Hola gatita

Capitulo doce

George había sufrido el hurto de su celular en un descuido. Estaba en un teléfono público hablando con su hermano Andrew cuando vio la silueta de una joven que le pareció conocida. Era su gatita, y estaba pasando frente a él. No podía perder esta oportunidad.

–Lo siento, debo colgar –dijo George ansioso por abandonar esa cabina telefónica–. No te preocupes demasiado. Si, lo sé, compraré uno nuevo mañana a la mañana.

Salió y miró en todas las direcciones. No había tardado mucho en su llamada. Tenía que estar cerca.

–¿Dónde estás gatita? –se preguntó en voz alta.

Julia había logrado verle y se había escondido de él. No quería topárselo todavía.

–Maldición, ¿estaré volviéndome loco? –se dijo en voz alta. Ya le había pasado varias veces que pensó haberla visto en la empresa o en su edificio, pero siempre pasaba lo mismo.

Julia esperó un buen rato detrás de una columna. Cuando pensó que ya estaba fuera de peligro un hombre la abordó.

–Disculpe señorita –dijo George con una sonrisa pícara.

–Mierda –dijo ella por lo bajo. No podía retrasar más su encuentro. El tipo la había tomado por sorpresa y ella se había asustado.

–¿Perdón? –preguntó George al notar lo que la joven había dicho. Se dio cuenta de su incomodidad por el encuentro.

–Nada, disculpe–dijo ella y trató de apartarse del camino de George, pero este no la dejó.

–¿Usted no es la amiga de Nick? –preguntó George a Julia. La niña se veía hermosa como las veces anteriores que la había cruzado.

–¿Qué? –preguntó ella, al escuchar el nombre de Nick se había puesto más nerviosa. Aunque no entendía por qué. Después de todo ella no había hecho nada malo–. Creo que me confunde con otra persona señor.

¿A caso le había dicho señor? Eso molestó mucho a George. ¿Lo estaba tratando de viejo y senil? Era obvio que sabía quién era él.

–¡Julia! –dijo la voz de Nick.

–¡Rayos! –gritó Julia del susto. Ahora no podría hacerse la desentendida con la situación.

En ese momento George comenzó a sonreír. ¿Cómo haría su gatita para escapar ahora? Estaba ansioso por descubrirlo. Nunca su hermano había sido tan agradablemente imprudente.

–Hermano, Julia. ¿Qué hacen por aquí? ¿Ustedes ya se conocían? –preguntó Nick feliz de encontrarse a dos de sus personas favoritas.

–Sí, si…–dijo Julia a medias.

–Ahora lo recuerdo –dijo George haciéndose el tonto–. Tú eras la gatita que dormía en la cama de Nick la otra noche.

Disfrutaba mucho el rostro de la pequeña desvergonzada cuando se ponía nerviosa.

–George, no seas irrespetuoso hablándole así a Julia. Ella aún no conoce tu manera de ser y puede sentirse incómoda –reprendió Nick a su hermano mayor–. Y si, Julia es la chica que te he mencionado. Nuestra vecina de junto.

–Lo siento señorita Julia –dijo George con una sonrisa pícara–. Creo que ya lo recuerdo. Entonces podemos volver todos juntos a la casa.

La invitación de George había sido una jugada arriesgada, pero quería saber si ella seguiría huyendo de él o sería capaz de volver con ellos.

–Sí, es una gran idea –dijo Nick sin darse cuenta de lo que ocurría entre esos dos–. Además, podemos aprovechar que estarán todos y podemos hacer una fiesta de bienvenida para Julia. Será genial.

Nick parecía muy entusiasmado con la idea que se le acababa de ocurrir. Y no se había percatado de la cara de terror de Julia. Ni de como el lobo quería comerse a esa corderita.

–Me encantaría Nick, pero tengo mucho trabajo pendiente –dijo Julia tratando de usar el último salvavidas que le quedaba.

–Cierto que trabajas con Fred, debe ser muy estricto contigo –dijo Nick un poco decepcionado–. De todas maneras, es muy gracioso que vivas al lado de nuestra casa y trabajes en la empresa de nuestro padre ¿No les parece?

–Seguro –dijo George, estaba impaciente. Sabia que iba a divertirse mucho con la pequeña gatita en celo que había conocido–. De todas maneras, venga a cenar con nosotros, hablaré con Fred si le preocupa su rendimiento laboral.

Al decirle eso ella no pudo hacer nada. El doctor Stephen Son era su jefe, pero George era el jefe de ambos. Por lo que se resignó a la cena con los cuatro hermanos. Subieron al automóvil de George, el chofer de este les abrió la puerta para que entraran. Julia quedó al lado de George y contra la ventana.

¿A caso quería intimidarla? Dos podían jugar el mismo juego. Ella le preguntó a Nick que era lo que iban a cenar, mientras le refregaba los pechos a George en el hombro.

Este la miró y luego su escote. La gatita se había desprendido uno de los botones de su camisa para que él pudiera tener mejor vista de sus pech0s. De todas maneras, era solo una principiante. No eran los primeros que veía, y aunque recordaba que sabían deliciosos no le afectaba eso.

–Creo que para que tengas mejores resultados deberías agarrar el salmón…–dijo Julia a Nick, como sino le estuviera prestando atención a George–. No se como explicarte.

La chica mostraba cara de duda. ¿Qué era lo que pretendía hacer? Se preguntó el CEO.

–Ya sé, préstame tu mano –le dijo a George sin mirarlo y comenzó a acariciarle la mano.

En teoría le explicaba a Nick como cortar el salmón para hacer sushi, pero aprovechando la situación le hizo unos masajes que había aprendido. Estos ayudaban a estimular a la persona y muchas veces provocaban una erección en los hombres por las terminales nerviosas que manipulaba.

Después de eso apoyó su otra mano en la pierna de George y mientras Nick la miraba a los ojos aprovechó para rozarle los pantalones. Él la había provocado, ahora le tocaba aguantarse.

–Entiendo, eres muy buena explicando Julia –dijo Nick feliz por la ayuda. En ese momento sonó su teléfono celular y tuvo que responder. Sumergiéndose en la conversación con su agente.

–¿Qué es lo que pretendes? –preguntó George en el oído de Julia.

–¿Disculpe? –preguntó ella haciéndose la desentendida–. No se a que se refiere.

Autora: Osaku

Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.

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