La vida realmente es una montaña rusa de emociones, aún puedo recordar con algo de nostalgia como hace un par de minutos disfrutaba el paisaje y la compañía de este par de chicas que eran mis amigas. Sin embargo, toda esa magia y esas emociones cálidas se vieron interrumpidas con la llegada de aquel tipo. Al ver el rostro frío de aquel joven, las únicas emociones que me inundaban eran el terror.
¡Cómo pudo suceder esto!
Nada de lo que me pasaba era lógico.
¿Cómo es posible tantas coincidencias en este mundo?
¡Esto claramente era una conspiración!
— ¡Lo siento! — me disculpé rápidamente sin dejar que noten mi estado tembloroso — No fue mi intención.
Jonah Castelli ante mis palabras levantó una ceja como si no estuviera de acuerdo con lo que había dicho.
Nunca me sentí tan despreciada como lo hice en este momento.
Este hombre que apenas estaba conociendo tenía una manera peculiar de parecer alguien inalcanzable como si él fuera superior al resto o algo por el estilo.
— Creí que estabas tratando de llamar mi atención con eso de que quieres vivir aquí — comentó con ligereza que si no fuera porque mantenía su rostro estoico, hubiese creído que estaba bromeando. Sin embargo, claramente no lo estaba haciendo.
Pero…
No entiendo como fue que mis palabras se malinterpretaron tanto. Evidentemente, solamente estaba elogiando su hogar y cabe destacar que la de la idea de que me case con cualesquiera de este par de gemelos fue Jenna. Así que sea como sea que lo piense, no podía entender como fue que llegó hasta esa absurda conclusión.
¡Por el amor del cielo!
¡¿Por qué sus cerebros no funcionaban de manera normal?!
— ¡Hermano! — proclamó Jenna con el rostro sonrojado — No molestes a Catalina.
Jonah contempló por un momento a su hermana antes de sacar un pañuelo del interior de su pantalón y pasarlo por su rostro, que se encontraba algo húmedo.
Mientras él se limpiaba la cara con una mirada en blanco, me rasque la mejilla con algo de incomodidad.
Rose que se encontraba enfrente de mí, me sonrió de manera reconfortante.
— Nosotras creemos que ya deberíamos irnos — mencioné cuando la habitación cayó en un silencio algo incómodo.
Cuando me levanté del asiento con la intención de despedirme de un momento a otro sentí que di un paso en falso, tal vez debido al nerviosismo que toda esta situación me daba, aunque siendo sincera el culpable de mi torpeza fue el líquido que se había derramado en el suelo. Sin pensarlo dos veces, me agarré de lo primero que vi, lo cual no era la mesa, tampoco la silla, ni siquiera el par de chicas que se encontraban algo alejadas de mí, sujete precisamente el brazo de aquel muchacho que odiaba el toque de los demás debido a su obsesión por la limpieza.
No me culpen por hacerlo, yo no pensé porque el único pensamiento que perduraba en mi mente, era mi miedo a caer.
— ¡No! — exclamó Jenna con horror.
Ella claramente era consciente de la personalidad asocial de su hermano mayor.
Rose solo miraba confundida toda esta situación con las manos algo extendidas, tal vez queriendo atrapar mi escuálido cuerpo.
Mientras que yo…
— ¡Lo siento! — me disculpé rápidamente, apartando mi cuerpo de los brazos de Jonah.
Solo esperaba que este pequeño desliz no sea el catalizador para que decidan terminar con mi existencia o decidan realizar alguna especie de venganza contra mí.
Ya tenía suficientes problemas con los que lidiar debido a la estrella de cuarta y mi hermano mayor.
No necesito otro más.
Aquel chico de ojos parecidos al chocolate me miró con una expresión algo tonta antes de mirar sus manos con confusión.
— Tú…
Él negó con la cabeza, aun mirando sus manos.
— ¿Acaso le vas a decir que es asquerosa? — cuestionó Johan desde la entrada de la puerta llamando la atención de todos.
El otro extraño gemelo había hecho su acto de aparición.
Parecía que había estado viendo todo nuestro intercambio desde las sombras y solamente ahora que la situación había caído en un punto muerto había decidido darse a notar.
Él nos miraba con un rostro serio, especialmente mis manos, parecía como si las quisiera cortar o algo.
Con algo de temor oculté mis manos detrás de mi espalda mientras recordaba con algo de aprehensión algo que había olvidado de este par de complejos hermanos.
Sí…
Debía irme rápidamente de aquí si quiero aún mantener mis manos porque una de las descripciones que los hacía sospechosos era lo ruines que podían llegar a ser con las personas que odiaban.
Y al ver el rostro de Johan podía ver que he entrado en su lista negra.
A pesar de que la persona que debía odiarme era su hermano Jonah, ya que fue la persona que se vio perjudicada. Así que él es el que debía mirarme como si hubiera destrozado todas sus creencias.
Pero…
Tal vez sean cosas de gemelos que una persona como yo no puede entender.
— ¡Hermano! — exclamó Jenna con una voz algo mimada — No molestes a Catalina — pidió antes de acercarse a mi lado como alguna especie de mamá gallina — ¿Estás bien? — me preguntó.
Bueno…
Si estar bien es haberme enfrentado al diablo en más de una ocasión y salir ilesa en el proceso, estaba relativamente bien.
— Sí, yo realmente lo siento — comenté antes de sonreír o al menos lo intenté — Pero, creo que ya deberíamos irnos.
Jenna colocó una expresión triste en su angelical rostro antes de lanzarle una mirada fulminante a sus hermanos, los cuales mantenían sus rostros inexpresivos.
Aunque Jonah aún se encontraba mirando sus manos como si estas no le pertenecieran, a su vez Johan se encontraba con el ceño fruncido como si no conociera ninguna expresión más que esa.
Era como si este par de hermanos de aspecto frío no conocen lo que es sonreír.
— No quiero que se vayan — musitó Jenna — Rose dile que se quede un poco más.
Rose se acercó a mi lado para luego colocar una mano sobre mi hombro.
— ¡Lo siento! — se disculpó con Jenna — Pero ya es tarde, es mejor que nos vayamos, después de todo Catalina se fue sin decirle nada a su hermano.
Cuando termine de escuchar lo que Rose expresó, no me pude evitar estremecer al recordar la expresión diabólica en el rostro de mi hermano mientras cortaba las flores del jardín.
Sí…
Ahora ya no me quería ir, al menos aquí Jenna era mi aliada.
— Está bien — aceptó Jenna — Las acompañaré.
Justo cuando me iba a despedir me vi interrumpida.
— Ya es tarde Jenna, yo las acompañaré — se ofreció Johan — Mejor quédate y ayuda a Jonah al salir de la impresión que se llevó tocar algo tan sucio — manifestó con cierto toque de desprecio.
— ¡Hermano!
— Está bien, no las molestaré — dijo mientras nos miraba, sin embargo, por su expresión seria, no podía saber si su promesa era certera. Con estos sujetos siempre debo estar preparada para lo peor.
Jenna nos miró para luego contemplar a su hermano Jonah el cual aún se encontraba mirando sus manos.
— Está bien — aceptó — Chicas, mi hermano se encargará de llevarlas de regreso, aunque su personalidad es algo distante y la mayoría del tiempo dice cosas despreciables, es un buen chico, así que no se tomen a pecho sus palabras.
Después de decir aquello nos dio un abrazo fugaz a ambas.
— No te preocupes — señaló Rose con una sonrisa.
Jenna sonrío antes de acercarse a mí.
— Lo de casarte con mis hermanos no fue una broma — susurró en mi oído que si estuviera tomando cualquier tipo de bebida la hubiera escupido de nuevo.
Ella no puede estar hablando en serio.
¿Acaso era ciega?
Sea como sea que lo miré ni aunque quisiera no tenía ninguna oportunidad con sus hermanos.
Ellos claramente me odian.
No soy tan suicida para enamorarme de cualquiera de estos chicos que tenían un extraño circuito cerebral. Por algo eran los principales sospechosos de mi muerte en el libro. Negué con la cabeza mientras me apartaba de Jenna y me acercaba a Rose.
Claramente, ella era la única en la que puedo confiar.
— Entonces, vamos chicas — ordenó Johan mientras empezaba a caminar.
El transcurso del viaje fue silencioso.
Aunque pensé que Johan nos iba a hacer alguna escena como dejarnos varadas en algún lugar lejano, no lo hizo, creo que estaba pensando demasiado al considerarlo un gran villano.
Rose se la pasó revisando su celular, al notar su semblante parecía que algo le estaba molestando, pero aunque intente preguntarle lo que le pasaba, ella no me dijo nada.
— Creo que no podré ir a tu casa Catalina, me quedaré en el centro de la ciudad — mencionó luego de algunos segundos con el rostro apenado.
— No te preocupes — dije con una sonrisa, aunque en mi mente estaba sufriendo un colapso nervioso.
No deseaba quedarme sola con Johan.
— Discúlpame, me podrías dejar en el centro de la ciudad — le pidió Rose a Johan el cual únicamente asintió.
Cuando Rose se bajó del auto quise hacerlo con ella, pero no lo hice y solo observé con renuencia como se alejaba.
— Así que Catalina… — mencionó Johan.
De un momento a otro todas las puertas del carro se pusieron con seguro haciendo que trague saliva.
— ¿Qué pasa? — cuestioné.
Johan ante mi pregunta guardo silencio mientras me dirigía una mirada por el espejo retrovisor. Sin embargo, sea lo que sea que planeaba decir, no lo pudo hacer debido a que de un momento a otro la sonrisa irónica que mantenía en su rostro se desdibujó por completo.
— ¡Sujétate! — espetó, sin embargo, su aviso llegó demasiado tarde porque mientras frenaba de golpe me golpee la frente con fuerza debido al impacto de la situación, miré con horror las luces intermitentes de aquel carro, tal vez de algún borracho que había empezado a conducir desde el carril contrario — ¡Maldito! — proclamó de manera rápida Johan mientras estacionó el coche cerca de la acera — ¡Estás sangrando! — dijo cuando se giró para comprobar mi estado.
Johan se bajó del coche hasta llegar a mi lado.
— Estoy bien — traté de decir, pero me dolía la cabeza.
Mientras veía mi sangre caer, algunos vagos recuerdos de situaciones que nunca había vivido llegaron a mi mente.
— No estás bien — señaló aquel chico mirando mi rostro con preocupación, entonces saco una caja de botiquín de algún lado — Voy a limpiar tu herida, aunque te dolerá al principio, te sentirás mucho mejor después, confía en mí pronto me incorporaré como un médico cirujano — comentó con seriedad.
Pero…
¿Era necesario que probara mi sangre como alguna especie de vampiro?
Tal vez Johan vio mi expresión de temor porque de repente tuve su rostro a milímetros del mío.
— Tengo una enfermedad que solo me permite ver a blanco y negro, sin embargo, en raras ocasiones puedo ver otros colores, esta es una rara ocasión — confesó antes de que en su rostro se dibuje una expresión llena de desprecio del que no sabía si estaba dirigido a mí o hacia él mismo — No te sientas especial porque no lo eres.
Sí…
Estaba pensando demasiado porque alguien como él se iba a despreciar así mismo.
— No lo hago — respondí mirando sus ojos cafés antes de colocar una mano sobre su pecho, el cual parecía que estaba latiendo de una manera rápida, o aunque tal vez solo eran ideas mías, y separarme de él — Ya dejó de sangrar, puedes llevarme a casa.
Johan me miró fijamente como si quisiera grabar cada parte de mi rostro, sus pensamientos eran un misterio completo que no deseaba descubrir, al menos en este momento.
Después de un momento sonrió de una manera diferente, parecía más accesible.
— Ahora lo entiendo — musitó para sí mismo para luego alejarse de mí.
¿Qué entiende?
Cuando el carro se puso de nuevo en marcha, el ambiente se sintió algo sutil, no sabía que había cambiado, pero podía sentir que nada era lo mismo.
De repente, en la emisora del radio empezó a sonar aquella canción que ahora odiaba.
“Amor Brutal”
Chica de ojos negros, eres salvaje y valiente, pero ten cuidado con tu suerte, hay muchos demonios que te acechan y anhelan tenerte en sus redes de amor brutal.
— No entiendo como esta estúpida canción puede ser famosa — susurró Johan antes de colocar un pódcast de historias de terror de asesinos seriales — Sí, esto sí es arte — sentenció haciéndome estremecer.
Cuando llegue a mi hogar en mi mente aún podía escuchar a aquel asesino reírse con los gritos de sus víctimas. Me despedí rápidamente de aquel gemelo, casi corriendo.
— No escupas a nadie más, ni le dejes probar tu sangre a cualquier persona Catalina.
Fueron las últimas palabras que escuché.
La mansión se sentía silenciosa cuando entré, parecía que no había nadie, antes de que pudiera soltar un suspiro de alivio y empezar a analizar lo que me había sucedido.
Cale hizo acto de aparición.
— ¿Dónde te fuiste, Catalina? ¿Por qué estás herida? — sus preguntas me tomaron por sorpresa haciendo que la gargantilla que llevaba en el cuello me haga sentir sofocación.
¡Guao!
— Sí te lo dijera, no me creerías — comenté con una sonrisa.
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Updated 32 Episodes
Comments
Sadashi Sorano
rayos. lo que le faltaba
2025-01-30
0
Sadashi Sorano
ay madre Santísima
2025-01-30
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Beatriz Llamas Lopez
Será que Cale, es6t enamorado de Catalina, que por eso siempre está pendiente de ella.
2024-11-19
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