Capítulo X

Helena siempre tenía sonrisa dulce y una mirada cálida. Fácil la podías describir como una mujer afable y sencilla.

Charles buscaba distintos temas de conversación, conducía su auto mirando de vez en cuando a Helena.

Los pocos minutos que duró el trayecto hacia la compañía Cox, fue agradable para ambos.

—Helena—Gracias por traerme.

—Charles—De nada señora Cox.

Helena abrió la puerta para salir del auto, Charles la detuvo antes de que pusiera un pie afuera.

—Charles—Señora Cox.

Helena giro para verlo.

—Charles—Quisiera que porfabor viera una vez más, la pieza que encontramos entre la ropa de su esposo.

Al principio Helena frunció el entrecejo tratando de recordar de que pieza hablaba.

Charles volvió a mostrarle el anillo a Helena.

—Charles—El señor Nicolás afirmó qué el anillo, era de su difunta madre.

Helena miró por quinta ocacion, aquel anillo, con el diamante.

—Helena—No sabía que este anillo perteneció a la madre de Edwards.

Menciono con franqueza.

—Charles—El señor Nicolás dijo que este anillo desapareció hace años, antes de que el señor Edwards Cox y usted se conocieran. Lo más curioso es que es el único objeto, que se encontró en la escena del crimen.

Helena miró a Charles con detenimiento.

—Helena—Tampoco podría explicármelo, detective Davis. Mi esposo Edwards era un hombre reservado.

—Charles—Pensé que en los buenos matrimonios no existían los secretos.

Helena sonrío.

—Helena—Es una parte importante, para mantener un buen matrimonio. Espero que tenga pronto noticias, detective Charles.

Helena salió del auto y comenzó a dar varios pasos hacia las puertas del gran edificio, de la compañía Cox.

Charles se quedó observándola desde el auto, la viuda de Cox lo había dejado con más dudas, pero algo lograba llamar su atención. Luego de unos minutos encendió su auto y se dirigió a su oficina.

En la estación de policías, un hombre gritaba alterado, en sus ojos marrones se podía ver el cansancio y la amargura.

—Detective Lars—Señor, entiendo su enojó pero...

El hombre golpeó la mesa enfurecido.

—Sr. Fletcher—¡Tienen que encontrar a mi hija!.

El detective Lars asintió con algo de lástima. Este no era el primer caso en el que veía a un padre desesperado, por no encontrar a su hija desaparecida.

—Detective Lars—Haremos lo posible por encontrarla.

Con un gran dolor en el pecho, el hombre salió de la estación de policías.

Con un café en la mano, Charles se acercó a su compañero de oficio.

—Detective Lars—Este caso lleva meses abierto y no hemos podido encontrar una pista.

El detective Lars, dejó sobre el escritorio la carpeta con la investigación.

—Detective Lars—No hay testigos, nadie parece haber visto por última vez a la mujer. Pareciera que se la trago la tierra.

El detective se levantó de su asiento, tomó su placa y su arma.

—Detective Lars—Volveré a la institución HOPE, tal vez esta vez tenga suerte y consiga una pista.

—Charles—Suerte.

Charles camino hasta su oficina y cerró la puerta, tomó la carpeta sobre el archivero y la abrió. Por enésima vez, observó las fotografías de la escena del crimen.

Las dos balas que fueron encontradas en el cuerpo de Edwards Cox, eran de 9 mm.

No había cartera, no había anillo de bodas, ningún tipo de accesorio. Habían llegado a la conclusión de un asalto. Pero es curioso que el asaltante olvidara el anillo de diamantes, en el bolsillo su ropa. Además, ¿Quién sería tan tonto de asaltar a uno de los hombres más ricos de Texas? ¿Y como podría ser que un hombre tan rico, se movilizará sin escoltas?.

El sospechoso tendría que ser alguien cercano al señor Cox.

Nicolás tenía una mirada despectiva puesta en su abogado.

—Abogado—No hay nada irregular en el testamento de su hermano.

Aunque en la firma había un pequeñísimo detalle en la última letra, pero para el abogado no fue de importancia. Tenía el sello de la familia Cox y contando que el abogado Earl, era un abogado irrompible, nunca se prestaría a un soborno.

—Nicolás—No importa, encuentre la manera de quitarle a esa mujer lo que le pertenece a mí, familia.

—Abogado—La primera opción que le ofrezco, es interponer una demanda, pero le advierto que el juicio puede ser tardío, puede alargarse hasta un año o más. La segunda opción y la más fácil, es comprar las acciones y las tierras, al igual que la otra parte que le corresponde de la mansión Cox. Puede ofrecerle una generosa cantidad a la señora Cox.

Nicolás forma una mueca de desagrado. En estos momentos no era conveniente para él, irse a un juicio desgastante, pero tampoco estaba dispuesto a pagar por algo que le pertenece.

Cavilo por más de un minuto, se preguntó que tanto podría ofrecerle a una mujer como Helena, ¿aceptará la suma que él estuviera dispuesto a ofrecer?.

—Nicolás—Prepara un contrato de compraventa. Lo quiero listo en dos horas en mi compañía.

Dijo este, de mala gana. El abogado asintió y salió del despacho, Nicolás tomó el teléfono y llamó a la compañía Cox, específicamente a la oficina de Helena.

—Nicolás—¿La señora Helena ya se encuentra en la compañía?.

—Secretaria—Acaba de llegar en estos momentos, señor Cox.

—Nicolás—Gracias.

Nicolás colgó el teléfono y salió del despacho de la mansión, para caminar hacia su auto.

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Comments

Lesly Argumelo

Lesly Argumelo

que buena historia

2024-04-20

4

Elide Rubio

Elide Rubio

ay sera la judiht la asesina

2024-03-24

1

Yulienb🌹

Yulienb🌹

Yo siendo Helena le vendo to las acciones de la compañìa, la parte de la casa, y me compro un apartamento, un carro y monto un negocio un bufete algo para ganarme la vida. De todos modos ella no quiere estar en la empresa y ademàs puede volver a ejercer.

2024-03-06

8

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