CAPÍTULO 19

Camille 2 meses después.

Los últimos dos meses han sido de tranquilidad, pocas recaídas y mucha alegría, ya se nota su pancita de embarazada y muy poca ropa le queda bien, por lo que estamos en el centro comercial comprando algo de ropa.

- Theo ha sido tan bueno con nosotras –dice Celina mientras se come un helado- Ese hombre se tiene ganado el cielo, porque ve que apoyarnos sin siquiera pedir nada a cambio.

- Es un gran amigo.

- Imagínatelo de esposo –dice mirando al puesto de helados donde está pagando- Uy no, imagínatelo de papá de tus hijos, es que si es mucho hombre.

Ella se voltea y me mira un poco arrepentida.

- Lo siento mucho, no quise decir eso –hago una seña para que no haga caso- Cami, perdón, no quise hacerte sentir mal.

- No, si no pasa nada…

- Bueno señoritas, cuando estén listas.

- Yo ya estoy lista –dice Celina poniéndose de pie y el de inmediato la sujeta.

Le tiende su brazo como apoyo mientras con la otra mano lleva un par de bolsas y yo tomo las demás para seguirlos mientras que trato de que no se caiga mi helado.

Me giro de prisa y choco con alguien perdiendo el equilibrio, me sujetan del brazo.

- Cuanto tiempo –levanto la vista y de inmediato me siento de su agarre y doy un paso atrás cuando veo quien es- Me alegra tanto coincidir contigo, querida esposa.

Siento el pánico atacar mi cuerpo, el miedo invade mis huesos lentamente, como si de un manto se tratara, siento un nudo en mi garganta y se me hace imposible modular una sola palabra, me siento boqueando como si de un pez me tratara.

Él trata de alcanzar mi brazo de nuevo y lo esquivo rápidamente, las bolsas se caen al suelo y veo mi helado chorrear por todo el piso.

- ¿No te alegra verme? Creí que estarías feliz de saber que estoy libre.

- No te atrevas a tocarme, Robert, ni siquiera te me acerques.

- Estás tan hermosa y encantadora como siempre –mira mi escote- Tan provocativa, tentando a los hombres como la zorra que te encanta ser –levanta el brazo en mi dirección y cierro los ojos sin poder reaccionar, pero su toque no llega, abro los ojos y me encuentro a Theo sosteniendo a Robert del brazo.

- ¿Se le ha perdido algo? –pregunta en voz fuerte y Robert sonríe cuando lo mira- La señorita no se ve muy cómoda a su lado.

- Haga el favor y no se meta en lo que no le importa.

- Pues le informo que sí me importa, cuando se trata de mi esposa, todo me importa –dice y respiro un poco al saberme a salvo de este monstruo.

- Con que su esposa –dice Robert mirándome- Enhorabuena.

- Pues si es tan amable de retirarse y no fastidiarnos con su presencia.

Robert se suelta y le va después de darme una mirada larga y tendida que me hace sentir asqueada, me hace querer encerrarme en el baño y vomitar mi almuerzo.

Theodore me sujeta de la mejilla y me mira a los ojos, luego asiente y yo le correspondo el gesto, levanta las bolsas y me guía de la cintura sin decir ni una sola palabra.

Siento como todo su cuerpo está tenso y su mandíbula apretada, me lleva al auto y Celina ya está dentro en el asiento trasero, así que subo en la parte delantera y me dejo caer contra el respaldo, cerrando los ojos y pidiendo al cielo poder deshacerme de este miedo que me sofoca.

- Te desapareciste, creímos que venías junto a nosotros.

Celina parlotea, pero apenas puedo escucharla, Theo tampoco dice nada y ella simplemente se queda callada a medio camino, cuando llegamos a casa ellos bajan y Theo la ayuda a entrar y le lleva las cosas, luego vuelve y yo aún no me he movido, jalo mis pies hasta mi pecho y hundo mi rostro en ellos tratando de ser fuerte, de no llorar, me obligo a respirar una y otra vez, pero es difícil dejar ir el miedo, el miedo puede mantenerte vivo, pero también puede matarte lentamente desde adentro, paralizarte.

Siento que Theo abre la puerta y siento sus manos, una sobre mi espalda, y una en mi cabeza, levanto mi rostro y sé que debo ser un desastre, puedo imaginar lo que él ve en este momento y lo único que puedo hacer es llorar.

- Perdón –digo y el niega una y otra vez, se pasa una mano por el rostro, por el cabello- Lo siento tanto.

- Shh, calla, no digas nada –dice respirando profundo y puedo ver lo inquieto que está- Perdóname tu a mí, preciosa, perdóname por no estar junto a ti en ese momento.

Bajo del auto y lo abrazo, nunca antes en alguna crisis he sentido la necesidad de contacto, pero lo abrazo, porque sé que estoy a salvo con él, sé que nada en el mundo me da la sensación de paz que me brinda su cuerpo.

- Estuviste ahí, estuviste ahí –repito una y otra vez mientras él me sostiene contra su pecho- Vamos adentro.

Me lleva adentro sin dejar de tocarme, si no es su mano en mi cintura entonces es su brazo sobre mis hombros, pero no deja de tocarme, como si fuera lo que me mantiene atada a la tierra y tuviera miedo de perderme si me suelta.

Y yo dejo que sea mi ancla, me permito aferrarme a él.

Pasamos por la cocina y puedo ver a Celina hablando animosamente con Julia, la señora de servicio, ellas nos ven pasar de largo sin decir nada, Theo nos lleva a mi habitación y cuando entramos, me siento en la cama y él se queda junto a la puerta, sin saber dónde es seguro estar.

- Ven conmigo –pido y se acerca hasta quedar frente a mí, luego se arrodilla entre mis piernas y me mira, su boca quedando al nivel de la mía- Levántate, solo siéntate conmigo, acompáñame.

- No llores más, mi amor –pide limpiando mi rostro sin hacer caso a mi petición- Tú solo debes sonreír, nunca llorar, nunca estar triste, solo ser feliz.

- Solo ser feliz… -repito y él asiente, luego toma mi rostro y me besa suavemente.

- Solo ser feliz.

Sus labios se funden con los míos y por primera vez en años, quiero tener esperanza, la esperanza de ser feliz… con él.

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