Capítulo V La fiesta

Emma se miraba en el espejo, no estaba muy convencida del atuendo que llevaba. Pero porque se preocupaba, solo era algo ocasional y el objetivo era conocer a los empleados.

—Emma— Solo eso.

Se dijo a sí misma para calmar sus nervios.

—Amanda —¿Tendrás otra cita con el señor Smith?

—Emma—No. Asistiré a una fiesta para los empleados.

—Amanda—Es bueno que te relaciones con ellos. Pero ten cuidado, no todos son personas gentiles queriendo tener una amistad sincera contigo y solo se acercarán para obtener un beneficio.

—Emma —No te preocupes abuela. He estado utilizando tu apellido de soltera.

—Amanda —¿Kerr? ¿Por qué?

—Emma — Quiero que sea así, mientras tomo el mando de los hoteles.

—Amanda—Bien. Pero ten cuidado, porque si tu padre se entera de que asistes donde los empleados, te llenará de guardaespaldas y a Alba y a mí, nos manda a China.

Emma soltó una pequeña risa recordando lo protector y celoso que era su padre.

—Emma —Lo sé.

Emma llegó a la salida del personal donde Christine ya la esperaba. Ambos tomaron un taxi y se dirigieron a la fiesta.

El lugar estaba abarrotado de chicos, la música se escuchaba fuerte. Love Tonight de Shouse sonaba de fondo.

Christine entre saludando a todo aquel que pasaba por su lado. Era una chica muy sociable y apreciada por sus compañeros.

—Christine —¿Una cerveza?

—Emma—Gracias, no tomo alcohol. Pero te acepto una botella de agua.

Christine consiguió una botella para Emma. El ambiente era agradable, los chicos eran amables con la chica nueva, de oficinas.

Emma se relacionaba bien, las pláticas que entablaba con ellos, eran más relacionadas con su vida social que lo laboral.

Al otro extremo, un hombre rubio de ojos verdes no quitaba la vista de Emma. Bebía una cerveza para minimizar su ansiedad.

—Christine —Ven vamos a bailar.

Christine se sintia más confiada con Emma y la tomó de la mano para arrastrarla a bailar con ella. Emma solo reía con Christine mientras bailaban juntas. Una buena amistad estaba creciendo entre ellas.

Pieces de Avaion comenzó a sonar. Emma cerró los ojos para sentir la música, se movía de manera sensual probocando muchas miradas lascivas.

Sebastián se dio cuenta de lo que provocaba, pues el también se estaba perdiendo en sus movimientos. Dejó la botella a un lado y camino hasta Emma.

Emma abrió los ojos cuando sintió una mano su cintura. Sebastián tenía la vista fija en ella de forma intensa, lo que hizo que Emma se sintiera atraída por sus ojos verdes.

El siguió el ritmo de su cuerpo, acomodo sus grandes manos en la pequeña cintura de Emma, se acoplaba tan bien a ella.

Bajo su mirada a los labios de Emma, ella comenzó a desear que él la besara. Y cumplió su deseo, la tomó de la barbilla para levantarle el rostro y pego sus labios carnosos en los de Emma.

Ella dejó que el volviera a explorar su boca, era una sensación tan fascinante, como él movía su lengua, rozando la suya.

Sebastián la separo un poco para tomar aire, pero en ningún momento desvío la mirada de sus ojos grises. Emma estaba ansiosa por continuar y fue entonces que tomó la iniciativa de besarlo. Enredo sus manos en el cuello de él, para atraer lo más.

Christine se sintió como un mal tercio al verlos devorarse. Y se fue de ahí para conceguir otra cerveza.

Sebastián y Emma no daban tregua a sus bocas. El la apretaba de la cintura, quería más de ella, pero debía contenerse si quería que ella lo dejara acercarse de nuevo.

Mientras la música retumbaba toda la noche, ellos no perdieron el tiempo, se coqueteaban, se besaban y rozaban sus cuerpos.

Christine se acercó a ellos cuando se dio cuenta de la hora. Estaba cansada y quería dormir, ya que pronto amanecería y tenía que estar antes de las nueve, en la oficina.

—Christine —Es hora de irnos, Emma.

—Sebastián —No te preocupes, Christine. Yo llevare a la señorita, Emma.

—Christine —¿Seguros?

—Emma—Ve con cuidado Christine.

Sebastián tomó la mano de Emma y la llevó a fuera, donde tenía su motocicleta. Emma lo miró extrañada.

—Emma —¿Es tuya?

—Sebastián —Sí ¿Por qué lo dudas?

—Emma —Bueno, pensé que eras algo así como un nerd.

Sebastián soltó una carcajada sonora.

—Sebastián — ¿Lo dices por que toco el piano?

—Emma —Sí.

Sebastián la jalo hacia él y le puso el casco.

—Sebastián —Te ves preciosa con él.

Emma se sonrojo. El le planto un beso pequeño y se subió a la moto, Emma se acomodo detrás de él y lo abrazo con fuerza.

—Emma— ¿A donde vamos?

—Sebastián —A ver el amanecer.

Emma sonrío. Sebastián arranco la moto y la llevo cerca de la playa. Emma sentía un poco brisa en el cuerpo. Subieron a una pequeña colina, donde se podría apreciar una parte de la ciudad y el mar.

—Sebastián —¿Que te parece?

—Emma —Es una vista hermosa.

—Sebastián —Sí, la mejor que he visto, en toda mi jodida vida.

Dijo él, teniendo su vista puesta en Emma.

—Sebastián —Me permites.

—Emma—¿Que cosa?

—Sebastián — Besarte de nuevo.

Emma asintió y el se acercó a sus labios, los devora con ansias dejando en ellos una agradable sensación, que se estaba volviendo adictiva para ambos.

El sol comenzó a salir, Emma tenía su espalda recargada en el pecho de Sebastián y él la tenía rodeada con sus brazos. El silencio era agradable entre ellos, se sentían cómodos así.

Después de un rato Sebastián la llevó a la entrada del personal. Emma se bajo de la moto y Sebastián le tomó de la mano para que no se alejara de él, antes de pedirle que lo dejara volverla ver.

—Sebastián —¿Te veo en la noche?

—Emma—Depende.

—Sebastián —¿De que?

—Emma—De cuales son tus intenciones conmigo.

Dijo Emma en forma de burla. Pero Sebastián la atrajo hacia él, con el semblante serio.

—Sebastián —Mis intenciones son serias. Me gustas mucho Emma Kerr.

Y la beso, robandole el aliento.

—Sebastián — Espera por mi aquí, a las doce.

Emma solo asintió. El se subió a su motocicleta y le guiño el ojo antes de ponerse el casco.

Cuando llego a la suite, Amanda y Alba almorzaban.

—Amanda —Niña, que hora son estas. Nos tenias preocupadas.

Alba se dio cuenta de la sonrisa tonta que Emma llevaba.

—Alba —Al parecer alguien tuvo una buena noche.

Emma suspiro.

—Emma —La más loca de mi vida, tía Alba.

Amanda y Alba solo rieron en complicidad. Emma tania una infinidad de sensaciones excitantes. Y valla que le gustaba sentirlas.

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