Capítulo XV

Dentro del salón, un grupo de mujeres murmuraba cerca de ellos y miraban de forma despreciable a Victoria, le llamaban la amante. Que novedad pensó Victoria.

—Victoria—Nunca me a gustado ser el centro de atención, de ningún lugar.

Comentó Victoria ante las miradas acusatorias, pues no dejaba de pasar de boca en boca entre los invitados chismosos. Y no es que a Victoria le importaran los rumores, pero sabía que venían de Jessica Varley y está vez no se quedaría sin hacer algo, como otras veces.

Arthur miró a su alrededor y endureció la mirada hacia aquellas personas que los veían atentos.

Victoria observó como la chiquilla caprichosa la miraba con burla y entonces esbozo una bella y esplendorosa sonrisa malvada.

Un atractivo francés deleitaba a los invitados con su armoniosa voz. La canción Je te laisserai des mots sonó en todo su esplendor.

—Victoria—Baila conmigo.

Le pidió a Arthur con una seductora voz y una sonrisa encantadora, él asintió con la cabeza, ella posó su palma en el pecho firme de Arthur y la otra la deslizó hasta su mano, para entrelazar sus dedos con los de él. Y como un tonto, Arthur la siguió hasta pista del salón.

El baile entre esos dos era exquisito, los movimientos de sus cuerpos eran tan sincronizados.

Andrew y Olivia, se miraron entre sí. Los Varley no dejaban de parlotear sobre los rumores que manchaba el apellido de su familia y el comportamiento de su hijo Arthur.

—Olivia—El único que puede salir perjudicado es Arthur, ambos sabemos que mi hijo nunca ha mostrado interés en su hija. Y, sin embargo, he escuchado como usted se ha válido de esos rumores para cerrar contratos comerciales con otros empresarios, señor Varley.

Siempre tan directa y fría.

—Sr. Varley —Eh, bueno...

—Andrew—¿Bailamos cariño?

Olivia asintió y tomo la mano de su esposo, caminaron hacia la pista dejando al matrimonio Varley en vergüenza.

Entre las vueltas del baile, Victoria se topó de nuevo con la mirada de Jessica Varley, esta vez podía ver como la chiquilla echaba fuego por los ojos. Victoria sonrío satisfecha y para darle más sabor a la noche, se pegó más a Arthur y subió sus manos hasta el cuello de él y las enredo, estaba tan cerca de su boca podía sentir el cálido aliento de Arthur, con olor a champán.

—Arthur— Se ve muy molesta.

Victoria regresó su vista a Arthur. El semblante de él era serio, lo que le hizo pensar a Victoria que la chiquilla caprichosa era de su interés.

—Victoria —Eso parece. ¿Te preocupa que lo esté?

Soltó ella sin darse cuanta que la pregunta llevaba un poco de celos.

—Arthur—No, solo me preocupa que tú lo estés, Victoria. No quiero darle la oportunidad a nadie de hacerte sentir incómoda y termines dejándome solo esta noche.

—Victoria—No pienso ir a ningún otro lado esta noche, Arthur.

—Arthur—Me parece magnífico, porque ya espere mucho para volver a tenerte.

La mirada de Arthur estaba fija en los ojos azules de Victoria, eran tan transparentes que no solamente podía ver el deseo por ella, en él, había algo más que no supo descifrar.

—Arthur—Es hora de irnos.

Arthur se inclinó hasta la boca de Victoria para depositar un beso en sus labios mientras apretaba su cintura, haciéndole saber lo que quería.

Un suspiro involuntario salió de los labios de Victoria.

Con su mano entrelazada en la de Victoria, Arthur camino hasta la salida, pero su intención se vio interrumpida por el matrimonio Varley.

—Sr. Varley—¿Tan pronto se retira joven Belf?

El hombre fingía una mirada amable al igual que la mujer a su lado.

—Sr. Varley — Esperaba que nos acompañará a tomar una copa. Hay un tema que a mi esposa y a mí nos gustaría tratar y es privado.

Arthur frunció el ceño con molestia.

—Arthur —En este momento no cuento con el tiempo para tratar asuntos sin importancia.

Tiro de manera suave la mano de Victoria y continuaron su camino hasta la limusina.

El matrimonio Varley abrió los ojos como platos ante tal grosería.

—Sra. Varley —Que insolencia.

Se quejó la mujer.

Randall los esperaba frente a la limusina. Arthur le ayudo a Victoria a subir y después se sentó a su lado. En cuanto cerro la puerta se abalanzó hacia su boca y beso sus labios en un tiempo lento.

Ella subió sus manos hasta su rostro y lo atrajo más hacia ella. La mano de Arthur viajó entre sus muslos de Victoria. Ella mordió el labio inferior de Arthur, cuando sintió el primer dedo escabullirse debajo de su braga.

Randall tenía todo su atención puesta en la carretera y no notaba nada inusual atrás.

Pero como esto no iba a parar ahí, la ventana que divide el interior del vehículo subió hasta quedar completamente cerrada, por Arthur.

Al darse cuenta de que la ventana se cerraba, Randall prendió la radio, cambió algunas estaciones hasta que escucho Stand by me, sonrío y subió todo el volumen.

Mientras tanto detrás de la ventana, Arthur recostó hacia atrás a Victoria y subió su vestido hasta su cintura, sin darle oportunidad de rechazarlo se metió entre sus muslos.

Él mordía y jugaba con la sensibilidad de Victoria, además de parecer un hombre muy sediento. Ella se retorcía vuelta loca de placer.

Los vidrios de las ventanas se empañaban por el calor que emanaba su cuerpo. Cerró los ojos cuando no pudo más y apretó con fuerza el asiento del auto. Arthur fue más preciso y en ese instante ella explotó en un mar de maravillosas sensaciones.

Mientras la calma llegaba a su cuerpo, él la abrazo, hasta que el auto se detuvo.

Randall abrió la puerta para ellos con una sonrisa amable. De la mano, Arthur le ayudó a bajar y la llevó hasta su departamento, dentro de el comenzaron a desvestirse con desesperación, Arthur la besaba con mucha necesidad de querer sentirla completamente.

Sobre la alfombra de la sala de estar, Arthur exploraba cada centímetro de la piel desnuda Victoria, la llenaba de besos y caricias nada tiernas, elevando la tensión entre sus cuerpos, esperando una anhelada unión.

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