Capítulo VIII

Arthur tomó su mano y retiro la silla para que pudiera tomar asiento a su lado, una camarera enseguida se acercó a tomar su orden.

Victoria veía el menú con desgano, no tenía apetito y solo quería que la noche terminara rápido.

—Arthur—¿Te gustaría una copa de vino o prefieres champán?

—Victoria—Un Whisky en las rocas, estaría bien.

Arthur sonrío y miro a la camarera, ella de inmediato entendió y se llevó los menús.

—Arthur—Estás muy hermosa, Victoria.

—Victoria—Gracias. Mi objetivo es hacer valer cada libra que pagaste por mí.

Soltó con sarcasmo. Arthur ignoro su comentario y continuo con la velada, como si de una cita normal se tratara.

Al final de la noche la camarera llevó trufas de chocolate como postre. Victoria alzó la ceja izquierda.

—Arthur—Sí no te apetecen ahora, podemos llevarlas.

—Victoria—Ni ahora, ni nunca.

—Arthur—Pensé que...

—Victoria —No me gustan las trufas Arthur, tampoco el chocolate.

—Arthur—Eras la primera la mujer que escucho decir eso.

—Victoria—¿Y también soy la primera mujer que compras?

Arthur sonrío.

—Arthur —Sí, eras la primera mujer que deseo tanto, al grado de pagar para tenerla en mi cama.

Dijo con firmeza, sin dejar de mirar sus ojos azules. Victoria no pudo sostenerle la mirada a Arthur y desvío sus ojos a la ventana de aquel lugar.

—Victoria—¿Podemos irnos? Ya te acompañe a cenar, como lo pediste en nuestro trato.

—Arthur — Vamos.

Arthur se levantó y extendió su mano a Victoria. Ella la tomó y camino a su lado, hasta que una bella joven los detuvo.

—Jessica Varley —¡Arthur!.

Grito eufórica y salto a sus brazos.

Jessica Varley estaba prensada a su cuerpo. El rostro de Arthur expresaba la incomodidad que tenía ese momento.

—Arthur —Jessica.

Arthur deshizo su abrazo de forma suave.

—Jessica—Disculpa si me exalte un poco, me hace feliz verte.

Victoria se alejó de ellos y camino hasta la entrada, donde Randall los esperaba con la puerta del lujoso auto, abierta.

Arthur observó como Victoria salía.

—Arthur —Tengo prisa.

Soltó con bruquedad y salió con rapidez detrás de Victoria.

—Victoria—¿Una enamorada?

Le preguntó ella, cuando entraron al auto. Arthur bufo.

—Arthur—Una chiquilla caprichosa.

Contestó con molestia. Victoria no le dio más importancia al tema y poso su vista en la ventana, total no era de su incumbencia la vida privada de Arthur, solo importaba terminar rápido su encuentro de esa noche.

Ya en el departamento Arthur se quitó su abrigo y lo arrojo lejos. Victoria observó con más detalle el lugar, ya que la primera vez que estuvo ahí no había puesto atención en cada parte de aquel sitio.

—Victoria —Lindo. Digno departamento de soltero.

Arthur puso una copa de Whisky en su mano.

—Victoria—Gracias.

Arthur levantó el vaso y le sonrío, bebió el líquido con rapidez, al igual que Victoria.

—Victoria—¿Podría usar tu baño?

—Arthur—Claro, puedes utilizar el de la primera habitación.

Victoria asintió con la cabeza y camino hasta la habitación que Arthur le señaló y abrió la puerta.

Las paredes eran grises y las sábanas de satín, que cubrían la amplia cama eran de color negro, así como las cortinas.

En el estante había un barco muy bello de escala. Ella tocó cada detalle, pues le era impresionante.

—Arthur—Lo construí yo, tarde seis meses.

Dijo recargado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho. Su camisa estaba completamente desabotonada, que dejaba a la vista su trabajado pecho. Camino hasta llegar a su lado.

—Arthur—Es el prototipo del primer barco que construirá mi empresa. Y cuando este listo lo llevaré a navegar por el mar mediterráneo.

—Victoria —¿Te gusta navegar?

—Arthur—¿A ti no?

—Victoria—Nunca lo he hecho.

—Arthur—Tal vez podría llevarte conmigo, cuando esté listo.

Arthur se acercó más ella y se inclinó hacia su boca.

—Victoria—Te agradezco la invitación, pero para ese entonces nuestros caminos no se veran cruzados de nuevo.

Su aliento a Whisky, se podía mezclar con facilidad con el de Arthur, por la cercanía que había entre sus bocas.

—Arthur —O quizás sí. Todo puede pasar, Victoria.

—Victoria —No lo creo...

Susurro en los labios de Arthur.

Y un toque tan simple y sutil entre sus labios, desencadenó toda la pasión.

Los labios de Arthur llegaron hasta el botón de su seno, Victoria hecho la cabeza hacia atrás, en el instante que él lo tomó en su boca sin pudor y después de ensañarse con sus prominentes atractivos, subió a su boca y la devoro. La danza entre sus labios era gloriosa.

Ya sin aliento, Victoria terminó el desenfrenado beso, tomo su bolso y se movió con rapidez hasta el baño. Al entrar, cerró la puerta con el pasador y recargo las palmas de sus manos en el lavabo.

—Victoria—Dios...

Murmuró con la respiración agitada. Levantó la vista hasta el espejo.

—Victoria—Debo mantenerme con la mente fría.

Se compuso de inmediato y se desvistió, se colocó el conjunto rojo y retoco su maquillaje.

Abrió la puerta y vio a Arthur sentado sobre la orilla de la cama, esperándola impaciente. Él se levantó y camino embelesado hacia ella, Victoria llevaba en sus labios un tono rojizo, que hacía contraste con su piel blanca como la leche. Sus ojos brillaban con un azul profundo, que fácilmente se perdió él, en ellos.

Ella mantuvo la vista fija en él y dejó que recorriera con sus manos su piel expuesta.

—Arthur—Eres perfecta.

Arthur se adueñó de su boca nuevamente, sus lenguas liberaban una batalla. Victoria hundió sus dedos en la abundante cabellera negra de Arthur.

Poco a poco, Arthur se deshizo de la tela que aún cubría el resto de la piel de Victoria, hasta tenerla completamente desnuda.

La cargo entre sus brazos y la llevó hasta la cama. Abrió el primer cajón de la mesita de noche para tomar un preservativo y se lo coloco, ante esos brillantes ojos azules.

Victoria cerró los ojos cuando lo tuvo por completo, Arthur sé mecía tan impetuoso sobre ella, que una magnífica sensación se arremolinó en el vientre bajo de ella.

—Victoria —¡Arthur!...

Susurró entre gemidos. La primera liberación de Victoria llegó de forma tan arrebatadora, que Arthur sintió como ella vibraba debajo de él.

Sin dejarla recuperar el aliento, la volteo boca abajo, junto las manos blancas de la hermosa rusa y las llevó hasta su cabeza, para impedirle que las moviera y volvió a unirse a ella.

El choque entre sus cuerpos era tan abrazador, que la sensación regresó a Victoria, pero está vez los elevo juntos al mayor éxtasis.

Agotado y con la respiración acelerada, Arthur dejó caer su cabeza en la espalda desnuda de Victoria y repartió besos en ella, hasta que el deseo por tomar su cuerpo despertó otra vez en él.

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Comments

Maura Pericana

Maura Pericana

nunca faltan las regaladas

2024-01-21

6

Lectora Nocturna

Lectora Nocturna

Si como no!! con el c*ño tan caliente lo dudo mucho

2023-11-20

3

Norma Montero

Norma Montero

la ortografía puede ser también error del teclado y no importa la ortografía si se entiende ala perfección y en realidad lo q importa es el contenido de la historia q hasta ahora es exelente.

2023-06-21

5

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