¡UN MILLÓN POR DIEZ NOCHES! (Dinastía Belf III)

Capítulo XX

¿Podría una simple sonrisa llenarte el alma? Tal vez. Al menos para Arthur, fue así.

Arthur llegó hasta ella con una solo idea en su cabeza, apoderarse de su boca. Dios, el besó era tan divino para ambos, como un remolino de emociones que hacía estragos en su interior.

Victoria se sujetó de cuello de Arthur, mientras el devoraba su boca, su lengua daba guerra y sus manos recorrían su espalda baja.

Victoria gimió en su boca y se soltó de golpe.

—Victoria—Espera, Tanya...

—Tanya—Nos vemos más tarde...

Gritó su hermana menor, mientras caminaba hasta la puerta con una sonrisa.

—Victoria—¿Espera, no desayunarás?

Victoria salió de la cocina en busca de Tanya.

—Tanya—Lo siento, olvide que debo pasar... por...

Victoria la miraba esperando una explicación.

—Victoria—¿Por?...

—Tanya—Por algo importante Victoria.

—Victoria—¿Como que?

—Tanya—Oh bueno, es algo sobre una materia.

Tanya tomó su mochila y se la colgó.

—Victoria—¿Tanya?...

—Tanya —¡Te quiero!...

Tanya le mando un beso en el aire y salió del departamento con prisa, Victoria suspiró.

Entró de vuelta a la cocina, Arthur mezclaba el resto de los ingredientes en un recipiente, ella tomó una manzana del frutero y se recargó en la barra, detrás de él. Con la mirada recorría la espalda ancha y el firme trasero de Arthur, le dio una grande mordida a su manzana deseando que la volviera a tomar entre sus fuertes brazos y la besara hasta dejarla sin aliento "y sin bragas" alardeo en su cabeza.

—Arthur—Sí sigues viéndome así me podrás nervioso.

Arthur se giró para verla.

—Victoria—Solo observó tus habilidades culinarias.

Respondió ella tranquilamente.

—Arthur—Ajá...

Arthur la miro con los ojos entrecerrados y cruzo sus musculosos brazos sobre su pecho. Victoria volvió a morder la manzana pero de una forma sensual y excitante para Arthur.

—Victoria—¿Y según tú cómo te veo?

Le cuestionó ella con voz delicada eh inocente.

—Arthur —Como si fueras una leona hambrienta y yo un trozo de carne muy jugoso.

Victoria quiso reír al verse tan obvia, sin quitar la mirada de sus ojos grises lo volvió a cuestionar.

—Victoria—¿Hay algún problema con eso?

Arthur sonrío de forma descarada.

—Arthur—No, pero debería ser yo quien te devoré y no presisamente con la mirada.

Victoria esbozó una sonrisa. Él regresó su vista al recipiente y continuó con lo suyo, antes de que su amigo fuera más visible.

Muy tarde.

Victoria se acercó a su lado.

—Victoria—¿Puedo ayudar?

Arthur asintió y ella tomó recipiente en sus manos. Metió un dedo en la mezcla y la chupo despacio, frente a él.

—Victoria—¡Mm!...

Arthur parpadeo varias veces al escucharla, por su parte Victoria reía internamente, le era tan adorable la reacción de Arthur.

Le dio la espalda y tomó la sartén para vertir la mezcla. A Arthur le encantaba su juego, así que tomó la espátula, se acomodó detrás de ella y hundió su rostro en el hueco de su cuello, aspirando su aroma.

—Arthur—Sí lo dejas mucho tiempo así, se quemara.

Le susurro con voz ronca, haciendo que ella se estremeciera.

Después de unos minutos, el primer panqueque salió.

—Arthur—¿Cómo te gusta?

Le pregunto él con esa sonrisa sexi, Victoria giró el rostro para poner atención a ese hombre, que la hacía humedecer con una simple caricia. "Debajo de mí" sería la respuesta correcta, según los pensamientos de Victoria.

—Arthur—¿Mermelada de fresa o miel?

—Victoria—Mermelada.

Arthur sonrío y agregó un poco de mermelada en el panque, corto un trozo y lo llevó a la boca de Victoria.

—Arthur—¿Y?...

Victoria cerro los ojos y gimió de placer al saborearlo.

—Victoria—¡Mm!...

Arthur trago en seco.

—Arthur—¡Okay es suficiente!...

Dejó el plato aún lado, la jalo de la cintura hacia él y pego sus labios en los de ella, en un sabroso beso, nada delicado.

Bajo sus manos hasta sus glúteos y la cargo.

—Victoria—Es la primera puerta.

Le dijo ella, cuando lo sintió detenerse frente al pasillo. Arthur la llevó hasta su habitación, abrió la puerta y la dejó caer sobre la cama.

—Arthur—Lamento decirte que hoy no seré caballeroso contigo.

Decía él mientras desabrochaba su pantalón dejando ver el gran bulto que sobresalía.

Después desabrocho los vaqueros de Victoria y los jalo, dejándola en una diminuta braga. Se subió en ella y comenzó a desabotonar su blusa, besaba, chupaba, lamia todo a su paso, y hasta llegar al punto más sensible de Victoria, donde pedía a gritos su total atención.

Se movía con tanta agilidad sobre los pliegues, que los gemidos incontrolables raspaban la garganta de Victoria.

Después de alcanzar la gloria, que la hizo temblar, él la tomó de las piernas y la jalo hasta la orilla de la cama. Victoria se sentó sobre la orilla y comenzó un recorrido con sus manos sobre él, hasta que llegó a esa parte, donde estaba expuesta la dura virilidad de Arthur.

—Arthur—¡Ah!... Vika, así.

La humedad lleno por completo la dureza de Arthur, él enredo entre sus dedos los cabellos dorados de la hermosa rusa. Ella no se detuvo hasta que lo sintió explotar en su boca.

La levanto de la cama y la tomó de la barbilla, quería deborarla de nuevo, pero por un instante al mirar esos ojos azules como el zafiro, sintió el impulso de hacerle saber de sus crecientes sentimientos, pero por miedo a asustarla decidió reprimirlos, por el momento.

—Arthur—Es tarde, será mejor que me vaya.

Sí, huye Arthur se reprendió él. Victoria lo miro sin entender.

Él se acomodó su ropa y salió de la habitación, Victoria salió detrás de él.

—Arthur—Nos vemos en dos semanas.

Ahora le estaba mandando falsas señales a ella, sin saberlo. Victoria levantó la frente en alto y alzó una ceja con molestia.

—Victoria—Por su puesto Arthur, estaré puntual en tu departamento. Lista para abrirte las piernas.

Arthur se detuvo al abrir la puerta.

—Arthur—¿Qué?...

Y giro para verla. La mirada de Victoria podía cortar el aire como afiladas cuchillas.

—Arthur—No era mi in...

—Arinka—Veo que estás ocupada.

Victoria y Arthur dirigieron su mirada hasta Arinka.