Mango
Corría apresuradamente, en medio de todos esos árboles, esforzándose por dejar atrás a sus perseguidores, solo porque lo habían encontrado posando sus labios en esa diosa.
Se había dejado llevar, y el segundo siguiente había caído, ¿como no iba a creer? Sí ella era un pecado andante.
Sentía que su corazón ya lo tenía por la garganta de tanta agitación. Tenía que seguir corriendo por su vida.
Los perseguidores eran veloces pero eso no les iba a dar ventaja, sino su deseo ardiente de seguir viviendo.
Las ramas se resquebrajaron bajo los pasos, no muy lejos, haciéndole que su saliva apenas pasará por su cuello. Bajo la vista y se sorprendió. ¿Que no tenía una fractura? ¿algo aquí no iba bien?
Abrió y cerro las palmas, movió medio brazo con pequeños y cuidadosos movimientos.
No había dolor.
Los pasos continuaron acercándose y el temblaba como una gelatina, mientras el miedo seguía trepando por su columna vertebral.
¿Quiénes eran sus perseguidores? Trato de hacer memoria, para intentar traer a su mente las imágenes. ¿De quién tenía miedo? ¿porque no recordaba los rostros de quienes lo seguían? ¿porque había muchos huecos?
Algo resoplo tras un frondoso árbol de grandes hojas, en forma de estrellas. No quería verlos, no sé atrevía a darles la cara, porque su miedo era enorme.
Sus perseguidores salieron detrás de los árboles . . . o más bien su perseguidor, con un porte majestuoso.
Aquel ser se acerco más y más. ¿Así que iba a ser comido por un felino? Pero aquel tan solo lo miraba, como si intentará decirle algo sin palabras. Su cercanía le ponía nervioso, pues era bien conocido que aquellos animales eran carnívoros.
- ¿No tienes hambre? - Surgió una voz.
- ¿Qué? - ¿Que diablos le estaba diciendo ese felino?
- ¿Que si no piensas levantarse a comer? - Repitió con más claridad.
- ¿Hambre? - Tal vez estuviera formulando mal su lenguaje.
- Aja - Alzó la pata delantera mientras se posaba en el suelo con su parte trasera. De su pata alzada sobresalía una enorme y poderosa agarra que se acercaba a su pecho.
Pues como veía, el comido aquí sería él. Cerro fuertemente los ojos para no sentir el dolor del desgarre, aunque no sirviera de nada.
Cuándo volvió a abrir los ojos, otra mirada se posaba sobre él. No estaba corriendo, estaba metido en su saco de dormir.
Miro de nuevo al chico que lo miraba con intensidad, casi como recordándole a cierta fémina, que por estas horas debía estar sumida en un profundo sueño.
- ¿Qué pasa? - Pregunto con cautela, no es que no confiara en sus amigos, pero tenía cierto cambio inquietante de sus comportamientos.
- Levántate para que comas -.
- Oh, claro, si. . . salgo en un momento, tengo que reacomodar esto - Se señaló el brazo.
El chico sintió y salió. Respiro aliviado. A veces sentía cierta tensión y no sabía porqué.
Había pasado unos días desde su fractura y estaba mejorando. Tampoco había visto mucho a la chica, pues desaparecía y venían por ratos a tomar sangre de sus amigos. Al principio habia evitado mirar esa escena. Sus ganas de ver fueron más.
Ellos disfrutan abandonar su sangre y ponían una expresión como si hubiesen alcanzado el cielo. En términos más terrenales como si estuviesen drogados.
La expresión de ella le dejo con la boca abierta. Esos ojos brillaban con cada sorbo. Como si no hubiese nada más delicioso. No veía el momento en que ella comenzará a ronronear de felicidad.
Cuándo pensó que dejaría seco a su amigo, se detuvo.
Era cómo mirar una orgía pero de sangre. Agitó la cabeza para alejar esos recuerdos insanos que le despertaban sentimientos confusos.
Se arregló y salió de la tienda. Esa fractura le estaba limitando demasiado, no veía el día en que se recuperará.
El chico tranquilo le pasó su vaso y luego su parte, con una mirada pesada sobre él. No pudo aguantar eso.
- ¿Qué pasa? ¿Tengo alguna lagaña? - No pude evitarlo decir como molestia.
Los otros dos alzaron la mirada hacia él. Odiaba que actuarán tan extraño, porque les echaba de menos, debido a su fase obsesiva.
- No estés tan a la defensiva, aún somos amigos ¿no? -
- Claro que sí, nunca dejarán de serlo, son como mis hermanos, pero ahora . . . - Dudo continuar.
- ¿Ya no nos quieres? -.
- No dije eso, es solo que . . . no parecen ser los mismos, hacen que me sienta excluido -.
- Eso es porque no tienes la bendición de nuestra señora, y ella aún así te quiere cerca -.
- Qué envidia me das hermano, te está poniendo más atención que a nosotros - Sus miradas se oscurecieron.
Eso era precisamente de lo que estaba hablando. Ellos parecían sentir celos, celos que se reflejaban sin sutileza. Bebió de su vaso para entretenerse.
- Estoy aquí por ustedes, ella no me interesa en absoluto - No todo era cierto, ella despertaba algo en él, simplemente no quería aceptarlo y rendirse. Se levantó de golpe - Será mejor que vayamos a buscar cosas para comer -.
- Yo iré contigo - Dijo su amigo extrovertido, con una sonrisa ladeada que escondía algo.
- Bien, nos vemos más tarde - Dijo a los demás.
Ambos se adentraron a las montañas, caminando con la mirada atenta. Miró a su compañero al encontrar lo que parecía comestible pero no estaba.
¿Dónde se había metido? ¿a cuál de sus nombres respondería para llamarlo? Negó con la cabeza con fastidio.
- Veintidós, ¿Dónde estás amigo? Parece que he encontrado comida - Grito al aire.
Su llamado no fue contestado de regreso. Los animales siguieron charlando animadamente sin inmutarse.
Grito varias veces más, recorriendo en círculos, aquella ubicación. Estaba harto de esta situación, regreso hacia las frutas y se dedicó a ponerlas en una bolsa de plástico. Fue una labor complicada hacerlo con una mano, pero no imposible.
Su bolsa iba por la mitad cuando unas extraña risa se escucharon a su espalda. Risas que le erizaron la piel, parecida a la de niños desquiciados.
Conocía ese sonido, sabía a qué animal se asemeja bastante. ¿Acaso no olía el segundo aroma que desprendía? O eran demasiado tontos o les traía sin cuidado las represalias de la depredador inmortal.
Giro lentamente la cabeza para confrontarlos. Los animales se distribuyeron en un intento de rodearle.
Eran unas hienas estúpidas y feas. Prefería correr por su vida a esperar que se lo comieran sin hacer nada. En el sueño corría por culpa de un felino y en la realidad por unas hienas. El sueño había cambiado mucho.
No podía seguir corriendo, esos animales eran veloces, parecía como si jugarán con él. Si no hacía algo de inmediato no tendría otra oportunidad.
Aprovecho algunas plantas que tapaban la visibilidad para hacer una locura. Subió al árbol de alguna manera, provocándole un terrible dolor a su brazo fracturado.
El tiempo término pronto. Las hienas corrieron para jalarlo de los tobillos a impedir que siguiera el ascenso. Saltaban enloquecidas alrededor del árbol, con esas risas escalofriantes.
:/
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 103 Episodes
Comments