Capítulo IX Nueva York

Sebastian tomó la mano de Emma para calmar sus nervios, cuando estaban a varias cuadras de la casa de sus padres.

—Sebastián —Tranquila. Te van a adorar como yo, Emma.

Emma suspiró, no le quedaba de otra que confiar en sus palabras.

Llegaron a un barrio, que si bien no era en la mejor zona de N. Y. pero era muy tranquilo y con muchos niños jugando y corriendo.

Sebastián la guio hasta la puerta y tocó dos veces. Una señora muy guapa, de cabellos largos castaños y unos ojos marrones, abrió la puerta.

—Martina Turner—Oh, Sebastián.

La mujer inmediatamente brinco a los brazos de su hijo, quien la recibió con gusto.

—Sebastián —Madre, ella es Emma.

La mujer le regalo una sonrisa sincera y la abrazo.

—Martina— bienvenida, Emma.

La tomo de las manos y la llevo adentro.

—Martina — Por favor siéntate, que puedo ofrecerte ¿Café? ¿Té? Leí que los ingleses aman el té... Te traeré un Té.

Emma solo asintió, con una sonrisa.

—Martina— No sabes el gusto que me da conocer a la mujer que hace sonreir al amargado, de Sebastián.

Dijo Martina, cuando regreso a la sala con dos tazas de té.

Emma soltó una risa pequeña.

Sebastián solo rodó los ojos.

—Martina —Llegue a pensar que nunca me iba a dar nietos.

—Sebastián —¿Dónde está papá?

Preguntó Sebastián cambiando el tema.

—Martina —En la habitación, no tarda en salir. Le dije que nos visitarías hoy con tu novia y se puso muy contento.

—Sebastián —¿Como van sus terapias?

—Martina —Bien, pero cada día se deteriora más su memoria. Tiene días buenos y días malos. Algunas veces está cuerdo y pregunta por ti, incluso hace planes para viajar a Seattle a visitarte y otras veces no recuerda a nadie.

Sebastián apretó la mano de su mamá, dándole un poco de consuelo.

—Gerald Turner—Sebastián...

Gerald abrazo a su hijo y le extendió, la mano a Emma.

—Gerald —Sea bienvenida, señorita Emma.

Pasaron toda la tarde con los padres de Sebastián, la relación que tenían con él era muy buena. Eran una familia muy cariñosa y a simple vista, se podía ver el amor en el matrimonio Turner.

—Sebastián —Es tarde.

Dijo Sebastián, mirando la hora en su celular.

—Martina —Tienes razón. Prepararé tu vieja habitación, para que Emma pueda descansar. Tu dormirás en el sillón.

Sebastián dejo ver su cara larga.

—Sebastián —Como usted ordene señora, O'Grady.

Emma abrió los ojos como platos.

Martina le dedico una mirada de pocos amigos. Sebastián solía llamarla así para molestarla.

Después de un rato, Martina acompaño a Emma a la habitación, para qué descansará. Emma le agradeció y cerró la puerta detrás de ella. Camino hasta la cama y se sentó, estaba aturdida. Se preguntó si había escuchado bien, a Sebastián.

La puerta se abrió despacio y Sebastián entró de forma sigilosa. Llevaba solo un pantalón de franela, lo que sacó a Emma de sus pensamientos.

—Sebastián —Vine a cuidar de tus sueños.

Dijo el con voz ronca. Camino hasta ella y le ayudo a recostarse en la cama, a su lado.

—Sebastian—¿Pasa algo? Estás muy callada.

—Emma—No, solo me preguntaba, cual es el apellido de soltera, de tu madre.

—Sebastián —O'Grady ¿Por qué tu curiosidad?

Emma no tenía una buena sensación de eso.

—Emma—Hace días me hablaste de tus abuelos. Y algo sobre los lujos que les fueron arrebatados. ¿Podrías contarme que fue lo que pasó?

—Sebastián — Fue antes de que yo naciera. Los hoteles O'Grady habían estado en mi familia por años. Hasta que mi tío Scott, se casó con una mujer muy bella y rica... Mi madre me dijo que se llamaba Olivia Hertford.

Emma sintió el estómago revuelto, ella sabía la historia del primer matrimonio de su madre. Pero necesitaba escuchar la versión de esa familia.

—Sebastian—Fue un matrimonio arreglado, pero los Hertford se aprovecharon de su posición en la política y esa mujer acusó falsamente a mi tío de robo. Lo encarcelaron por varios años. No conforme con eso, esa mujer les arrebato todo a mi familia dejándolos en la calle.

—Emma —¿Que?... Eso es una bil mentira, Sebastián.

Salto Emma.

—Sebastián —Entiendo tu posición, Emma. Tu trabajas para la señora Olivia. Y es lógico que la defiendas.

Emma se levantó enfadada de la cama y Sebastián se fue detrás de ella.

—Sebastián —¿Emma?...

—Emma—¿Y por qué nunca me dijiste que tu segundo apellido es O'Grady?

—Sebastián —Por qué no lo creí importante, nunca estuve orgulloso de llevar ese apellido. Además trabajas en las oficinas del hotel, si descubrían mi segundo apellido, me podían despedir y yo necesitaba ese empleo en el hotel.

—Emma—¿Por qué?

—Sebastian—Por qué no soy un niño rico y como todo mundo debo sobrevivir. Los empleados tiene buenas prestaciones y el sueldo es muy bueno.

—Emma —No me estas mintiendo ¿No hay otro motivo por el cual necesites trabajar en el hotel?

Sebastián se acercó más a ella, hasta tenerla de frente.

—Sebastián —No. No hay nada más.

—Emma—¿Tu familia sabe que trabajas ahí?

—Sebastián — Mi madre. Pero a ella no le interesa ya nada de esos hoteles. Y cuando se caso con mi padre, se alejo de mis abuelos.

Sebastián la tomo de la barbilla.

—Sebastián —Mírame Emma. Sea lo que sea que estés pensando, deshazte de ello. A mí no me interesa nada que no sean mis padres y tenerte a mi lado por el resto de mi vida.

—Emma—Sebastián...

—Sebastián —Entiendo que alomejor te preocupa perder tu trabajo, si descubren que eres la novia del sobrino de Scott O'Grady, pero creeme, por favor.

Aunque las palabras de Sebastián parecían sinceras, no podía olvidar el hecho, de quien era sobrino.

—Sebastian—La historia de mis abuelos, sea cierta o no, no me interesa, ni me interesa una venganza.

Sebastián pego sus labios en los de Emma para desvanecer cualquier duda, no quería perder a la mujer que tanto amaba por un pasado que a ninguno le pertenecía.

Emma se dejó envolver en los besos de Sebastián. El poco a poco la llevó a la cama y la recostó, quedando encima de ella.

—Sebastián —A mi solo me interesa amarte... Y que tu me ames tanto como yo...Emma Kerr.

Susurro en sus labios.

Emma sintió una punzada en el corazón. Le había reclamado haberle ocultado algo muy importante para ella, cuando ella estaba haciendo lo mismo.

—Emma —También, te amo...

Sebastián beso su cuello de forma delicada, mientras deslizaba la palma de su mano por debajo de su blusa, para acariciar su seno.

—Emma —Ahh!!...

Sebastián se mecía encima de ella, haciendola sentir su dureza. Necesitaba más que solo acariciarla. Pero no quería ponerla en una situación incomoda en la casa de sus padres y con mucho esfuerzo se separo de ella.

Emma suspiró cuando lo sintió levantarse.

—Sebastián — Te amo... Descansa mi amor.

Le dio un beso pequeño en los labios y salió de la habitación sin hacer ruido.

Emma solo se volteó de lado y se perdió de nuevo en sus pensamientos.

—Emma— Dios…

Ella quería creerle, y como no hacerlo si estaba jodidamente enamorada de Sebastián. Pero ¿Qué pasará si sus padres se enteran de quien se enamoró?

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