Capítulo dos - Este ya no es mi hogar
Desperté gracias a que mi prima Fernanda fue al lavadero a buscar sus zapatos para el colegio. Ella me pisó la mano y grité.
—No seas exagerada. Solo fue un pequeño pisotón. Eres una llorona —dijo entre risas.
—¿Por qué eres así conmigo? Nunca te hice nada malo —dije y miré mi mano. Había arrastrado piel de uno de mis dedos y salía sangre.
—Tú te crees mucho porque tus padres tenían dinero y los míos no. Mis hermanos están en la universidad, por lo que mi papá tiene que estar trabajando todo el tiempo y casi no lo vemos. Vivíamos en una choza en comparación con esta mansión y, aun así, querías tomar lo nuestro —espetó mi prima con rencor.
—Yo no quiero tomar nada —traté de aclarar y ella me agarró del cabello y me empujó.
—¿Dices que mi madre es una mentirosa? —preguntó Fernanda y preferí callar. Si hablaba seguro me seguiría lastimando—. Eso pensé. Y recuerda, no nos estorbes en el colegio.
¿A qué se refería con eso?
¿A caso ellas irían al mismo colegio que yo?
Mi otra prima vino y me tiró ropa en la cara
—Dijo mi mamá que te dé mi uniforme viejo —dijo sonrió—. Pero no dijo que tan viejo.
Me puse la ropa, pero estaba descosida en varios lugares, por lo que tuve que quitármela y coserla antes de poder usarla. Mamá le había enseñado a hacerlo cuando era pequeña. Juntas confeccionábamos la ropa para mis peluches, por lo que se sintió bien tener ese momento para mí. Poder recordar algo que mamá me había enseñado me hacía sentir agradecida.
Tras terminar de hacer eso, fui al comedor y noté que ya no había comida para el desayuno en la mesa. Le pregunté a mi tía si podía sacar algo de la nevera, pero ella me dijo que ya era tarde. Que los gastos que tenía que hacer conmigo eran demasiados, por lo que no me iba a pagar el autobús, así que debía caminar las veinte cuadras que había desde casa al colegio nuevo.
—Pero no sé dónde queda el colegio —aclaré.
—Eso no es problema mío. Ya eres grande, debes a prender a resolver los problemas sola —repuso mi tía mientras se sentaba en el sofá de su casa a pintarse las uñas de los pies.
—Mamá, gracias por los uniformes nuevos —fanfarroneó Fernanda mientras saludaba a la mujer.
—Date prisa o el autobús nos dejará —gritó María, al ver que este se acercaba.
Estaba segura de que llegaría tarde al colegio, por lo que no me apresuré, no iba a darle el gusto a mi tía de verme mal. Salí de la casa y me encontré con uno de mis vecinos. Este era un par de años mayor que yo, su nombre era Amadeo y para sorpresa de ambos me vio.
Sus ojos eran como los míos, de un tono celeste, y su tez era oscura. Una combinación muy bella en él. Me llevaba casi dos cabezas por lo que al saludarme tuvo que agacharse.
—Tania, ¿cómo estás? —dijo y se puso nervioso—. Lo siento, no me quise desubicar. Escuché lo que les pasó a tus padres. Lo siento tanto.
—Gracias, Amadeo, es muy amable de tu parte —dije y sonreí levemente. Estaba triste, pero no quería molestarlo.
—¿Te cambiaste de colegio? —me preguntó mientras caminaba a mi lado. Era gracioso ya que llevaba su bicicleta junto a él.
—Mi tía me cambió al colegio que van mis primas —dije sin dar demasiada información. No quería hablar de cosas tristes.
—Yo voy a ese colegio —dijo él y se sacó la campera para que viera el logo del colegio—. Si quieres te puedo llevar.
Amadeo era muy amable conmigo. Después de tantas cosas feas que había vivido estos últimos días. Daba gusto encontrarse con alguien como él.
—No quisiera que llegaras tarde por mi culpa —le dije al notar la hora. Si me llevaba a mí tendría que hacer el doble de fuerza.
—No hay problema. El camino es en bajada, por lo que nuestro peso junto hará que la bici vaya más rápido —dijo él y me alegré.
Subí a la bici teniendo cuidado de que no se descosiera mi uniforme al abrir las piernas para poner mis pies a los lados de los apoya pies traseros, ubicados en los piñones. No podía ir sentada, así que esa era la mejor posición.
—Espera. Si vamos rápido, tu falda se levantará. Mejor usa esto —dijo Amadeo y me colocó su campera en la cintura.
—Gracias, no lo había pensado —dije y ahora si fuimos al colegio.
Me dio un poco de temor, ya que lo que había dicho era cierto y la bici tomaba fuerza en una de las calles que estaba asombrosa y peligrosamente empinada.
—Tenías razón —dije asustada, agarrándome fuerte de él.
—Está bien. No pasa nada a menos que el próximo semáforo se ponga en rojo —dijo Amadeo y al darme cuenta de que cambiaba el color me asusté—. Es broma, no te asustes.
Él tomó una calle lateral y pronto la velocidad de su bicicleta bajó.
—Casi me infarto —dijo y empecé a marearme.
—Tranquila, no creí que te asustarías tanto —dijo y detuvo la bici al darse cuenta de que yo estaba temblando.
—Lo siento —dije y me puse a llorar.
—No, Tania. Lo siento tanto. No fue mi intención asustarte así —dijo Amadeo. Parecía sentir algo de culpa.
—Está bien. También fue divertido —dije aun llorando.
Él me dio un beso en los labios y dejé de llorar. La impresión me había paralizado.
—Qué bueno que funcionó. Se te iba a hinchar todo el rostro si seguías llorando. La profesora de psicología nos hizo leer un libro que hablaba sobre reacción frente a nuevos estímulos y me puse nervioso y entonces… —dijo como si se sintiera mal por haberme besado.
—Tranquilo. No es que seas el primer chico que me besa —dije mientras secaba mis lágrimas.
—¿No? —preguntó mientras agarraba su bicicleta del suelo. Ya estábamos a meda cuadra del colegio.
—No, tengo trece años —dije como si me sintiera toda una mujer. Algo bastante gracioso, ya que hacía solo dos días había cumplido los años.
No quería darle demasiada importancia a un beso en la boca. Por el hecho de que sabía que, para los chicos de su edad, por lo que me había contado Julia, eso no era nada.
—Entiendo. Entonces no te enojarás conmigo por el beso, ¿verdad? —preguntó él sin mirarme. Era muy lindo cuando se ofendía.
No podía evitar sentirme agradecida. Si hubiera ido en el autobús con mis primas me hubiera perdido de estar con Amadeo y de tener esta linda experiencia con él. Me sentía agradecida por la vida que tenía y aunque aún el dolor por perder a mis padres era muy grande. Mi interior sintió por un instante que algún día todo pasaría.
Autora: Osaku
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Updated 93 Episodes
Comments
Morela Urriola
por la plata baila el perro. Lo que quisiera saber es cuando alguien las pone en su sitio pk las arrimadas son ellas
2024-09-12
1
nereida Martinez
son unas sanguijuela...
2024-07-30
1
esterlaveglia
menuda panda de lagartas 😡
2024-06-07
1