Capítulo XI

Victoria se removió un poco más entre las blancas sábanas, antes de poner un pie sobre la alfombra de su habitación, estiro los brazos y se levantó de su cama, camino hasta la cocina a donde la llevaba el delicioso aroma a café, que invadía sus fosas nasales.

La risa escandalosa de Tanya se escuchaba por todo el lugar, Victoria rodó los ojos pensando que estaría viendo uno de esos programas tontos de comedia que acostumbraba. Hasta que la risa sonora de un hombre, hizo que apresurara el paso a la cocina con preocupación.

El hombre tenía la cabeza dentro de la nevera, mientras Tanya voltea un panqueque en la sartén.

—Victoria—¿Tanya?

Arthur y Tanya miraron en dirección hacia Victoria. Ella estaba al pie de la puerta con sus ojos azules muy abiertos.

—Arthur—Buenos días, Vika.

Arthur llevaba puesto un mandil rosa, tenía las mangas de la camisa doblada hasta los codos y una sonrisa encantadora, que podía hacer suspirar a cualquiera, excepto a Victoria.

—Victoria— Tú. ¿Qué haces en mi cocina? ¿y con mi hermana?

—Arthur—Eh, bueno preparo el desayuno y tu hermana es mi ayudante.

Respondió sin quitar la mirada de sus ojos, eran ellos o sus atributos.

—Victoria—¿Pero como entraste a mi depa...

—Tanya—Obviamente yo lo dejé entrar.

La interrumpió Tanya. Victoria cruzó los brazos y entrecerró los ojos.

—Victoria—¿Por qué razón?

La cuestiono, Tanya simplemente se encogió de los hombros, restándole importancia. Victoria exhaló con fuerza.

—Victoria—Tanya, no puedes dejar pasar extraños a nuestro departamento, así como así.

Refutó con molestia. Arthur abrió la boca para protestar, pero la mirada de Victoria le hizo sentir que era mejor guardar silencio.

—Tanya—Él no es un extraño, es tu novio.

Arthur sonrío. Victoria lo vio de forma amenazante.

—Victoria—Él no es mi novio.

—Tanya—Pero sería lindo si lo fuera. Vamos Vika, él preparó toda esta comida para nosotras, deja que se quede a acompañarnos a desayunar, por lo menos solo hoy, ¿Sí?

Victoria resopló.

—Victoria —De acuerdo, pero solo hoy.

Tanya aplaudió feliz.

—Tanya—Ahora ve a cambiarte, no creo que quieras acompañarnos a desayunar así.

Victoria se miró a sí misma, llevaba un camisón blanco que apenas cubría su desnudez. Arthur estaba sonrojado, pues desde que entró a la cocina le fue difícil concentrarse en azul de sus ojos, frente a la pequeña hermana.

Victoria regresó a su habitación por una bata y después se sentó a desayunar en la mesa con ellos.

—Tanya—Mm, deliciosos.

—Arthur–Gracias, me alaga que te guste.

—Tanya—Deberías pasarle la receta a Victoria, no es que cocine mal pero su sazón no se compara con el tuyo.

Victoria se metía un pedazo de panque a la boca, era verdad que estaban delicioso pero obviamente no lo iba a aceptar.

—Victoria —No es cosa del otro mundo.

Soltó con indiferencia. Arthur soltó una pequeña risa.

—Tanya—¿Quién te enseñó a cocinar? No pareces un hombre que le guste ensuciarse en la cocina.

—Arthur—Mi padre.

—Victoria —¿Tu padre? Había escuchado que es el exministro.

—Arthur—Así es, frente a todos siempre fue el respetado primer ministro, pero en casa era un dedicado y amoroso padre y esposo. Y una de sus pasiones, es cocinar para mi madre, así que yo aprendí de él, del mejor.

Victoria sonrío.

—Tanya—Aww, deberías casarte con alguien así, Vika.

Victoria y Arthur se miraron a los ojos, había deseo entre sus miradas.

—Victoria—Date prisa en terminar, no quiero que llegues tarde a clases, Tanya.

Dijo ella sin desviar la mirada de Arthur, quien tampoco quería dejar de mirarla.

—Tanya—Sí, sí.

Sin prestar atención, Tanya se metió otro pedazo de panque a la boca y bebió el resto de su café.

—Tanya—Nos vemos más tarde.

Tomó su mochila y salió de prisa del departamento, dejándolos solos.

—Victoria—Gracias por el desayuno.

—Arthur—No es nada.

Victoria se levantó, recogió los platos y camino con ellos hasta la cocina. Cuando dejó la loza sobre el lavavajillas, sintió el cálido aliento de Arthur sobre su nuca.

—Arthur —Déjame besarte.

Parecía más una súplica, por el deseo ahogado que crecía en su interior por ella.

En el momento que ella asintió, el la giro y se abalanzó sobre su boca. Al principio era un desliz suave entre ambas bocas qué después se convirtió en una guerra.

Arthur desabrocho el listón de la bata y metió una mano por debajo del camisón, para apretar su glúteo con fuerza y ansiedad, su otra mano yacía en su pecho, encerrando con su grande palma su ceno, Victoria jadeaba.

Sumidos en el deseo ellos abarcaban cada parte de sus cuerpos con caricias desesperadas, Arthur beso sus hombros, la cavidad de su cuello y después regresó a los hinchados labios de Victoria, la subió sobre la encimera y se metió entre sus piernas.

Ella desabrochó el pantalón de Arthur para bajarlo, mientras él bajaba su boca hasta sus prominentes pechos, para devorarlos uno a uno. La virilidad endurecida de Arthur rozaba la delgada tela que cubría la intimidad de Victoria, ambos ardían anhelando la unión de sus cuerpos.

—Arthur—Yo... Yo no traje conmigo un preservativo.

Susurró en su cuello. Victoria abrió sus bellos ojos azules, no podía controlar su respiración, su pecho subía y bajaba con fuerza por la agitación. Él mordió la clavícula de su cuello, estaba embriagado de ella, su mano inquieta no dejó de acariciarla.

—Arthur—Sí no dices nada te tomaré aquí.

Su boca volvió a devorar la de ella, haciendo que volviera a cerrar esos ojos azules. Poca fuerza de voluntad quedaba en él, quería volver a sentirse uno con ella, se estaba convirtiendo en una obsesión para Arthur, eso creía él.

Por su parte a Victoria, no le importaba nada más que satisfacer su necesidad ese momento. Pero su mente la trajo de regreso, Victoria empujó un poco el pecho de Arthur y bajo de la encimera.

—Victoria—Debes irte Arthur. Este no era el trato, no deberías estar en mi departamento y mucho menos entre mis piernas.

Arthur se sintió frustrado; sin embargo, respeto su decisión y acomodo su ropa, al igual que Victoria. Tomó su abrigo y camino hasta la puerta del departamento.

—Victoria—Arthur...

—Arthur—Que tengas un excelente día, Victoria.

Cerró la puerta al salir. Victoria se quedó parada por un minuto más, mirando hacia la puerta con una sensación extraña en el pecho.

¿Será la culpa por la forma que había rechazado a Arthur? ¿O quizás arrepentimiento por pedirle que se fuera?

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Comments

china hernades

china hernades

RICOOOO🔥🔥🔥🔥🔥

2024-04-19

3

Lectora Nocturna

Lectora Nocturna

Ohhh wao, una acción moja bragas

2023-11-21

4

Lisseth Espinoza

Lisseth Espinoza

q pana le toco ducha fría a Arthur jajaja 😂

2023-06-18

4

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