Capítulo IX

El ruido de la alarma sacó a Victoria de su sueño, miró hacia el otro extremo de la cama y la encontró vacía.

—Victoria—Que novedad.

Victoria tenía una sonrisa ladina, no es que esperara que al despertar, él estuviera acostado a su lado. Pero pensó que quizás Arthur no repitiera los mismos patrones, que Rupert.

Se levantó desnuda en busca de su vestido, pero solo encontró un par de bolsas con prendas de una marca muy conocida. Y justo de su talla.

Victoria buscó entre las bolsas algo de su agrado, no pensaba ir desnuda a su trabajo. Tomó una blusa de botones color beige, de satén y un pantalón negro de cuero con unas zapatillas altas del mismo color. Por último peino su cabello dorado, tomó su bolso y salió de la habitación.

Una mujer de quizás unos cincuenta años de edad, algo rellinita y con menos estatura que ella, pero con una sonrisa amable, se acercó a Victoria y con un tono de voz agradable le saludo.

—Empleada—Buenos días, señorita Alekseev.

—Victoria—Buenos días.

Respondió con el mismo tono.

—Empleada—¿Desea que le sirva el desayuno?

—Victoria—No, muchas gracias. ¿El señor Belf?

—Empleada—El joven salió temprano a su oficina.

—Victoria—Por su puesto.

Victoria caminó hacia la puerta del departamento, pero aquella mujer camino detrás de ella.

—Empleada —Su vestido fue llevado muy temprano a la tintorería, como lo ordenó el joven Belf. Y su chófer espera abajo por usted.

Victoria solo le sonrío amable y abrió la puerta para salir de ese lugar. Al salir del edificio como lo había dicho la mujer, un chófer esperaba por ella frente a un lujoso auto color negro.

—Chofer—Señorita Alekseev.

El hombre inclinó un poco la cabeza, en forma de saludo y abrió la puerta de inmediato para ella.

—Victoria—Gracias, pero tomaré un taxi.

—Chófer —Disculpe señorita Alekseev, pero el joven Belf dejó muy claro que me encargaría de llevarla a donde usted ordene. Mi trabajo depende de eso.

Victoria exhaló con pesadez.

—Victoria—De acuerdo.

Sin más remedio subió al auto. Llegando a su trabajo, el chófer abrió su puerta y le ofreció su mano para ayudarla a bajar.

—Victoria—Gracias.

—Chófer —Estoy a sus órdenes.

—Victoria—Ya cumplió con su tarea, ahora puede retirarse.

Con un andar glorioso para cualquier hombre, Victoria camino hasta las oficinas de su trabajo. El chófer se rascó la cabeza, era muy claro por qué el joven Belf estaba a los pies de esa hermosa mujer.

Arthur Belf se encontraba en salón de reuniones, ultimando detalles de la empresa naviera con sus socios y entre ellos se encontraba, Rupert Weisz.

La secretaria entró al salón con una bandeja de tazas de café, traía puesta una minifalda y una blusa blanca de botones, abierta de los primeros dos. Se acercó a los caballeros para servirles el café, dejando ver busto para llamar su atención.

—Socio A —Una idea excelente, es una fiesta de máscaras. Podríamos organizarla para la próxima semana, estará llena de glamour y asistirán las personas más importantes de Inglaterra y Europa.

—Socio B—Estoy de acuerdo.

—Arthur—Sí el señor Weisz también está de acuerdo, no tengo problema alguno con su idea.

—Rupert—También me parece una excelente idea.

La secretaria escuchaba con atención la conversación de los caballeros y una idea rondó por su cabeza. "Esta podría ser la oportunidad para señorita Verley, con el joven Belf."

El teléfono personal de Arthur vibro en la mesa, llamando su atención y la de todos los presentes en esa sala.

—Arthur —¿Sí?

—Chofer—La señorita Alekseev acaba de entrar a su trabajo, joven Belf.

—Arthur— Bien, solo te moverás en caso de que ella decide salir a otro lugar.

—Chófer—Así será, joven Belf.

Arthur colgó la llamada, con la mirada atenta de todos.

—Socia B—¿El joven Belf ya tiene una dama que ocupe su corazón?

Pregunto con curiosidad, lo que también animo a Rupert a ser curioso.

—Rupert —¿Una dama de la sociedad o una calienta camas?

Arthur vacilo un poco en la respuesta. Los ojos oscuros de Rupert, estaban puestos en los grises de Arthur, esperando su respuesta.

—Arthur—No soy un hombre al que le guste ventilar su vida privada.

Replico Arthur con un tono hostil y un semblante estoico. Lo que endureció el rostro de Rupert.

Para los antiguos socios de Olivia Hartford, no era de extrañarse obtener una respuesta así de su hijo Arthur.

—Rupert—Sí no es una zorra, ¿por que no buscar una?. El mundo está lleno de un sin fin de mujeres haciendo fila para que les dé una buena fo****a. Un ejemplo claro es su secretaria.

Mencionó Rupert, cuando la secretaria salió de la sala contorneando la cadera. Los socios voltearon hasta el lugar donde la secretaria salió, a excepción de Arthur.

—Socio B—Esa mujer es muy guapa. Pero aun así no está a la altura de una belleza como la de su anterior amante, señor Weisz. Debo reconocer que esa mujer es sumamente hermosa.

—Rupert—¿Anterior?

—Socio B—Anoche fue vista en un restaurante suntuoso, en compañía de otro hombre. La amiga de mi esposa la vio, cuando cenaba tranquila en ese lugar con sus hijos.

Rupert se reclinó en la silla con seriedad que más que tranquilo, escondia rabia.

—Socio A—El hecho de que haya cenado con otro hombre, no da señales de que sea la mujer de alguien más. Pudo haber sido un primo o simplemente un amigo. Nunca falta quien riegue rumores para perjudicar a las personas.

El socio A, dio una ligera mirada a Arthur. Pues él se encontraba esa noche cenando con su esposa en su aniversario de bodas, cuando lo vio salir acompañado de la rusa.

—Socio B —No creo que sean solo rumores. Ese tipo de mujeres solo sirven para una cosa y es satisfacer a hombres como nosotros, para que llenemos su vida de lujos

Soltó sin decoro, hablaba con una enorme sonrisa, como si en su vida tubiera la oportunidad de tenerla en su cama, ahora que no estaba con Rupert Weisz. Arthur endureció el rostro y tomó el asunto más personal.

—Arthur—No es de hombres hablar mal de una mujer, aun cuando no siga las reglas absurdas que la sociedad impone. Para mí ante todo sigue siendo una dama.

El socio se mofó con las palabras de Arthur.

—Socio B —Entiendo joven Belf, una "dama" tan hermosa como la rusa, haría que cualquier hombre se golpee el pecho para defender su reputación. Pero, al fin y al cabo sigue siendo...

Arthur hecho una mirada fría a aquel hombre, no pudo evitar que la rabia recorriera cada músculo de su cuerpo.

El hombre se tragó sus palabras.

—Arthur —Que tengan un excelente día caballeros.

Sin más que decir se levantó de su asiento y abrió la puerta de la sala de reuniones, para caminar hasta su oficina.

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Comments

Adelina Garaicoa

Adelina Garaicoa

ella tambn kmo se va acostar ese cerdo asquerosooo solo x no llevarse los bienes d sus padres creo k todo padre kiere lo mejor para su hija ella denigre a k se haga pasar x amante luego hace la ofendida cuando Arthur a sido un caballero no esa ese animal k cree k d el ..

2024-03-23

5

Lita Wellington

Lita Wellington

Arthur solo le dio su lugar

2023-12-19

3

Sira Mercedes Wallace

Sira Mercedes Wallace

excelente respuesta 👌

2023-09-25

4

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