culpable.

—Charles—Entienda señor Nicolás...

—Nicolás—Espero que encuentre al asesino de mi hermano en un lapso de tres meses. Si después de ese tiempo, el caso sigue sin resolverse, pediré que sea sostituido por alguien más competente.

Charles solo asintió, sabía que Nicolás tenía el poder para hacerlo.

Helena se levantó de su silla.

—Helena—Espero que tengan un agradable desayuno.

—Charles—Permitame acompañarla.

—Helena—No hace falta, detective Davis.

—Charles—Por favor, insisto.

Helena terminó aceptando. Charles intento disimular su sonrisa y camino detrás de ella.

Nicolás se quedó solo en el comedor, con un mal sabor de boca.

Ocho años atrás. La compañía de la familia Cox, siempre se destacó por sus colaboraciones altruistas, se encargaba de donar a centros de ayuda para personas de escasos recursos, centros de salud, centros de rehabilitación, etc.

Nicolas había llegado a un albergue, una institución de ayuda para la mujer.

Florence le mostraba las instalaciones.

El techo tenía algunas grietas, por donde se filtraba el agua cuando llovía y las camas eran escasas, al igual que los alimentos.

Otro detalle, era que contaban con muy poco personal, si a caso tres enfermeras y un médico, que prestaban sus servicios gratis. Además de dos abogadas, a las que Florence les pagaba con el sueldo mínimo.

Nicolás admiró a Florence, por intentar mantener el albergue a flote, aun con las pocas donaciones que obtenía.

—Florance—Como podrá ver señor Cox, hacemos lo está a nuestro alcance, para poder ayudar a todas las mujeres que llegan aquí.

—Nicolás—Eso veo.

Helena caminaba por el pasillo con algunas carpetas, topandose de frente con Florence y Nicolás Cox.

—Florance—Helena, te presento al señor Cox.

—Helena—Mucho gusto señor Cox.

Ella le extendió su mano, Nicolás la recorrió con la mirada, antes de repetir su acción.

—Nicolás—El gusto es mío, señorita Helena.

Nicolás no formaba una sonrisa y su voz sonaba áspera.

—Florance—La Señorita Helena es nuestra mejor abogada, es la más dedicada a ayudar a todas las mujeres que llegan aquí.

Helena sonrío por él alago de Florence. Nicolás percibió que tenía una sonrisa genuina.

—Florence—El señor Cox, está dispuesto a dar una generosa donación.

Dijo Florence con entusiasmo.

—Helena—Eso sería fantástico. Con su ayuda económica podremos reparar techo y comprar más camas, alimentos, medicinas y los artículos de higiene que requerimos.

—Nicolás—La cantidad no es muy grande, ya que no es la única institución que ayudamos.

Aclaro Nicolás.

—Helena—Claro, pero todo granito de arena es bienvenido.

Helena no dejaba de mostrar su dulce sonrisa, complacida por la generosidad de Nicolás.

—Florance—Me acompaña a mi oficina, señor Nicolás.

Nicolás dio un último vistazo al rostro de Helena, luego camino detrás de Florence.

Ese había sido el primer encuentro casual de Nicolás y Helena.

Después de esa tarde Nicolás camino hasta su auto. Cuando iba a sacar las llaves, sintió la presencia de alguien a su espalda, él sonrío, pues él aroma que emanaba de esa persona lo conocía a la perfección.

—Judith—Te vas sin despedirte de mí.

La voz de Judith era seductora. Algo que a Nicolás le hacía enloquecer.

—Nicolás—No.

Se dio media vuelta y la aprisiono contra el auto.

—Judith—Me encanta cuando te pones intenso.

Ella beso su boca con desenfreno.

Nicolas detuvo el beso y le abrió la puerta.

—Nicolás—Sube al auto.

Le ordenó. Judith sonrío, pues sabía que su próxima parada sería su departamento.

Entre las sábanas de la cama, Judith complacía a la perfección a Nicolás, no había truco que ella no supiera usar, para enredarlo más entre sus piernas.

—Judith—Hoy estas muy pensativo, bebé.

Mencionó ella cuando lo vio absorto.

—Nicolás—No, solo repaso los pendientes que tengo en mi cabeza.

Judith comenzó a acariciar la parte baja de Nicolás, esperando despertar de nuevo en él, el deseo.

—Nicolás—Hoy conocí a tu amiga, en el albergue.

—Judith—¿Cual amiga?.

—Nicolás—La chica de la que siempre hablas, Helena.

Judith hizo una mueca de desagrado, cuando escucho el nombre de Helena, de la boca de Nicolás.

—Judith—Claro, Helena.

—Nicolás—Florence la presento como la mejor de sus abogadas.

Los ojos de Judith se tornaron tristes.

—Judith—Sí, la pobre de Florence la estima mucho, aunque Helena no se merece su cariño.

—Nicolás—¿Por qué lo dices?.

—Judith—Helena es mi amiga Nicolás, sé todo sobre ella, hasta los secretos más íntimos. Ella solo finge que ama trabajar en ese lugar.

Nicolás observó a Judith, con desconcierto.

—Judith—Helena solamente busca encontrar a un hombre con dinero, que la saque de su pobreza. Y que mejor que la institución donde trabajamos, donde a diario los hombres ricos como tú, llegan ahí con la intención de ayudar.

Aún con los malos comentarios de Judith, Nicolás no podía sacar de su cabeza, la sonrisa de Helena.

—Judith—Pero a pesar de que no estoy de acuerdo con su manera de actuar, sigue siendo mi amiga.

Las mentiras era el mejor don que Judith tenía, para lograr sus objetivos.

—Judith—Pero ya no hablemos de Helena. Mejor concentrémonos en nosotros bebé. O me harás pensar, que sentiste atracción por ella.

Dijo con celos.

—Nicolás—Claro que no Judith, para mí eres la única mujer por la que siento atracción... y amor.

Nicolás tomó la mano de Judith.

—Nicolás—Además, ya te he dicho más de mil veces que quiero que conozcas a Edwards, mi hermano. Para formalizar nuestra relación.

Judith giró su rostro, cuando Nicolás mencionó a Edwards.

—Judith—Formalizar nuestra relación es lo que más deseo, bebé. Te amo Nicolás.

Nicolás sonrío.

—Nicolás—También yo, Judith.

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Comments

Lesly Argumelo

Lesly Argumelo

Judith como que estuvo con los dos hermanos

2024-04-20

5

💞♡☆💫Eve💫♣💞

💞♡☆💫Eve💫♣💞

Zuripanta desgraciada ya estas en mi lista ✅️ negra, wlckstma vendrampor.ti por falsa y mala persona.

2024-03-26

4

Elide Rubio

Elide Rubio

uy con esa dizque amiga para que quiere enemigos

2024-03-24

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