Capítulo II

El chófer de Rupert se estacionó frente al edificio donde vivía Victoria. Ella quitó el seguro del auto para bajar, pero Rupert la atrajo hacia él del brazo, la tomó de la barbilla y pego sus labios en los de ella con algo de fuerza.

—Rupert —Ahora bájate, vendré por ti a las nueve.

Rupert trono los dedos y su asistente se dio prisa en abrir la puerta, para la dama. Le entregó en las manos un bello vestido color borgoña y un estuche, con un collar de diamantes.

—Victoria —Pensé que había sido clara. No quiero tus regalos ostentosos.

—Rupert —No me interesa lo que tú quieras o pienses Victoria. Te quiero lista a la nueve, ni un minuto más.

Vocifero Rupert. Victoria se dio media vuelta con disgusto y camino hasta la entrada del edificio.

Victoria Alekseev abrió la puerta de su departamento, estaba en el último piso, era grande y lujoso. Llegó a su cuarto y dejo las cosas sobre su cama.

—Tanya —¡Llegaste Vika!

Tanya camino hasta la cama de Victoria y de un salto, se dejó caer en ella.

—Tanya —He estado muy aburrida todo el día, ¿Podemos ir a un centro comercial?

—Victoria —Tal vez mañana, Tanya. Ahora solo quiero dormir un rato mientras llega la noche.

—Tanya—¿Saldrás de nuevo?

—Victoria—Rupert vendrá por mí a las nueve.

Soltó con fastidio.

—Tanya—No debiste aceptar el trato con ese tipo. Ha hecho de tu vida un infierno, Vika.

—Victoria —Fue la única manera que me dejó para pagar el préstamo.

Dijo amargamente.

—Tanya—¿Existe otra manera de pagar la deuda a ese ogro?

—Victoria —Sí la hay, únicamente necesito ochocientos mil libras ¡Y listo!.

Tanya hizo una mueca de desagrado.

—Tanya —Es mucho dinero. Tal vez deba dejar de estudiar para trabajar y ayudarte.

—Victoria—Como crees Tanya. No quiero que dejes tus estudios.

—Tanya —Al menos déjame asistir a una escuela de gobierno. Las cuotas de mi escuela son muy altas, además ya no pertenezco a ese ambiente de niños ricos.

—Victoria —No, ya habíamos hablado de esto.

—Tanya—Pero Vika, es más horrible tener que soportar a ese ogro que se cree dueño de ti.

—Victoria —Bueno, solo queda un año para soportarlo.

—Tanya—¿Y estás segura que cuando termine ese año, él te dejará en libertad?

—Victoria —Firmamos un contrato, no puede hacer nada para retenerme.

Tenya bufo.

—Tanya —Ojalá así sea, Vika.

A las nueve en punto, el auto de Rupert Weisz estaba parado frente al edificio donde vivía Victoria.

Ella subió al auto y se sentó a lado de Rupert.

—Rupert —Estás bellísima, Victoria.

Victoria ni siquiera quiso verlo y desvío su vista a la ventana. Rupert enfureció y la tomó de la barbilla.

—Rupert—Tus ojos siempre deben estar en mí y solo en mí, entiendes.

Victoria asintió con la cabeza y se deshizo de su agarre.

—Rupert —Es bueno que entiendas que eres mía, Victoria.

Arthur entrego su abrigo al mesero que atendería su mesa esa noche y tomó asiento en su lugar. Dos hombres más llegaron a acompañarlo en su mesa, eran viejos socios de sus padres, así que había confianza para hacer negocios con ellos.

Los hombres estaban interesados en el proyecto del joven Belf y estaban dispuestos a invertir.

—Rupert —Buenas noches.

Rupert interrumpió la plática de los hombres, llegó como siempre con total arrogancia y prepotencia. Los hombres fingieron una sonrisa amable.

—Socio —Por favor siéntate Weisz, justo empezábamos a hablar del negocio del joven Belf.

Dijo el hombre, esperando entrar de nuevo en el tema.

Sin embargo, Arthur ya no estaba interesado en hablar de negocios. Sus ojos grises se perdieron en el azul zafiro de aquella hermosa mujer, pero no era el único.

—Rupert —Hablemos de los contratos de exportación que obtendrá para la empresa naviera.

Los hombres hablaron por mucho tiempo de negocios, hasta que uno de los hombres llamó al mesero para ordenar.

Victoria estaba incómoda por la mirada intensa que Arthur tenía puesta en ella. Pero no obstante, era mejor que la mirada libidinosa de uno de los socios.

—Socio—Su novia es muy bella, señor Weisz.

Rupert se molestó por el comentario.

—Rupert —Una amante, nunca toma el puesto de una novia.

Escupió con veneno y lleno de celos.

Los hombres se sintieron incómodos, por la manera que se había expresión hacia aquella hermosa mujer. Arthur observó el rostro de Victoria, esperando una reacción por tal humillación.

—Victoria —Disculpen caballeros.

Con la cara en alto, ella se levantó de su asiento y camino hasta la salida del lugar. Maldecía por dentro a Rupert Weisz por tal humillación.

—Victoria —Como si yo hubiera deseado ser tu amante de ocasión.

Murmuró con enojo. Estaba parada fuera del restaurante, con sus zapatillas altas y un abrigo sencillo. Sentía los dedos de los pies congelarse y su cuerpo no paraba de temblar por el frío, que sacudía la ciudad de Londres.

—Arthur—Por favor permítame llevarla.

Victoria giró el rostro y se topó con Arthur, él estaba parado frente a ella con aura imponente, pero en sus ojos llevaba una mirada tranquila y cálida.

—Victoria —Está bien.

Acepto sin refutar.

Arthur cerró la puerta del auto, después de sentarse a su lado. El trayecto fue en completo silencio, él miraba de vez en cuando el rostro de la mujer, teniéndola más de cerca podía notar mejor sus delicadas facciones. Sí, era muy hermosa y se sentía muy atraído por ella.

El auto se detuvo en la dirección que Victoria le dio a Randall, el chófer. Arthur abrió la puerta y bajó para ayudar a Victoria a salir.

—Victoria —Gracias, señor Belf.

—Arthur —Espere.

Victoria se dio media vuelta para quedar frente a él.

—Victoria—¿Sí, señor Belf?

Pregunto ella con impaciencia.

—Arthur—¿Aceptaría una cena conmigo?

—Victoria —No.

—Arthur–¿Por qué no?

Indagó Arthur.

—Victoria—Simplemente no estoy interesada.

Arthur cerró la puerta y dio unos pasos para acercarse más a ella.

—Arthur—¿Y que puedo hacer, para que le interese cenar conmigo?

—Victoria —Nada.

Respondió Victoria en seco. Arthur sonrío mostrando todos sus perfectos dientes blancos.

—Arthur —Entiendo, que tenga buenas noches, señorita.

Sin esperar que él se fuera Victoria se dio media vuelta para entrar al edificio. Arthur se quedó en el mismo lugar esperando que ella entrará y después subió a su auto.

Rupert recibió la llamada de su asistente.

—Asistente—La señorita Alekseev, ya llegó a su edificio, señor Weisz.

Rupert colgó la llamada. El asistente tenía la enorme preocupación de que su jefe se enterara, que Victoria había llegado en el auto de Arthur Belf, su nuevo socio.

Victoria despertó muy temprano, se dio un baño y preparo el almuerzo de su hermana.

El timbre del departamento se escuchó y Tanya salió disparada de la habitación.

—Tanya—¡Yo abro!

Victoria acomodaba los platos en la mesa, cuando Tanya se acercó a ella, con un enorme arreglo floral de rosas rojas.

—Victoria—¿Y eso?

—Tanya—Es para ti, revisa la tarjeta.

Ella tomó la tarjeta para leerla, frunció el ceño con molestia y la rompió.

—Tanya—¿Es del ogro?

—Victoria —No.

Victoria tomó el arreglo para llevarlo a la basura.

—Tanya—¿Qué haces?

—Victoria—Desecharlo.

—Tanya—No.

Tanya se lo quito de las manos.

—Tanya—El arreglo es muy hermoso, además se ve que es costoso.

Victoria rodó los ojos.

—Victoria —Da igual.

Ellas continuaron con su rutina, Tanya se fue al colegio y Victoria salió a su trabajo.

Victoria Alekseev trabajaba en The British Museum como asistente, gracias a su carrera de Literatura antigua. Su trabajo consistía en ayudar a traducir obras literarias.

Su sueldo como asistente no era muy alto, pero si suficiente para pagar las cuotas del colegio de Tanya y sus necesidades personales.

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Comments

Yura Ran

Yura Ran

trabando y con buen sueldo y dependiendo de un 🐕

2024-03-25

5

Yura Ran

Yura Ran

uuuuffff la lleno de 💩

2024-03-25

2

Maria Torres

Maria Torres

Que hombre más despreciable 😠😠😠

2024-03-07

2

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