Humano lindo- alias mango
Esa fantasía de curvas peligrosas le había dejado ir. ¿Por qué? Porque no sabía bien. Eso era fenomenal, entonces porque se sentía como si le hubiesen bateado.
En vez de felicidad sentía molestia, era para que estuviera saltando de alegría por no estar en el menú de la vampira.
Esa noche lo último que vio de ella fue su espalda, que desaparecía entre las sombras, para ir quién sabe a dónde.
Se quedó ahí en el suelo, sobre sus rodillas cavilando que hacer. Quedándose no haría mucho, pero yéndose podría conseguir muchas cosas para llevarse a sus amigos.
Se levantó decidido, tomó su mochila con los objetos más indispensables, mientras que el frío se comenzaba a sentir y salió del campamento mientras susurra.
- Esperen por mi, no se dejen asesinar, volveré para salvarlos -.
Camino en medio de aquella oscuridad, con una lámpara que amenazaba con apagarse. Maldijo por no haberla cargado para el viaje y haber olvidado el cargador solar.
Cuando la lámpara no aguanto e hizo de las suyas, tuvo que resguardarse en un rincón, al pie de un árbol para dormir; él no era capaz de ver a través del oscuridad que se espesaba bajo la vegetación.
Se hizo bolita para retener su calor y cerro los ojos. Ya no faltaban tantas horas para el amanecer.
Extrañamente se durmió con tranquilidad a pesar de los peligros del lugar, hasta que los primeros rayos de luz comenzaron a descender sobre las colinas.
Se encogió un poco más y durmió otro rato. Cuándo abrió los ojos el ambiente se sentía más templado.
Siguió caminando en aquellas inmensas montañas tan inhóspitas para el ser humano, recordando de vez en cuando el tonto desafío de querer llegar a las profundidades de este lugar.
Habían imaginado que sería muy interesante pero lo sucedido sobrepasaba los límites de la realidad, ubicado entre los límites de la fantasía.
No puedo saber qué tanto avanzó durante el día, solo sabía que tenía que caminar todo derecho hacia uno de los puntos cardinales hasta encontrar el poblado de donde habían partido.
El ocaso de la noche le agarró cerca de una cueva, en dónde decidió resguardarse. Andar solo a estas horas será peligroso, hasta ahora había tenido suerte pero no quería arriesgarse demás.
La noche cayó opacando toda la belleza y le hizo recordar a ella. La que no podía ser opacada por la oscuridad, sino engrandecida por ella. No pude evitar respingar recordando los labios sobre su cuello, ese embriagante aroma que le incitaba dejarse llevar.
Dio un manotazo en el aire para deshacerse de esas imágenes que amenazaban en escalar de fantasía un deseo irrealizable, porque no se iba a poner en charola de plata. Pero ella lo había dicho; no sabía bien. .Apretó los puños de forma inconsciente.
- ”Deseas la atención de esta hermosa mujer, desea su amor, pero solo eres un simple humano, que no puede estar a la par, a menos que vuelvas a ser lo que eres - Algo profundo en su corazón retumbo.
Al mismo tiempo un ruido no muy lejos le puso en alerta. Podría haberlo dejado pasar pero su instinto básico de supervivencia le gritó que había algo anormal.
Y él era una de esas personas que no lo pasaba por alto, tomó su mochila y metió todo lo que había sacado, para luego ir hacia el lado contrario de donde sentía la fuerte presión.
Intento correr a pesar de todas las limitantes, siempre al borde de besar el suelo, golpeándose con troncos que se camuflajeaban demasiado bien, arañandose con ramas.
¿Porque tenía que estar justo en el momento en que tardaba más en salir la luna?
La sensación de que algo le perseguía se hizo más grande. Cada célula de su cuerpo gritó que se diera prisa, que corriera más rápido.
Sus ojos no eran capaces de ver los obstáculos con claridad, apenas si logra esquivarlos, estando ya un palmo. El frío se fue metiendo en su piel, un frío seco, sin vida.
Se le complicó la corrida. Sus pulmones trabajaban el doble tratando de calentar el aire que inhalaba y su cuerpo se esforzaba por mantener su temperatura corporal.
Una risa musical le erizo la piel. No era como la de la chica, está tenía más un matiz terrorífico.
- ¿Porque huyes de mi? Tonto humano. ¿Crees que no te puedo alcanzar? Eres muy divertido. Corres como un conejo -.
Y su risa volvió a retumbar entre los árboles, dejando todo a la redonda en un silencio sepulcral.
Seguía huyendo, aunque no viera, no importaba si era tanteando.
- Conejito, eres lento, quiero que saltes más, no quiero aburrirme tan pronto. Mientras más corras, más mejor sabrás, jaja -.
¿La mayoría de los vampiros estaban así de locos o era solo ella? No le agradaba nadita esa sensación de estar siendo cazado.
Se recordó que había un lugar seguro al que podía ir, a pesar de que, era precisamente el lugar que trataba de dejar.
Se rio de sí mismo con amargura, recordando que no sabía ni podía encontrar el camino de regreso. Iba morir sin poder salvar a sus amigos, iba morir sin poder luchar por su vida.
Cuándo iniciaron el viaje al centro de este inhóspito lugar, nunca imagino que mantener su vida sería la prioridad.
- Conejo, el tiempo ha terminado - La voz hablo cortante, muy cerca.
Se detuvo en seco por la abrupta aparición de un río. La luna comenzó a levantarse.
- ¿Conejo? No sé si me guste más ese nombre, pero lo que no me gusta es que se metan con lo mío - La voz cambio a una más cálida, igual de musical.
Esa segunda voz era inconfundible. Nunca había estado más agradecido de escucharla a pesar de que albergaba formas de asesinarla por sus amigos.
Se quedó estático en medio de aquel río, sobre una piedra, para ver salir de lados opuestos ambas féminas iluminadas por una luna más alta.
La que quería matarlo era una rubia, tal vez de ojos rojos, pues de qué otro color podrían ser; muy hermosa bajo la luz lunar, capaz de provocar un embotellamiento por el simple hecho de aparecer.
Pero "la señora" de sus amigos, lo era más; ciertamente no tenía paragon.
Esos dos bellezones se miraron, posiblemente desafiandose; necesitaba unos ojos de halcón para seguir los pequeños detalles que se escapaban a sus limitados ojos mortales.
- ¿Por qué interfiere con mi comida? Este humano es mío - Habló la rubia molesta.
- En esto te equivocas, se me escapó, por eso vine a buscarlo. Ve a otro lado a conseguirte otro -.
- No, es mío, yo lo encontré - Trato de dar pasos quedos hacia él pero la chica de cabellera oscura dio la misma cantidad de pasos.
Él no era comida de nadie, era un humano de una especie con pensamiento y conciencia, con múltiples lazos afectivos hacia la gente que quería. Intento retroceder y tropezó para caer sobre el agua.
Las chicas se movieron como un borrón. La pelea había comenzado.
Se levantó escurriendo agua, su cuerpo no pude evitar temblar, en parte por el agua, en parte por estar cerca de ellas.
La oscuridad cubría parte de los movimientos, y también su limitado ojo pues no podía seguirlas, el sonido era lo único que traspasaba todas las barreras, escuchándose como un trueno.
Trago saliva, quería volver a casa, a su vida despreocupada, llena de clases y salidas con sus amigos.
Algunas piedras no muy lejanas escucharon romper, sobresaltandolo. Algunas cuántas decenas de troncos crujieron.
Debía escaparse antes de que volvieran a prestarle atención. Observó en todas las direcciones y término yéndose por la orilla del río.
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