CAPÍTULO 11

    Theodore.

Me siento como si hubiera vuelto a mis días de estudiante universitario, coqueteando descaradamente como si la vida se me fuera en ello, pero al mismo tiempo, demasiado impresionado por la belleza de mujer apretujada a mi lado en este maldito auto, el espacio se siente diminuto y al mismo tiempo enorme al no poder tenerla más cerca de mí.

Cuando mi hermana sugirió salir a tomarnos algo, mi primera respuesta fue una negativa, rotunda.

Hasta que mencionó a cierta rubia, entonces traté de no ser tan obvio diciendo que quizás necesitaba relajarme… ¿A quién demonios trataba de engañar? Claramente, mi perspicaz hermanita no da puntada sin dedal, pero, si ella quiere hacer de casamentera con su amiga y conmigo ¿Quién soy yo para arruinarle los planes?

Lo que me trajo a estar sentado junto a ella tratando de ser un caballero y de no mirar demasiado sus piernas apenas cubiertas por ese trozo de tela al que llama falda, si no fuera un caballero, ya tendría mi mano discretamente en medio de sus muslos, tentando esa cremosa piel de porcelana, haciéndola soltar algunos suspiros ahogados en mi cuello.

Me concentro de nuevo en mirar por la ventana, si no, voy a terminar con una erección aún más grande y el caso de bolas azules más increíble de la historia.

- Llegamos –Nadia chilla de emoción en el asiento delantero y Sam estaciona antes de que se le ocurra a mi hermanita saltar con el auto aun en movimiento.

- Lindo –escucho que dice Aisha antes de bajar detrás de Sam y Nadia, y cuando Camille está por seguirlos la jalo del brazo y le planto un beso en los labios, un beso rápido en el que no hay mayor contacto, pero que hace que quiera rugir como un salvaje.

- Esta noche se está poniendo interesante –dice ella sonriendo y bajando por el otro lado del auto.

Ni que lo diga. Interesante es poco.

Entramos al sitio y me gusta el hecho de que no está excesivamente lleno, se puede andar tranquilamente de un lado a otro, hay una enorme pista de baile, bastantes mesas, una barra gigantesca y buena música.

- Voy a tener un trago justo ahora –chilla Nadia por encima de la música.

- Ni hablar, le daré a mi estómago al menos una hora de baile –dice Cami meneando sus caderas- Planeo embriagarme más tarde, pero no quiero vomitar como la chica del exorcista.

- Está bien, eres sabia y mucho más consiente que yo, bailemos entonces –mi hermana la jala del brazo y se mezclan en la pista de baile.

Sam y yo nos vamos a una mesa desde la que podemos verlas y ordenamos una botella de vodka, una de whiskey, hielo y algunos frutos secos.

- Te gusta bastante como para hacerte venir –dice Sam tratando de no sonreír.

- ¿Me culpas?

- Ni un poco, pero si la lastimas, lo haré, es como una hermana para Nadia –le da un trago a su bebida- Y no me gusta ver a Nadia enojada.

- Hombre inteligente.

Me voy a la pista de baile y Cami se tensa cuando mis manos se posan en su cintura, pero se da vuelta y se relaja cuando ve que soy yo. Le sonrío mientras bailamos un rato y ella no hace más que provocarme con ese cuerpo de diosa y esos movimientos de cadera que me enloquecen.

En algún punto de la noche los tragos comienzan a llegar a ella y debo decir que es cierto lo de que quiere embriagarse, lo hará pronto si sigue tomando a ese ritmo, por lo que decido que esta noche no habrá nada de alcohol para mí, salvo el que me puedan proporcionar sus labios, unos que por cierto están bastante sonrientes y respondones.

- ¿No crees que vas demasiado rápido? –pregunto en su oído y ella suelta una risilla que responde a mi pregunta antes de que siquiera se digne a responder.

- Me gusta rápido, guapo.

Suelto una carcajada y la pego a mi cuerpo cuando una pareja tropieza en nuestra dirección.

- Oye, qué protector eres –me golpea juguetonamente en el pecho y luego aprieta mi brazo- Guaaaoo, que duro estás.

- Ni te lo imaginas –le doy una mirada larga y densa mientras me relamo los labios cuál gato cazando a su presa.

- Eres tan hermoso –me echo a reír con más ganas y la saco de la pista de baile- ¿A dónde me llevas?

- Por agua, si ya llegamos a la parte en la que soy hermoso, entonces esto va más rápido de lo que creí –pido una botellita de agua mineral y la destapo antes de colocarla contra sus labios.

- Yo estoy borracha, pero aun cuando no lo estoy, tú eres hermoso –bebe un poco y me la pasa- Hermoso y bastante comestible, podría lamerte entero.

No debería estar sintiendo tantas cosas juntas en este momento, por lo que trato de centrarme en lo más importante, llevarla a la mesa y hacer que tome más agua.

- Vamos con Sam y Nadia –miro mi reloj y son casi las cuatro de la mañana.

- No me quiero ir a mi casa, mi hermana me dijo que no volviera a dormir sin haber tenido sexo del que lleva a la luna –me señala y se ríe- Tú eres buen cohete.

Me estoy sonrojando, han pasado demasiados años desde que una mujer me hizo sonrojar, por lo que agradezco el calor infernal y las luces bajas del sitio. Llego a la mesa y Samuel y Nadia me miran y luego a Cami que está casi acostada sobre mí.

- Nos vamos.

Aisha hace un puchero que no le queda nada bien y Nadia asiente mientras suelta una carcajada, no está mejor que Cami, Samuel niega mientras ve a su esposa llevarse la botella de vodka a los labios y la ayuda a caminar afuera.

Subo a Cami en el asiento del copiloto y le quito las llaves a Samuel, me las entrega y sube detrás con las otras dos borrachas.

- Recuérdame no dejarlas salir de fiesta solas –digo y él asiente serio- Ni en la universidad me embriague tanto.

- Dame perra –grita Cami y Nadia le pasa la botella, Cami da un buen trago y de inmediato le quito el licor- Eso no es tuyo, hombre cohete.

- Devuélvela, eres un hermanito muy malo –Nadia suelta una risita y Cami y Aisha la siguen- Malo, muy malo.

Samuel las tranquiliza, pero dura poco, ya que Cami enciende el estéreo y las tres se ponen a cantar y bailotear.

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