Theodore.
Me acerco a Cami lentamente, ella está un poco más calmada, pero aún está hecha un ovillo en la esquina más alejada del sofá, necesito tocarla, había sangre en el piso, por lo que seguramente debió cortarse con algún vidrio saltarín, ya que tiene aún los botines puestos.
- Camille, mírame, no voy a hacerte daño, de ninguna manera ¿lo entiendes?
No dice nada, así que no me acerco, paso mis manos por mi cabello y mi rostro tratando de relajarme un poco, no debo presionarla, está teniendo un ataque de pánico y estoy loco por saber el motivo, pero no es el momento.
- Cami… por favor confía en mí, no voy a hacerte daño, solo necesito revisar tu pierna, estás sangrando.
Ella parece apenas darse cuenta y mira su pierna mientras frunce el ceño, luego levanta sus hermosos ojos hacia mí y asiente lentamente.
- ¿Puedo acercarme? –pregunto y vuelve a asentir- ¿Estás bien?
- Sí, yo… está bien, confío en ti.
Respiro aliviado y me obligo a acercarme despacio, aunque lo que quiero es correr y abrazarla para que no se sienta mal, tomo su pierna y ella se estremece un poco, pero no retrocede así que la levanto y veo un pequeño cortesito donde un cristal está incrustado, no me explico cómo llegó ahí, la apoyo en el sofá y busco en el baño el botiquín, le aplico antiséptico y le retiro el trozo de vidrio rápidamente, su cara apenas y registra dolor alguno, me imagino que a causa del alcohol, aunque se ve más sobria que nunca.
- Está bien, solo fue un rasguño –digo sin colocarle ningún apósito.
- Gracias, y de nuevo, lo siento mucho, compraré una alfombra.
- Me importa poco la maldita alfombra, Camille –digo suavemente y ella me mira a los ojos, un poco de temor a desaparecido, pero aún está asustada- Solo me importa que tu estés bien.
- Estoy bien.
- No voy a preguntar qué pasó, no ahora, pero cuando estés lista, por favor explícamelo, porque me asuste muchísimo al verte en ese estado.
- Yo… -parece pensarlo y niego lentamente colocando una mano en su mejilla.
- Sé que hay cicatrices que se llevan por dentro, tardan muchísimo en sanar y duelen más que las que pueden verse –ella asiente y una lágrima se escapa y rueda hasta mi mano- Nunca te haría daño, jamás.
Asiente y me da una diminuta sonrisa.
- Voy a prepararte ese baño de burbujas.
*** Camille.***
Despierto acalorada y con unas ganas enormes de orinar, trato de levantarme, pero Theodore me tiene sujeta de la cintura, sonrío amargamente al recordar la noche anterior, me sentí fatal por Theo, pero fue algo que no pude controlar, aún lucho contra el miedo que trata de tomar el control, respiro un par de veces y cuento hasta cien mientras lo remuevo para que me deje levantarme.
A pesar de todo el drama que cause, él fue gentil, paciente y especialmente atento, me preparó el baño, no se fijó dos veces en mi desnudez, simplemente me quitó los botines y me dejo dentro del agua cálida, cuando decidí que había tenido suficiente me encontré con un par de pantaloncillos de gimnasio y una camiseta enorme, calcetines y una toalla.
Cuando llegue a la habitación me sonrió y se hizo a un lado en la enorme cama, esperando a que yo volviera a estar cómoda con su cercanía, no hizo ni un solo movimiento, no trato de acercarse o de seducirme, y francamente, de haberlo intentado lo habría logrado fácilmente, pero se dedicó a ver si estaba bien, y eso, fue más seductor que cualquier otra cosa, su cuidado fue tal que me quedé dormida en minutos y me encontré buscando el calor de su cuerpo entre sueños.
- Debo hacer pis, ahora mismo –digo en su oído y sonríe adormilado mientras retira su brazo.
Voy corriendo a atender el llamado de la naturaleza, encuentro en la encimera un cepillo de dientes nuevo, pasta dental, enjuague bucal y una nueva muda de ropa deportiva, así que me cepillo, me doy una ducha rápida y me visto, cuando salgo del baño, ya Theo no está en la habitación.
Salgo y escucho trasteo en la cocina, voy allí y lo encuentro tostando pan y picando algo de fruta, el olor a huevos revueltos inunda mis fosas nasales y hace mi boca agua.
- No sé qué desayunas, hay tostadas, huevos, fruta y yogur, si prefieres algo más ligero hay avena y cereal en las alacenas.
- Gracias, está bien todo –me siento y rápidamente coloca todo en varias fuentes y se sienta a mi costado- Quisiera disculparme por anoche…
- No hay nada de que sentirse culpable –dice dándole una mordida a su tostada.
- Estoy avergonzada por lo que pasó –él se me queda viendo como si me estudiara y solo le devuelvo la mirada.
- No lo estés, nunca.
- ¿Estás molesto?
- Quiero matar a quien sea que hizo que una simple botella rota te altere tanto –dice con franqueza- Quiero tenerlo al frente, hombre o mujer, y saber cómo alguien es capaz de infundir ese miedo.
- Son personas que no valen la pena.
- Entonces ni te atrevas a sentir vergüenza a causa de un infeliz como ese –toma mi mano y siento una lágrima correr por mi mejilla- No se merece tu miedo, ni tu vergüenza y mucho menos tu llanto.
Si tan solo pudiera decirle el bien que me hacen sus palabras, si tan solo supiera como expresarle mi gratitud en este instante, le doy un ligero apretón a su mano y una pequeña sonrisa.
- Yo… solo gracias.
No hablamos más de tema, él simplemente me lleva a mi casa luego del desayuno y mi hermana al verme llegar un tanto desanimad decide no hacer ni preguntas ni bromas, así que paso el resto del domingo limpiando el departamento, haciendo mercado y haciendo la colada.
Si tan solo poner en orden mis sentimientos fuera tan sencillo como ordenar una habitación.
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