CAPÍTULO 3

Pero mira lo que tenemos aquí… Nunca pensé volver a encontrar a la preciosa, aunque extrenista mujer del choque.

- Esto no puede estar pasando –gimo mientras me doy la vuelta y quedo entre un par de maravillosos brazos, subo la mirada y frente a mí el hombre más guapo que he tenido en frente, y sí que he tenido varios chicos guapos muy cerca antes. Pero no como él, trato de recordar su nombre de la fatídica tarde en la que accidentalmente chocó mi auto, de eso han pasado ya casi cuatro años por lo que no consigo recordar cómo demonios se llama, me permito apreciarlo codiciosamente,  un cuerpo que por encima de la camisa estirada se ve bien trabajado y firme, alto, media cabeza más que yo y estoy usando unos tacones de muerte, claro que, sin tacones tendría que esforzarme si quisiera alcanzar esos labios que ahora me muestran una sonrisa llena de picardía, entre malvada y divertida, el cabello oscuro desordenado como si acabara de echar un polvo rápido en el baño de señoras, pero lo que me tiene completamente perdida son esos malditos ojos color whiskey que me quitaron el sueño por algunas noches cuatro años atrás.

- El destino tiene un gran sentido del humor y yo, un montón de maldita suerte.

- He escuchado mejores frases para ligar… -no tartamudees Camille, me advierto a mí misma escapando de sus brazos con un paso decidido.

- No estoy ligando… aún.

Alguien detrás de mí me hace tropezar y él me sujeta nuevamente, dejándome atrapada entre su pecho y sus brazos, por un minuto dejo de pensar y me centro en esos ojos, en esos labios y en lo firme que se siente su cuerpo contra el mío.

- ¿Y entonces esto qué es? —pregunto y me da una sonrisa que amenaza con dejarme sin aliento.

- Bailar, tu y yo estamos bailando.

Es cuando me doy cuenta de que efectivamente nos estamos balanceando mientras una canción lenta suena de fondo, me sonrojo a causa de la vergüenza por haber perdido el control de la situación.

- Si me disculpas –me suelto de su agarre- No me provoca bailar contigo.

Mentirosa. Me grita mi conciencia, él por su parte suelta una risita ronca que hace vibrar mis piernas y simplemente me deja huir a brazos de otro hombre y de reojo veo que se marcha a la barra y pide un trago, el hombre detrás de mí me toma de las caderas para pegarme a su cuerpo y me separo sutilmente dándole una sonrisa de advertencia.

Siento esa mirada penetrante desde la barra, por lo que muevo aún más mis caderas al ritmo de la música, así transcurre al menos una hora antes de que el hombre detrás de mí e nuevo trate de pegarme demasiado a su cuerpo, estoy a punto de localizar sus partes nobles, me giro furiosa, pero el chico es jalado hacia atrás y es suplantado de nuevo por ese cuerpo firme y que huele malditamente bien.

- Si sigues moviéndote así tendré que golpear a cada pervertido que intente poner sus manos sobre ti…

- No necesito un príncipe encantador.

- No te confundas preciosa, en esta historia, no soy mucho más noble que un villano –me da una sonrisa diabólica que amenaza con hacer gelatina mis piernas.

- ¿Y qué espera el villano luego de un acto tan heroico?

- Llevarse a la damisela y tenerla entre sus sabanas toda la noche, de preferencia, desnuda.

- Hará falta más que golpear a un par de inadaptados –digo sonriendo y lo atraigo colocando mis manos en su cuello- Pero te voy a compensar con una canción, y veremos si el villano es bueno para otras cosas, además de golpear borrachos.

Si quieren otro punto a su favor, es un gran bailarín, de esos que mientras te sujetan y te guían, solo te hacen pensar en sabanas calientes, me estaba descontrolando.

- ¿Quieres algo de tomar? –pregunta y asiento acompañándolo a la barra.

Él pide una botellita de agua y yo pido lo mismo, me percato entonces de que no huele demasiado a alcohol, separa una silla para mí y le sonrió antes de subir a ella, él se planta frente a mí y me pregunta mi nombre, antes de que siquiera pueda decir algo un grupo de chicas me jalan a la pista y bailamos alrededor de Nadia un buen rato antes de que caiga rendida frente a la barra de nuevo.

- Mi nombre es Camille -rozo su brazo mientras alcanzo mi botellín de agua sobre la barra y el toque parece enviarnos electricidad a ambos.

- Theo, es un verdadero placer... ¿Podría invitarte a comer alguna vez? –me mira con hambre.

- Solo si es desayuno en la cama.

Me da una sonrisa que podría hacer arder al mundo y a nadie la importaría, me toma de la mano, me guía de camino afuera y antes de que pida un taxi le lanzo las llaves de mi auto.

- No te atrevas a chocarlo –ambos sonreímos al recordar cómo nos conocimos.

Él conduce y me cuesta todo mi autocontrol, no lanzarme encima de él y por lo que veo, a él le está costando lo mismo, lo sé por la forma en que me mira, me desea, me recorre con la mirada y deja calor a su paso.

Llegamos a un edificio bastante bonito en la mejor zona de la ciudad, no tan lejos de mi casa, realmente, entramos al ascensor y subimos hasta la habitación en medio de una nube de pasión y lujuria, él no puede quitar sus ojos de encima de mí y yo no es que quiera dejar de comérmelo con la mirada, ya cuando por fin abre la puerta de su apartamento no aguanto más, lanzo mi bolso al suelo y lo jalo de la chaqueta para besarlo, quiero sentir esos bonitos labios encima de mí, siento que podría estallar en llamas en cualquier momento.

El me carga como si fuera una pluma y envuelvo mis piernas en su cintura, él me hace sentir diminuta entre sus brazos, me besa y me vuelvo loca, se detiene y me mira a los ojos, los tiene oscurecidos y de cerca es aún más hermoso, tiene un rostro tallado por los ángeles, me recuesta contra la puerta y pone mis manos por encima de mi cabeza, me besa el cuello y baja por mi canalillo con demasiada calma, me sostiene en mi sitio presionando contra mí y casi jadeo al sentirlo, sus manos bajan los tirantes de mi vestido y él va besando, lamiendo y mordiendo todo a su paso, quedo completamente a su merced y mordisquea mi pezón derecho antes de pellizcarlo ligeramente.

- Me fascinan –su voz está ronca y me hace gemir cuando muerde el lóbulo de mi oreja- Eso es, preciosa, todas tus reacciones van a ser mías esta noche.

Me baja por un momento para terminar de quitar mi vestido y quedo frente a él solo en mi tanga de encaje negro, suelta un pequeño gruñido que me hace estar aún más caliente y me guía entre besos hasta el sofá, le quito la chaqueta rápidamente y el mismo se deshace de su camisa Santo Dios Bendito puedo lavar allí sin ningún problema.

- Ven aquí –desliza mi tanguita por mis piernas lentamente, besando todo a su paso, su mano se desliza entre mis piernas y comienza a juguetear con mi calor, primero un dedo, luego dos, gira sobre mi centro y luego entra robándome un gemido- Estás lista para mí.

- Todo esto es para ti –respondo y eso parece encenderlo aún más, no deja de mover sus dedos y yo estoy a punto de desmayarme, hace presión en el punto exacto y siento que vuelo- Maldita sea.

Veo como se desviste y saca unos preservativos de la mesita junto al sofá, sonrío, qué descarado, lo miro mientras se coloca uno en ese tan maravilloso atributo y vuelve a colocarse encima de mí, me vuelve a besar, esta vez con más ganas, muerde mis labios, lame mis pechos, mi cuello.

- Ahora, si vas a saber cómo se siente el verdadero placer –entra en mí y tengo que reconocer que estuve a punto de gritar, es enorme, rodeo su cintura con mis piernas y el resto es el placer más grande que he sentido en toda mi vida.

Nos damos una ducha después de eso y nos mudamos a la cama, donde Theo se encarga de mostrarme una y otra vez que tome una buena decisión al venir con él, no se cansa de lamer, besar, mordisquear, estoy enloquecida, siento que podría continuar todo el día entre sus brazos, encima de él, debajo de él, donde quiera ponerne.

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