La vi escondida entre todas las personas, ha pasado casi un año desde que me dijo adiós y la vi, hoy es su compleaños, cuando desperté ésta mañana la llamé, recordé que por diez años yo despertaba en su cama, su regalo de cumpleaños era tenerme a su lado toda una noche y despertar en mis brazos para amarnos otra vez.
Podría decirse que su regalo de cumpleaños era amarme hasta la saciedad...
Su regalo de cumpleaños era mi felicidad...
Adoraba ese día, me encantaba despertar y sentir su cuerpo desnudo cerca del mío y acariciar su piel para despertarla, luego fundirnos en un beso y llevarla al lago de cristal y escondernos allí por unas horas para amarnos a flor de piel.
Su regalo era mi deleite y mi delirio, ese día la podía tener para mí solo por horas y las horas que se volvían maravillosas y mágicas, me hacían tan feliz que deseaba que el tiempo se detuviera para enloquecer amandola.
Su cumpleaños era mi momento de amarla sin nada más que nos dividiera que las cálidas aguas del lago de cristal, nuestro lugar secreto para devorarnos a besos.
Nuestro lugar para amarnos sin reparos ni apenarnos por que nuestros hijos escucharan nuestras risas o nuestros deseos desbordarse sin límites...
Rosalinda me recorría con libertad y yo me rendía ante su amor, ella podía tocarme como quisiera que yo era un esclavo de su amor.
Esa mañana desperté soñandola y la llamé, para mi fortuna estaba solo en mi habitación, la reina mi esposa se había sentido mal y estaba siendo cuidada por su madre y algunas damas de la corte, así que yo descansaba en mi habitación sin temer por ella o por el pequeño que llevaba en su vientre.
Así qué nadie vio mi estado y tampoco abrir el portal que me llevaba al lago de cristal, me arrastre hasta él sintiendo agonizar, mis deseos de ser amado con toda la pasión con que me amaba Rosalinda el día de su cumpleaños, me provocaban, ¡dolor, mucho dolor!
Flote en sus aguas y recordé cada segundo en ese lago junto a ella y la última maravillosa vez que nos amamos en sus aguas cálidas y cristalinas.
De pronto mi deseo fue tan real que la sentí y mi amor se derramó en el lago...
¡Oh Rosalinda!
¿Cuándo volveré a vivir?
Me muero sin ti...
Mi cuerpo sufría su ausencia y todo mi ser la llevaba presente en cada rincón esa mañana, no quería salir de ese lugar, quería seguir recordándola, sintiéndola aunque fuera en mis recuerdos.
¡Rosalinda!
Dije en un agónico suspiro
Lago que has visto nuestro amor, traela a mí; déjame vivir su recuerdo...
¡Lo necesito!
¡Apiadate de mí!
Déjame sentir en mi piel un poco del sabor de su amor, ¡mira que sufro! Mira mi dolor...
Anjegor quería escuchar la voz de Rosalinda, sobrepasar un límite prohibido, quería que las imágenes guardadas en los recuerdos de aquel lugar mágico se develarán para él.
Su súplica era tan lastimera que el lago se apiado de su corazón y le dejó ver imágenes que él guardaba de los años felices que Anjegor y Rosalinda habían vivido juntos.
Al verla y escucharla reír Anjegor quiso tocarla pero lo que veía frente a él eran solo imágenes de recuerdos felices, Rosalinda no estaba allí.
¡Llevatelos!
¡Ya no quiero verlos!
Cuando las imágenes iban desapareciendo Anjegor grito: ¡Espera! Déjame disfrutar de ese recuerdo unos segundos más...
Déjame disfrutar del recuerdo de mis manos sobre su piel, déjame morir amandola, aunque sea solo en mis recuerdos...
Anjegor amo a Rosalinda en su memoria y repasaba una y otra vez el sabor de su boca y la tersura de su piel, el olor de sus cabellos y la sensación de sentirlos entre sus dedos.
Anjegor estaba enloqueciendo ante ese recuerdo, así que el lago se lo llevó.
¡No!
¡No te lo lleves!
¿Porque me castigas así?
Me ves agonizar y detienes mi muerte...
Déjame...
Déjame morir amandola...
No ves que me muero sin ella...
Anjegor lloraba como un niño suplicando seguir disfrutando de los recuerdos que lo hicieron tan feliz y que esa mañana desmoronaban su alma con cada recuerdo.
Mientras Anjegor lloraba como un niño en el lago de cristal, su fiel sirviente y amigo Máximo lo llegaba a buscar a sus habitaciones con la noticia del nacimiento del heredero a la corona.
Que como era de esperarse fue un varón.
Tocó y tocó la puerta pero el rey no respondía, preocupado y extrañado decidió abrir la puerta, una sensación extraña sintió Máximo al hallar las sábanas de la cama del rey en el piso y siguiendo con su mirada la dirección hacía donde podrían dirigirse los pies de su Alteza el rey Anjegor halló una luz y caminando hacía ella vio una imagen que lo angustio.
El portal abierto por el rey lo dejó ver la imagen del rey Anjegor en el lago de cristal, un lugar secreto y guardado para todos excepto para un rey.
En el lago se hallaba el rey Anjegor llorando cubierto por los lirios que escondían su desnudez y que a la vez parecían tratar de consolar su aguda pena.
Máximo no imaginó ver al rey tan triste y llorando con tal amargura de alma.
Pero sabía que debía hacerlo volver, o el rey padre de su esposa la reina lo vendría a buscar, él era el más deseoso de que se conociera la noticia del nacimiento del heredero a la corona.
Así qué se alejó del portal despacio para no ser visto ni oído por el rey, y estando a una distancia adecuada y prudente empezó a gritar: ¡Su Alteza ya nació el niño!
¡Su Alteza lo están esperando!
¡Su Alteza ya nació su hijo!
¡No grites Máximo!
Dijo Anjegor apareciendo de repente
Perdón su Alteza creí que no me escuchaba...
¡Te escuché!
Vamos pues, es hora de anunciar a todos que el heredero a la corona del reino unificado a nacido...
Si su Alteza, todos están esperando el alegre acontecimiento.
Anjegor regiamente vestido para el gran acontecimiento caminaba delante de su fiel sirviente Máximo.
Máximo nunca había visto una mirada tan triste como la que vio en su Alteza el rey Anjegor esa mañana.
Al llegar el rey todos lo felicitaron por su hijo nacido, el rey Anjegor besó la frente de su esposa y la reina aunque espero un beso de amor, recibió con agrado el tierno beso de su esposo y se dispuso a salir con él por unos instantes para darle la noticia al pueblo que esperaba en la gran plaza frente al Palacio para conocer al heredero.
Una vez allí Anjegor se dirigió al pueblo y les presentó al niño, pero mientras lo anunciaba sus ojos miraron a Rosalinda entre el pueblo, sus hijos Mabel y Arkenor eran el escudo de su madre, ellos la envolvían con sus poderes para que Rosalinda pudiera estar allí, pero Rosalinda al ver a Anjegor levantar con orgullo al pequeño niño y ver como lo tomó de su brazo la reina, Rosalinda decidió irse.
Anjegor vio como los pasos de su amada Rosalinda y los de sus hijos se alejaban de él.
Rosalinda había venido a su reino porqué quiso verlo en su cumpleaños, eso significaba para Anjegor que ella lo seguía amando y al igual que él recordaba su regalo de cumpleaños, el hermoso día que pasaba junto a él en el lago cristalino.
Su corazón latía muy fuerte en su pecho y le pedía a gritos correr tras Rosalinda. Mientras el rey padre de su esposa Flor de Loto y ella, festejaban el acontecimiento con el pueblo, el corazón de Anjegor deseaba que sus hijos Mabel y Arkenor se detuvieran y no se llevarán a su amada Rosalinda antes de que él pudiera hablar con ella.
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Comments
Albalu HS
ay mi rey ya se te acabó tu cuarto de hora, ojalá y el destino les de una nueva oportunidad como a los padres de Rosalinda 😚😚😚😚
2024-04-19
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