El hermoso humano se había levantado de forma abrupta, pareciendo incómodo y decaído.
Le dejó irse, no llegó nada lejos. Du corazón no había estado latiendo de forma irregular pero supuso que podría ser por su imponente presencia depredadora.
Estiró su mano para ayudarle ya que tenía mal aspecto, fue un toque leve, porque segundos después volvió a retraer la palma, por lo anormal de su temperatura. Había sentido en un lapso breve cómo subía hasta comenzar a arder.
La idea repentina que pudiera morir en ese instante hizo que su rostro reflejará una genuina angustia. No sabía cómo ayudar a un humano. Solo sabía drenarles la sangre.
- Once, ayúdalo - Ordenó el otro humano más cercano a ellos.
- Mi señora - Hablo con un toque de molestia, mirando a su amigo después de dejarlo dentro de la tienda.
- Esto. . . es una fiebre ¿verdad? - Su voz denotaba duda por primera vez.
Si esto era una fiebre, era muy extraño. La sensación era totalmente nueva para ella. Estaba casi segura que mango se carbonizaria en cualquier momento.
- Sí, mi señora, es una leve fiebre - Respondió con desgano.
- ¿Leve? Está ardiendo como el fuego, haz algo para que no se muera -.
Su despliegue de frialdad hizo retroceder a Once fuera. Se quedó cerca del enfermo. Observando su cuerpo, como la piel presenta cambios que a simple vista humana era imperceptible.
Treinta y tres entro con una bandeja y lo que parecían trapos. Puso manos a la obra en ayudar a ese cuerpo delirante.
Ella siguió observando el movimiento, en ocasiones le quitaba el trapo a treinta y tres y lo sumergia en el agua, lo exprimia con cuidado de no romperlo y se lo entregaba al chico.
- No te vayas, no me dejes - Su voz le sobresalto. Ese tono le hizo encogerse - No, no - Su sufrimiento era palpable.
Mango estiraba su mano hacia alguien, intentando retenerla.
Quiso tomar su mano para calmar la mente de ese sueño. Estiro su fría mano así ese brazo, sin tocarlo; prendía demasiado calor.
Unos milímetros los separaban de sus yemas, el siguió delirando, pidiendo que no le dejaran.
Su amigo le puso paños fríos sobre la frente de forma eficiente.
No tenía porque dejarlo sufrir, si quería volver a casa, le ayudaría, eso le haría demostrar que aún conservaba su humanidad y no había sido dominada por su parte depredadora.
- "Es solo un humano al fin y al cabo, puedes encontrar otro que le sustituya través del tiempo" - Le susurro su malévola mente.
Su parte humana se resistió y la empujó a cerrar su palma sobre su mano, sin importar el dolor que le causaba el fuego.
Entonces el humano se relajó entre sus cobijas, como si recuperara lo que había perdido. No le soltó en esa noche estrellada, por más que la piel de su brazo se volvió rosada. Le ayudaría soportar su sufrimiento . . . un poco.
- "Jaja, eres muy tonta, no debes encariñarte con el humano o sufrirás en lo que dure tu eternidad, déjalo ser y márchate - Su mente no le daba tregua, pero no hizo caso, era su decisión permanecer aquí.
El fuego fue aminorando de forma perezosa, ya no sentía estar dentro del mismísimo infierno, sino al lado de una agradable llama que aún conservaba sus ganas de quemar todo a su pasó. En esta ocasión ella.
El humano de forma inconsciente le apretaba la palma un poco más, como si temiera que se escapara. Ese débil agarre, era tan opuesto a su fuerza, que el joven no podía detenerla aunque quisiera.
Su sirviente observaba a su lado ese agarre con odio, lo que no le pasó desapercibido.
Por más que le insistiera que eran camaradas, había ciertos detalles que le hacían creer que en realidad se estaba abriendo una brecha.
Comenzaba a sentir pesadez en su cuerpo, aunque no lo veía podia sentir como el sol empujaba por salir.
Soltó con lentitud esa mano para no dejarle alterado. Se paro en la puerta de la tienda, observando ese débil cuerpo humano, que había quedado tranquilo.
Luego volvió a ese amigo que lo cuidaba y lo perforó con la mirada haciéndole temblar.
- Cuídalo bien mientras no esté, si algo le pasa todos ustedes conocerán lo que es el terror - Había volteado el rostro a mitad de la frase para decirlo fuera de la tienda.
Sentía las otras presencias y por lo tanto también recibirían el mensaje.
Quería poder quedarse durante el día pero no podía, el sueño de recuperación era tan fuerte que no lo podía resistir, no hasta donde supiera, es decir, nada.
Pasó con pasos de caracol, muy cerca, de los otros dos, quiénes asintieron ante su mirada, ya que era difícil decir algo ante tu mirada sobrenatural.
Si pudiera dormir como lo hacía un humano, podría decidir a qué hora irse a la cama. Fue alejándose velozmente, alejándose del amanecer que añoraba para sumergirse en la oscuridad perpetua.
Volvió a aquella piedra bajo el lago de aguas claras, que le prestaban cobijo y se recostó como siempre. Trato de mantener sus ojos abiertos y sus pensamientos a flote.
De un momento a otro quedó en nada. Se volvió un cuerpo frío con aspecto de ultratumba que conservar una belleza avasalladora e inmortal.
Y cuándo volvió a abrir los ojos, una nueva noche le daba la bienvenida.
- " ¿Estás preocupada? ¿porque pierdes el tiempo? Hay cosas que resolver más relevantes" - Su mente depredadora volvía a hacer acto de presencia.
Ni ella sabía porque le preocupaba el humano, tal vez fuera su parte humana, la que se aferraba el chico.
Salió de la cueva hacia la cristalina superficie que onduló suavemente al ser atravesada.
Un suave viento la alcanzó, tratando de llevarse sus largos cabellos oscuros. Se deslizo hacia su preocupación.
El lugar estaba en silencio, tan solo se escuchaba el crepitar de las lenguas de fuego que se apresuraban a consumir lo que estuviera cerca.
Las tres bolsas de sangre estaban en silencio con los ojos fijos en la lumbre. Se veía tan anormal aquel cuadro que levantaría las sospechas de cualquier humano cuerdo.
- Veintidós - Susurro en las sombras, y aún así el joven fue de inmediato a su encuentro.
Esos ojos brillaron de anticipación.
Qué humano tan predecible, igual que los otros. Lo rodeo con sus brazos e hizo que se agachara para alcanzar su cuello.
- Mi señora - Suspiro para tu molestia.
- ¿Cómo está tu amigo? -.
- Igual que ayer, no ha mejorado nada - Ese humano estaba celoso.
¿De que tenía celos? Ellos tenían el privilegio de que su sangre correrá por ella. Era como si formasen parte de su ser.
Clavo los colmillos y bebió. La sangre sabía como siempre, sin rastro de exceso sabor a tierra sin metabolizar.
Se soltó y lo dejó parado. Se encaminó a la tienda y traspaso las puertas. Mango estaba acostado. Se arrodillo a su lado y rozo su mano.
¿Por qué la temperatura de su cuerpo volvía a estar alta?
- ¿Qué ha pasado? ¿por qué vuelve a estar tan mal? - Su alrededor se volvió gélido.
;)
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 103 Episodes
Comments