Dulces sueños

Capítulo siete

Fred salió desnudo de su dormitorio. Julia vio su trasero de bebé y sonrió. Su jefe tenía unas lindas pompas.

—¡Nick! —gritó Fred furioso.

—¿Qué pasa, Fred? —dijo Nick aún al teléfono.

Colgó la llamada y se acercó al pasillo.

—¿Por qué andas desnudo en el comedor? —le preguntó Nick sin entender aún lo que estaba ocurriendo y sin darse cuenta comenzó a reírse.

Fred estaba muy enojado con su hermano, por lo que colocó sus manos en su cintura. Ellos no tenían problema con mostrar su desnudez entre hermanos, ya que eran familia. Sin embargo, la cara de Fred estaba roja en este momento.

—¿Por qué hay una chica desnuda en mi dormitorio? —preguntó Fred señalando la puerta.

—¡Julia! —dijo Nick al darse cuenta de lo que había ocurrido. Estaba sorprendido y un poco preocupado. Su amiga se había confundido de dormitorio y había entrado al de Fred y no al suyo—. ¿Tú llegaste a ver a Julia?

Nick tenía miedo de que su hermano hubiera visto a su amiga desnuda, causándole incomodidad a esta. Después de todo, él había tratado de ayudarla, ya que había tenido un día muy difícil. Y todo esto no la ayudaba a acabar bien el día.

—No… Sí… —dijo Fred sonrojado. No sabía que decir—. No lo sé, Nick. Vi algo, pero salí enseguida. Aun así, no cambies de tema.

Fred trataba de recuperar la compostura.

—¿Vas a decirme qué se supone que hace una chica bañándose en mi baño? ¿Por qué no me avisaste? —preguntó Fred, molesto.

Nick le explicó todo a su hermano. Lo que había ocurrido era solo un malentendido, uno muy vergonzoso para todos. Después de calmar a su hermano mayor, el joven se dio cuenta de que tenía que ir a preguntarle a Julia si se encontraba bien.

Fred se fue al cuarto de Nick y este estaba por golpear la puerta del dormitorio de su hermano cuando Julia salió del cuarto.

—Julia. Lo siento, no sé cómo disculparme con lo que pasó. Te juro que pensé que habías entendido que mi dormitorio era el último —dijo Nick, tratando de disculparse con su amiga, casi rompiendo en llanto.

—Está bien, Nick. Ahora deja de llorar —le dijo Julia a su joven y descuidado amigo.

Fred volvió al pasillo donde se encontraba su hermano y Julia, solo que ahora estaba vestido. Ella lo miró, ese hombre era su jefe y no cualquier hombre.

—Lamento mucho lo que pasó, señorita Montoya —dijo Fred a Julia.

Nick miró a su hermano con los ojos bien abiertos y luego giró la cabeza para mirar a Julia.

—¿Ustedes dos ya se conocen? —preguntó Nick casi aterrado. ¿Qué pasaba ahí?

—Sí, yo soy su nueva asistente —dijo y, después de mirar a Fred, quien seguía algo sonrojado, modificó sus palabras—. O por lo menos lo era hasta recién.

Lo que más miedo le daba a Julia era perder el trabajo por culpa de ese pequeño incidente. El doctor parecía ser un hombre muy discreto y tal vez esta situación lo superara.

—Tranquila, señorita Montoya. No la despediré por lo que acaba de ocurrir, si eso es lo que le preocupa —dijo Fred al darse cuenta de que la chica temía por su futuro laboral.

—Qué alivio —dijo ella mucho más tranquila, su alma había regresado a su cuerpo—. Pensé que quizás usted se sentiría intimidado después de que lo viera desnudo.

Al escucharla hablar así, Fred no pudo comprender por qué ella mencionaba la desnudez de él y no la suya. Ella también había estado sin nada de ropa frente a él. Y aunque fuera un hombre caballeroso, había logrado verla por casi cinco segundos antes de salir del dormitorio. Lo que para otro era nada, para Fred era demasiado. Ya que él tenía memoria fotográfica, por lo que en su cerebro ya había un mapa detallado de cada uno de los lunares que Julia poseía en el frente de su cuerpo. Uno de ellos, había sorprendido a Fred. La joven científica era mucho más voluptuosa y llamativa de lo que se podía apreciar cuando llevaba ropa. Además, no tenía vello en su cuerpo, en ninguna parte lo que le había dado una vista más detallada de la zona más íntima de la joven.

Al pensar en eso Fred tragó saliva, Julia era una joven muy bella y tenía características que claramente atraían al sexo opuesto. Una combinación muy precisa, entre curvas y protuberancias.

—¿Tú te encuentras bien, Julia?—le preguntó Nick preocupado. Ahora se lamentaba no haberla llevado él mismo al dormitorio.

—Sí, sí. No pasa nada —dijo ella con una sonrisa en su rostro que sorprendió a ambos hermanos—. Cuando estaba en la facultad solía posar desnuda para los del departamento de arte cuando necesitaban un modelo femenino. Así que no es algo que me perturbe.

Las palabras de Julia calmaron el corazón de Nick, se había asustado demasiado. A diferencia de su hermano Fred, quien ahora se sentía más desconcertado que antes.

Se escuchó la puerta de entrada, por lo que todos miraron desde el pasillo, en dirección a la sala. Era Andrew el que había entrado.

—¿Oficial? —preguntó Julia desconcertada. ¿Qué hacía el policía que la había ayudado en la casa de Nick?

—Señorita Montoya —dijo Andrew al ver a Julia con sus hermanos—. ¿Qué hace en mi casa?

Todos parecían estar fuera de eje con esa conversación. Julia, sobre todo.

—Ella es la nueva vecina. ¿Recuerdas que te dije por teléfono que le habían robado? —dijo Nick en respuesta a su hermano—. ¿Ustedes ya se conocían?

¿Acaso Julia había conocido a todos sus hermanos?, se preguntó Nick.

—¿Y mis cosas? —preguntó antes de que Andrew pudiera responder a Nick.

—Aquí está su bolso —dijo Andrew, haciendo que el rostro de Julia se iluminara. Ella lo tomó y, mientras le daba las gracias, comenzó a revisarlo.

—Faltan mis llaves —dijo ella decepcionada.

Por un momento pensó que podría volver a su casa y se había ilusionado con eso. Lamentablemente, para la joven morena no había otra opción que esperar al cerrajero. Lo cual todavía no tenía idea de cuánto tiempo sería.

Autora: Osaku

Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.

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