Capítulo diecinueve
George había hecho una pregunta que dejaba en evidencia sus celos. Sin embargo, Julia había sabido librarse de esa conversación indeseada para ella.
–Muy bien señorita. Vayamos al grano –George la tomó del cuello y la besó un buen rato.
Él no podía creer cuan excitado estaba después de solo besarla. Era claro que ella sabía cómo provocarlo.
–Hace calor –dijo Julia mientras se ponía de pie. Necesitaba tomarse un minuto–. Vayamos a la playa.
Ella fue a la parte trasera de la casa y bajó por las escaleras hasta llegar a la playa. Se quitó las sandalias y caminó con los pies desnudos por la arena. George la miraba mientras ella disfrutaba desplazarse por la orilla del mar.
–No suelo salir con mujeres tan exigentes –le confesó cuando ella volvió a él para besarlo.
–Que aburrido es eso –ella dejó sus sandalias cerca de la escalera y tomó la mano de George para que fuera con ella hasta la orilla. El agua acariciaba sus pies descalzos. Estaba fría, aun así, la sensación era muy placentera–. Si solo sale con mujeres que pretenden complacerlo ¿Dónde está la diversión?
Ella soltó su mano y se metió al agua. Primero sintió mucho frio, pero luego su cuerpo empezó a acostumbrarse a la temperatura del mar. Era algo que quería compartir con él.
–Esta deliciosa ¿Porqué no vienes? –le reclamó ella y él sonrió.
Esta chica era fuera de serie. George se quitó la camisa y la dejó en la arena, para luego acompañarla. Una vez que logró atraparla la besó y después la abrazó. El agua estaba fría para él.
–¿Intentas apagar el fuego de mi interior? –le preguntó George mientras acariciaba su rostro, angelical y delicado.
–Para nada –Julia había empezado a acariciarlo de manera juguetona.
–Me gusta tu cabello –le dijo él sin darse cuenta que lo hacía en voz alta.
–A mí me gusta más la luna –dijo ella y le mostró el cielo.
Ambos miraron hacia arriba, la luna se veía muy bien desde donde estaban ellos. Algo más romántico de lo que George estaba acostumbrado a presenciar. Aun así, no le molestó, era lindo pasarlo así con ella.
–Podría estar así toda la noche –dijo George mientras dejaba que ella tomara aire entre sus besos–. ¿Te parece extraño que me gusten tanto tus besos?
–Dicen que los besos son como las caricias. Nadie se cansa de ellos –Julia parecía tan relajada a su lado. Tan feliz.
–Eres muy lista, atrevida y sensual –George no podía dejar de decir tonterías. Le gustaba tanto que sentía que debía decírselo. Era algo que no podía controlar–. ¿Qué es lo que te falta?
Ella sonrió, le pareció que su amigo estaba tornándose excesivamente romántico por lo que tuvo que sacarlo de su burbuja. Sabía cómo hacerlo, ella era muy provocadora.
–¿En estos momentos o todo el tiempo? –preguntó ella con picardía.
–No lo sé, dime tu –George no podía pensar. Tenerla así, tan cerca, tan suya. Hacía que se llenara de deseo.
–En estos momentos me faltas tu –Julia se mostraba muy receptiva y sensual.
George la miró extrañado. Julia era diferente a todas las mujeres con las que había dormido. Ellas buscaban alagarlo, complacerlo y recibir favores por ello. En cambio, Julia parecía disfrutar el momento. Como si no quiera estar con él por quien era. Sino por el simple hecho de disfrutar de la situación, así como lo hacia él.
–¿Cómo puedo faltarte si tu estás aquí? –preguntó él con una sonrisa. Estaba seguro que su respuesta lo sorprendería.
–Es que, deberías estar dentro de mí –dijo Julia y salió del agua. La ropa se pegaba a su cuerpo transparentándose y permitiéndole verla mejor.
–¿Estás escapando de mí? –preguntó él.
–Solo trato de hacerlo más interesante para los dos –dijo ella y se quitó el vestido mojado dejándolo a los pies de las escaleras. Él observó con detenimiento sus lindas bragas. Eran muy pequeñas y le permitían tener una placentera visión de su trasero. El cual esperaba poder acariciar en poco tiempo.
Ya dentro fueron a la cama y lo hicieron, aunque esta vez fue muy distinta a la del departamento de ella. Ambos se tomaron el tiempo de disfrutar cada una de las propuestas que el otro le hacía, complementándose con morbo y seducción. Una vez que el ritmo no pudo desacelerarse ella terminó por sacar a la fiera que llevaba en su interior. Lo que encendió a George tremendamente.
La luna aún se veía por la ventana cuando ambos se separaron para respirar y descansar. Había sido una jornada extenuante para los dos y solo era lunes.
–En verdad te estabas conteniendo en tu departamento –dijo George con la voz entre cortada por la falta de aire.
–Te lo dije…Me gusta poder expresarme, pero en el departamento sería complicado –le explicó ella.
Ambos sabían que, si ella era así en su casa, los hermanos Stephen Son se harían una fiesta con sus burlas al verla. Sin hablar de que comenzarían a sospechar de él.
–¿Siempre eres así? –preguntó él con curiosidad y algo de celos.
–Tranquilo que soy sincera. Solo lo hago si la persona con la que estoy me provoca lo suficiente–Julia miró su reloj después de decir eso–. Creo que ya es hora de que volvamos. Mañana tenemos que trabajar.
George se molestó un poco. Deseaba pasar la noche con ella. No esperaba que después de un viaje tan largo y de solo hacerlo una vez, aunque una muy larga y placentera, ella ya quisiera irse. Él hubiera deseado ir juntos al trabajo al otro día.
George le prestó ropa para que ella se pusiera. Julia tomó una de sus camisas y le puso un cinto a la altura de la cintura para que quedara como un vestido. George era mucho más alto que ella por lo que su camisa a Julia le llegaban arriba de las rodillas. Él se dio cuenta que por el tipo de persona que era ella lo mejor sería tener algo de ropa en la casa de la playa para que ella se ponga en caso de hacer algo como lo que había hecho esa noche. No podía negar que ella se la había ingeniado muy bien y se veía hermosa sin importar lo que se pusiera. Sin embargo, quería ser considerado con ella ya que no pedía nada de él.
Julia se quedó dormida en el coche por lo que él pudo quedarse admirándola durante el viaje. Al llegar le pareció que había sido poco tiempo el que les llevó. La despertó para que bajara porque entendía que ella no querría ser cargada hasta su casa. Sobre todo, porque si Andrew los veía iba a hacer preguntas.
Julia le pidió subir sola en el ascensor. No quería que la vieran con él.
–No te molesta, ¿verdad? –le preguntó Julia y él le dijo que no, aunque si lo hacía.
No había esperado que ella deseara tener tantos recaudos.
Autora: Osaku
Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.
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Comments
Graciela Peralta
que pasara ahora con ella y el
2023-10-14
6
Maris Benitez
Hermoso capitulo 😍😍😍😍🥰😍🥰🥰🥰😍🥰🥰🥰😍🥰😍💥💥💥💥❤️🔥🔥🥵
2023-08-24
1
Rocio Raymundo
Julia y cuántos te abras metido y sentido a si uh eres una diablillo lo volverás loco de pasion George y Asus hermanos si esque te llegan a probar
2023-03-24
1