En tu infierno
Capítulo diecisiete
La noche llegó y tomé parte de lo que David me había regalado, como la gargantilla y los aros. El vestido que me puse era uno que ya había escogido para esa noche de color negro que dejaba al descubierto la espalda. Me aseguré de que mi invitación tuviera mi nombre para que Amadeo se enterara de que yo iba a estar presente en el cóctel. Una vez ahí acepté la compañía de David. Parecía sorprendido al verme.
—Pensé que te ibas a poner el vestido rojo que te compré, pero este te queda mejor —dijo sin poder sacarme los ojos de encima.
—Gracias, como dijiste que te conformarías con que usara algo de lo que me regalaste. Pensé que no te molestaría que me pusiera el vestido que ya había escogido para hoy.
—Nunca antes vi a una mujer más hermosa y decidida —dijo y me besó la mano.
En ese momento Augusto estaba entrando de la mano de su esposa.
David se acercó a mí y me preguntó si conocía al gobernador. Yo me hice la que no entendía y me señaló que me lo iba a presentar. Le hizo señas a Amadeo y a su linda esposa, la cual se acercó enseguida a nosotros.
Nos saludamos todos y David no dudó en presentarme con el Gobernador —dijo que yo era su pareja esta noche y no me atreví a cuestionarlo.
Amadeo no pudo quedarse callado y señaló que nos conocíamos. Su esposa se quedó viéndolo sorprendida.
—La señorita Romano es periodista y nos hemos visto en el pasado —dijo él a su esposa.
Yo aproveché ese momento para decirle a David que iba a ir a buscar una copa para beber, pero no me dejó apartarme. Se despidió de Amadeo y nos fuimos juntos. Me preguntó si no me caía bien el gobernador y le aseguré que no me sorprendían los ricos o los poderosos.
—Al final, cuando estemos muertos, todos vamos a terminar en un cajón. No me importa si el mío es de oro o de pino —le indiqué con completa sinceridad y él empezó a reírse.
—¿Y qué puedo hacer para sorprenderte? —me preguntó al oído de manera inquietante.
David era un hombre muy atractivo, su cabello tenía rulos pequeños, prolijamente acomodados y una leve barba que no permitía saber su edad con exactitud, pero rondaba los cuarenta.
—Si quieres en otro momento seguimos hablando sobre eso. Ahora debo hacer mi trabajo —le aclaré, y le di un beso en la mejilla como despedida—. El senador me espera.
Señalé en dirección a la puerta de entrada. Donde el senador Hernández estaba parado saludando a algunos de sus colegas.
El resto de la noche la pasé al lado del senador. Cuando él necesitó salir a llamar a su esposa para darle el beso de las buenas noches a su hija, me acerqué a la mesa de los bocadillos. No había comido nada y había tomado dos copas de vino, estaba un poco mareada.
En ese momento una compañera me mandó un mensaje en el que me decía que tenía problemas para un artículo, y que necesitaba ayuda para obtener información de un par de personas. Me anoté los nombres en una servilleta, que Amadeo me sacó de las manos.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —le pregunté mientras que en mi mente se me ocurría una idea.
—¿Son los nombres de tus próximas víctimas? —me preguntó molesto.
Yo se lo saqué de la mano y salí del salón. Me fui a la recepción del hotel. Le pedí a una de las empleadas que me permitiera enchufar la computadora y me llevó a una oficina. Le agradecí y poco después noté que Amadeo me seguía. Se quedó a mi lado, mientras me veía que como desesperada tecleaba y hablaba por teléfono. Cuando corté me miró y me preguntó qué era lo que necesitaba. Le dije que debía conseguir información de esas personas para un artículo, que tenía que entregar esa misma noche. Él habló con la recepcionista y mientras yo seguía armando el artículo, él estaba al teléfono.
—¿Tienes una hora? —me preguntó. Le dije que sí y él siguió hablando.
Después colgó y me informó que en una hora me traerían la información que necesitaba. Lo miré haciéndome la sorprendida, aunque sabía que él era así. Haciéndose el importante, me iba a ayudar para que yo le debiera algo. Aun así, no se la iba a hacer fácil. Me puse de pie y me acerqué a la puerta para salir, pero él me detuvo.
—¿A dónde se supone que vas? —me preguntó molesto.
—A la fiesta. ¿A dónde más? —le pregunté como si no entendiera su duda—. Creo haberte escuchado decir que debo esperar una hora por la información que necesito y tengo que cargar la batería de mi portátil, así que no hay nada que hacer aquí hasta entonces.
—¿Y cómo me vas a pagar el favor? —me preguntó acercándose a mí.
—Amadeo, es un favor que yo no pedí. Por lo que pensé que no iba a tener que pagar nada por él. Además, no sé por qué me sigues acosando. Tienes esposa, y si alguien nos ve o nos escucha hablar así, pensará mal de nosotros y eso te traerá problemas —le aclaré.
Aunque la verdad es que su reputación no me importaba. Solo estaba tratando de volverlo a poner en jaque.
—¿Quién dijo que yo quería acosarte? —me preguntó como si se sorprendiera—. Quiero que me hagas una entrevista como al senador. Necesito subir la opinión del público hacia mí y sé que eres la mejor en eso. Por lo que tengo entendido, mi gente lo ha pedido, pero hasta ahora nunca te había tenido de frente el tiempo suficiente para que me digas por qué me rechazas como cliente.
—¿Quieres saber la razón? —pregunté molesta.
—Claro, soy todo oídos —dijo él y se cruzó de brazos.
—La verdad es que te rechazo porque, aunque trato de ser amable contigo, me da asco estar cerca de ti. Te rechazo porque me da placer saber que nunca más me vas a poder obligar a nada —espeté con ira en el rostro, una parte de mí se había ofendido con el comentario que había hecho él acusándome de querer tener algún tipo de intimidad con alguna parte de su asqueroso cuerpo.
En ese momento él me miró de una manera que jamás había visto. Se acercó a mí y me tomó del cuello. Presionó mi cabeza contra la puerta y me besó, lo hizo por varios segundos y de una manera compulsiva, casi rabiosa. No lo detuve porque eso no significaba nada para mí. Por lo menos hasta que trató de levantarme el vestido y acceder a mi intimidad. En ese momento le mordí la lengua provocándole el suficiente dolor como para que él se apartara de mí.
Autora: Osaku
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Updated 93 Episodes
Comments
PATTY10
Y así cayó la tonta porque porque 😡😡😡
2024-01-11
1
Marita Peña
QUE FASTIDIOSO ERES AMADEO
2023-10-16
2
Noeruart
Yo no lo entiendo a él. En su historia hay algo turbio que lo está lastimando y lo enloquece....tiene rencor hacia ella. El la cre culpable de algo🤔
2023-10-05
2