Capítulo XIII El beneficio de la duda.

Sebastian llegó a su edificio. Iba subiendo las escaleras cuando al final de ellas vio a Rachel.

Sebastián la miró con indiferencia.

—Sebastián —Rachel ¿Qué haces aquí? Creí que habías entendido, que ya no quería que me buscaras.

—Rachel— Y así iba a ser, pero vine porque tus abuelos me lo pidieron.

—Sebastián —No necesito que tú vengas aquí, a hablar por ellos.

Sebastián abrió la puerta de su departamento y camino hasta la mesita para dejar su casco.

—Rachel—Tu abuela está mal. Están preocupados porque sostienes una relación con la hija de esa mujer, que los dejo en la miseria. Ni siquiera te importa lo que le hizo a tu familia.

—Sebastián —A ver, de que mujer hablas.

—Rachel—De Olivia Hertford, la madre de Emma, tu novia.

—Sebastián —¿Qué?... Emma es hija de Olivia Hertford.

Rachel casi podría gritar de felicidad, esto era mejor de lo que esperaba.

—Rachel—¿No lo sabías?

—Sebastián —No.

Rachel le entregó la misma revista que le había enseñado a su abuelo Henry.

Sebastián miró la fotografía y leyó el título. El millonario matrimonio Belf Hertford con sus hijos, los herederos de un gran imperio.

Sebastián recordó el día en N. Y. cuando ella se enteró de que era un O'Grady. Arrugó la revista y bajo de regreso a su motocicleta.

Rachel corrió detrás de él y lo siguió en su auto.

Emma abrió la puerta de su suite, no tenía idea de qué alguien se había quedado toda la noche despierta esperándola.

—Olivia —Buenos días, Emma.

Emma sintió como su sangre se helaba .

—Emma —Mamá...

—Olivia—¿Te sorprende verme? Pensé que tu abuela te había comunicado que vendría a verte.

—Emma—Sí lo hizo. Pero lo había olvidado.

Olivia se quedó observándola desde la mesa donde tomaba su té.

—Olivia —Siéntate.

Emma asintió y camino hasta ella. Olivia suspiró, era la primera vez que no sabía cómo actuar frente a su hija. Tenía miedo de seguir la misma cadena que su padre.

—Olivia —Emma, quiero que me hables del hombre con el que te has estado viendo y con el que seguramente pasaste la noche.

La voz de Olivia sonaba seca. Emma abrió los ojos de asombro, no esperaba que Olivia estuviera enterada de su relación.

Ahora la dirá la verdad de Sebastián y que lo amaba con todas sus fuerzas y pronto se convertirá en su esposa.

—Emma —Su nombre es Sebastián Turner O'Grady.

—Olivia —¿Hace cuanto tiempo lo sabes?

—Emma —Hace tres semanas. Cuando viaje a N. Y. con él y conocí a sus padres.

Olivia se levantó de su silla y camino hasta la terraza.

—Olivia —Sabes el dolor y el sufrimiento que tu padre y yo pasamos por culpa de Scott O'Grady.

—Emma —Sebastián es diferente a él.

—Olivia —Su familia siempre fueron unos trepadores, unas escorias que buscaban beneficiarse de los demás.

—Emma —No puedes decir eso, si no lo has tratado.

—Olivia —No hace falta.

—Emma —Madre...

—Olivia —Aléjate de él, Emma.

—Emma—No. Y si no estas dispuesta a conocerlo, lo siento. Pero muy pronto me iré a N. Y. con él y empezare una vida a su lado, como su esposa.

—Olivia —Quería hacer esto de la mejor manera. Pero no me dejas opción...

—Emma—¿Que harás? ¿Me vas a amenazar como tu padre lo hizo contigo, para que te separaras de papá?

Olivia volteo rápidamente y camino hasta ella para tomar sus manos.

—Olivia —No. Nunca haría algo así, mucho menos dañarte, cariño.

—Emma —Entonces, dame la oportunidad que a ti nunca te dio mi abuelo, para que estuvieras con ese maravilloso hombre, del que te enamoraste.

Olivia se rindió. Era inútil discutir con Emma. Aunque en cierta forma ella tenía razón, no le quedaba otra, que darle el beneficio de la duda.

—Olivia — Está bien. Te daré esa oportunidad que quieres.

Emma sonrío.

—Emma —Gracias.

Emma tenía su carácter, pero también el corazón vulnerable de Andrew y tenía miedo de que lo rompieran.

—Emma—Sebastián es buen hombre y me ama tanto yo. El no me hará daño.

Olivia sonrío, era como si Emma pudiera leer su mente.

—Olivia —Confiare en ti.

Emma abrazó con fuerza a su madre. Era un peso que se había quitado encima. Ahora solo necesitaba hablar con Sebastián pronto.

Sebastián llegó al hotel y subió hasta la oficina donde se encontró a Christine.

—Sebastián –¿Dónde está Emma?

Christine se sorprendió al verlo ahí, pues nunca había subido a ese piso y tenía miedo de que descubriera la verdad de Emma.

—Christine —Eh, Emma...

—Sebastián —Ya no tienes que mentir ¿dime donde está? Ella y yo necesitamos hablar.

—Christine —Está en la suite imperial, Sebastián espera ella...

Sebastián salió de la oficina sin importarle lo que Christine dijera y subió hasta la suite.

Al primer golpe, la puerta fue abierta por Emma.

—Emma—¿Sebastián?

Sebastián entró sin ser invitado y dejó caer la revista en la mesa de la sala de estar. Emma se acercó para tomarla.

—Sebastian—¿Por qué me mentiste?

Le pregunto con un hilo de voz, pues se sentía destrozado.

—Emma—Yo... Lo siento, yo no sabía como decirte la verdad.

—Sebastián —Por eso estabas tan enojada cuando te conté la historia de mi familia, por eso la defendiste así. Porque Olivia Hertford es tu madre.

—Emma —Sí, lo siento...pero no podía dejar que tu familia manchara a mi madre, con sus mentiras.

—Sebastián —... Y nostros, Emma. Dejaste que nuestro amor se manchara con tu mentira.

—Emma—... Lo iba a hacer anoche, cuando me pediste que fuera tu esposa y...

—Sebastián —Sí no te hubiera pedido matrimonio ¿cuánto más hubieras esperado para decirme la verdad?

Las lágrimas de Emma, como las de Sebastián, se hicieron presentes.

—Emma—Me aterraba perderte...

—Sebastian—... Muy tarde Emma.

Sebastián camino hasta la puerta con dudas. Su corazón estaba dolido por la mentira, pero también le aterraba perderla. Lamentablemente, en ese momento pudo más su dolor .

Salió del lugar y se subió a su motocicleta. Necesitaba alejarse de Emma.

Subió la velocidad, las emociones lo tenían alterado, solo quería alejarse lo más rápido de ahí.

Rachel iba detrás de él en su auto, al verlo correr así, en su moto.

Un conductor imprudente se metió en su carril sin tener precaución. Sebastián quiso esquivarlo, pero por la velocidad que llevaba, no pudo controlar su motocicleta.

Provocando que sé estampara contra el muro de contención y su cuerpo saliera rodando sobre el asfalto.

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