La ducha

Capítulo seis

Julia y Nick volvieron juntos en un taxi a su edificio. Él pagó el taxi mientras ella descendía. Ambos estaban mojados, ya que habían empezado a llover mientras estaban en la parada esperando un móvil antes de venir. Por suerte para ella los documentos no se le habían afectado con la lluvia.

Subieron al ascensor y mientras ella controlaba que todo estuviera en orden, Nick presionó el botón para subir al último piso.

—¿Estás nerviosa todavía? —le preguntó Nick al ver cómo ella controlaba los papeles que tenía.

—Es que es mi primer día en mi nuevo empleo y no quiero arruinarlo. Esto es muy importante para mí —dijo Julia, y tras contar dos veces que tenía todas las cosas se relajó un poco.

Al llegar a su piso, ambos bajaron. El joven pelirrubio pasó una tarjeta en su puerta. La cerradura que él tenía era distinta a la de ella. Julia se sorprendió al ver el hogar de Nick. Las remodelaciones que había hecho su padre eran increíbles. Eso parecía una casa, era enorme, elegante y muy lujosa. La mesa donde Nick le pidió que dejara sus cosas valía su sueldo de un mes. Al parecer, su amigo no solo tenía mucho dinero en su billetera, algo que había notado antes de bajar del taxi. También lo tenía en el banco o, por lo menos, en sus muebles.

—Después de dejar tus cosas sobre la mesa, deberías darte una ducha y cambiarte de ropa. Estás empapada y podrías resfriarte. Hoy está haciendo frío —dijo Nick y sin querer notó cómo se marcaban dos botones pequeños y delicados en la blusa de Julia. Algo que hizo que se pusiera un poco nervioso—. Creo que lo mejor es que te duches tu primero. Te prestaré ropa. Mientras tú hagas eso, hablaré con mi hermano y el cerrajero.

—¿Tu hermano? —preguntó Julia, confundida. ¿Qué tenía que ver el hermano de Nick con lo que le había pasado a ella?

—Sí, mi hermano es oficial de policía. Podrá ayudarnos con tu problema. Ya que no sé si un cerrajero esté dispuesto a venir a esta hora hoy. Sobre todo, por cómo está lloviendo —dijo Nick tratando de no mirar a Julia, esquivándola observando en dirección a la ventana—. No quiero que te alarmes, pero tal vez debas dormir aquí.

Julia se sentía terrible. No quería sonar desagradecida, pero no le parecía bien dormir en la casa de Nick.

—No quiero causarte molestias —dijo ella, negando con sus manos.

—Tranquila. Tenemos cuatro cuartos y mis hermanos mayores casi nunca están aquí. Yo puedo dormir en el dormitorio de alguno de ellos y tú puedes quedarte en el mío. No habrá inconveniente —dijo Nick sonriendo, lo que hizo que Julia no pudiera negarse.

Él le mostró las puertas de los dormitorios y le pasó la ropa para que ella se pudiera duchar, ya que empezaba a tiritar del frío.

—De todas maneras, solo estoy especulando para que te quedes tranquila sabiendo que tenemos opciones —dijo Nick de manera expectante—. Antes de tomar una decisión, lo mejor es esperar a ver qué me dice el cerrajero.

Julia se dio cuenta de que, pese a la edad de Nick, era un chico muy listo que sabía cómo resolver situaciones inesperadas con bastante calma. En parte le causó gracia cómo él pudo darle soluciones a ella. Fue una grata sorpresa encontrárselo fuera de su trabajo. Ella estaba muy agradecida con él, tendría que buscar la manera de compensarle tanta generosidad. Aunque tenía que pensarlo bien, ya que se notaba que un regalo material sería casi imposible con su poder adquisitivo actual.

Le alegraba haber conocido a alguien como Nick, era como su pequeño ángel de la guarda. Puesto que, desde que llegó a la ciudad, él había sido la primera persona que la había tratado con amabilidad.

El teléfono de Nick sonó y este le indicó vagamente con la mano cuál era su cuarto para que ella pudiera darse la ducha y calentar un poco su cuerpo. Mientras tanto, fue a buscar un bolígrafo para poder anotar lo que su hermano le decía. Le había conseguido el número de un cerrajero.

Julia entró al dormitorio. Al verlo le pareció extraño que ese fuera el cuarto de Nick. Ella pensaba que le gustarían más los colores vivos, y no el azul oscuro y el negro. Por lo menos al ver cómo se vestía. Sin embargo, ¿quién era ella para cuestionar sus gustos?

Entró al baño y se quitó la ropa mientras cargaba la tina de Nick. Nunca se había dado una ducha en una. Sería su primera experiencia. El baño era hermoso, con mármol en las paredes, detalles plateados en todos lados, accesorios que verías en un hotel de cinco estrellas. Muy agradable a la vista.

Una vez que el agua estuvo en condiciones, se metió y pudo sentir cómo su cuerpo recuperaba ese calorcito. Tan deliciosa estaba el agua que le daban ganas de dormir ahí mismo. Era muy agradable tener una tina. Tal vez sería la última vez que la usara, por lo que la aprovechó al máximo.

Al salir del agua, se dio cuenta de que no le había pedido una toalla a Nick. Buscó entre los cajones dentro del baño, pero no encontró ninguna.

—¿Y ahora? —se preguntó en voz alta.

Tal vez lo mejor era llamar a Nick, pero para eso debía salir del baño. Claramente, el departamento era muy grande como para que él la escuchara. Su ropa estaba mojada, por lo que no le servía de nada. Así que no le quedó otra opción que ir al dormitorio desnuda para llamar a su angelito guardián desde ahí. Esperaba que no estuviera demasiado cerca como para que no se llevara una sorpresa al verla así.

Al abrir la puerta, el vapor se apoderó del dormitorio. No se había dado cuenta de que el agua había estado tan caliente. En ese momento recordó la ropa que Nick le había dado y al verla sobre la cama fue hasta ella. Tal vez podía usar algo para salir del dormitorio y pedir una toalla.

Julia estaba tan compenetrada en sus pensamientos que no se dio cuenta de que al lado de la cama estaba Fred. Ella gritó del susto, él la miró más confundido aún. Él también se había desvestido, ya que la tormenta había sido fuerte y se había mojado un poco. Julia intentó tomar una toalla que había entre la ropa sobre la cama, pero torpemente esta se cayó al suelo. Haciendo que ambos pudieran apreciar la desnudez del otro.