Capítulo XIX La pasiencia cada vez es poca.

Emma sintió el roce de los labios de Sebastián y cerró los ojos por impulso.

Habían pasado tres años desde la última vez que había sentido su toque. Lo había extrañado tanto que anhelaba sentir sus besos de nuevo.

Sebastián resistió la necesidad de besarla en los labios y deposito en beso en su mejilla, con ternura.

—Sebastián — Debemos darnos prisa para ver los demás lugares, antes de que se haga de noche.

Emma exhaló con fuerza.

—Emma —Eh, sí.

El resto del día fue incómodo para los dos. Sebastián se sentía confundido, ella aparecía siempre en sus recuerdos y la imagen que había llegado a su cabeza, eran un poco más íntima. Necesitaba respuestas y la idea de que Emma fuera quien las contestara le causaba vergüenza. Así que tendría que buscarlas en otro lugar.

Emma había procurado mantenerse alejado de él, lo observaba de manera discreta de vez en cuándo. Se burlaba de ella misma. Como podía él, después de tres años causar los mismos efectos en ella. ¿Tan fuerte fue su amor por él?, que aún sin recordarla y después de años, su corazón seguía anhelando su amor.

Terminando de revisar algunos lugares, ya en la noche, Emma llevo a Sebastián a su hotel, para qué descansará.

—Emma—Pasaré por usted por la mañana.

Dijo Emma para darse la vuelta de inmediato, sin dejar que él emitirá un sonido. Subió al auto y encendió el motor, quería llegar lo más rápido a su departamento y meterse bajo las sábanas para llorar.

Estacionó su auto afuera del edificio y subió hasta su departamento, iba tan inmersa en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que Noah esperaba por ella, en la puerta de su departamento.

—Noah—¿Qué tal tu día, amor?

—Emma—A, Noah. Bien, estuvo bien.

Emma abrió la puerta y Noah dejó algunas bolsas de comida sobre la barra de la cocina.

—Noah—Compre comida china cuando venía para acá.

—Emma—Está bien.

Dijo ella sin darle mucha importancia a Noah. Emma entró por platos a la cocina y los coloco en la mesa.

—Noah —¿Estás bien? Te noto algo rara.

—Emma—Mm, sí. Tuve un día muy ajetreado es todo.

—Noah—Pedí un permiso para ausentarme dos semanas.

—Emma—Que bien ¿piensas visitar a tu familia?

—Noah—Sí y quisiera que me acompañaras. También podemos viajar a Inglaterra para visitar a tus padres y tus hermanos.

Noah la abrazo por la espalda.

—Noah—Creo que ya es tiempo de que mi familia te conozca. Bueno, ellos casi me exigen que te lleve para conocerte.

—Emma—Tienes razón, ya es tiempo. Después del proyecto puedo tomarme unos días para visitar a nuestras familias.

Emma habia cedido para complacerlo.

—Noah— Gracias por aceptar, mi amor.

Noah la volteó para besar sus labios, pero poco a poco quiso ir más allá. Emma se sintió incómoda y se separó de él.

—Emma —Noah, se va a enfriar la comida.

Noah la trajo de vuelta a él.

—Noah—Ya tenemos dos años en una bonita relación, Emma. Te he demostrado que soy el hombre que siempre te va a amar y cuidar.

Noah beso su cuello. Había reprimido mucho tiempo su deseo de poseer a Emma.

—Noah—No es malo si nos dejamos llevar por lo que sentimos, amor.

Emma dejó que siguiera con el besó.

El sonrío con satisfacción.

—Noah—Te amo, Emma.

—Emma —También yo...

Dijo ella sin querer, pensando en Sebastián. El corazón de Noah latió con frenesí, al creer que ese sentimiento era para él. Sin dejar de besarla, deshizo su corbata y comenzó a desabotonar su camisa.

El timbre de la puerta sonó con insistencia. Emma se alejó de inmediato de Noah.

—Emma—Lo siento, tengo que abrir.

Noah hizo una mueca de disgusto, cuando ella se dio media vuelta.

Christine entró al departamento aventando su bolso y hablando sin parar...

—Christine —Suéltalo, dime todo lo que sucedió esta tarde y no olvides los detalles pequeños del ....horrible proyecto que te obligan a hacer. Noah, que gusto verte...de nuevo....¿Interrumpí algo?

El tenía una cara de pocos amigos.

—Emma —Para nada. ¿Cenas con nosotros?

—Christine —No quiero ser imprudente.

—Emma—No lo eres, iré a la cocina por otro plato.

Emma quería salir rápido de la situación, en la que ella misma se había metido por error. Noah se quedó con la frustración, al no poder lograr algo más con Emma.

La cena fue en completo silencio, hasta que Noah se levantó de la mesa para retirarse y Emma lo acompaño hasta la puerta.

—Noah—¿Te parece si mañana cenamos en mi departamento?

Noah se acercó más a Emma para besarla.

—Noah—Ahí no tendremos interrupciónes.

—Emma—Eh... mañana será difícil, viajaré a Kauai.

—Noah—Entiendo, Emma. No te voy presionar. Esperare a que estés lista.

En los ojos de Noah podía ver su disgusto, así como en su tono de voz. Lo que hizo sentir culpable a Emma.

—Emma—Noah...

—Noah—Nos vemos mañana en la oficina.

—Emma —... Esta bien, descansa.

Noah le dio un beso en la mejilla y camino hasta al auto. Llegando a su casa aventó las llaves de su auto, con fuerza.

Se estaba cansando de esperar. El quería que ella cedería a él, así poder proclamarla como suya. Su amor por ella era fuerte pero la paciencia cada vez era poca.

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