En tu infierno
Capítulo quince
Si bien Amadeo era un tipo muy meticuloso y controlador. Y siempre se había cuidado al estar conmigo. Hubo una vez que lo hicimos sin previo aviso.
—La noche de la última fiesta no nos cuidamos —indiqué aterrada mientras iba sujetándome la cabeza.
Rodrigo me acompañó al comedor donde tomé asiento y traté de calmarme a mí misma. Comencé a llorar como una tonta, él me abrazó fuerte e intentó consolarme.
—Escucha Tania, lo primero que necesitas hacer es una prueba de embarazo. Ya que puede haber muchas razones para que no te venga. Como por ejemplo estar enferma —me recomendó Rodrigo tratando de no mostrarme que él también estaba nervioso.
Así que fue a comprarme una a la farmacia. Leímos las instrucciones juntos, porque ninguno había hecho una prueba así antes. Después de orinar en el recipiente pusimos las dos pruebas que él había comprado. Vimos cómo de a poco cambiaba el color de la prueba hasta que las dos dieron positivas. Sentí que mi mundo se hundía, estaba empezando segundo año de la facultad recién.
Como Rodrigo se tenía que ir, ya que era tarde, lo acompañé hasta la puerta. Él me abrazó y me dio un beso en la frente, yo le sonreí y él a mí. Había sido un gran apoyo para mí ese día. Puesto que Brenda se encontraba estudiando en el extranjero y no podía contar con ella. Después de eso escuchamos la voz de Amadeo y nos dimos vuelta.
—Ahora me doy cuenta con quién estabas ocupada —espetó enojado.
Rodrigo trató de pararlo, pero Amadeo comenzó a golpearlo. Yo me puse en medio de los dos y traté de calmarlo, pero se seguían golpeando. No sabía que hacer por lo que grité y dije que estaba embarazada.
Amadeo me miró, se había quedado duro como una estatua. Por lo menos había dejado de tratar de matar a golpes a Rodrigo.
—Entonces estaban celebrando. ¿Por qué no me dijeron así les traía un regalo? —preguntó Amadeo con ironía.
—Es tuyo, estúpido —reclamó Rodrigo desde el piso.
Pasé por al lado de Amadeo y me acerqué a Rodrigo para ayudarlo a levantarse. Tenía el labio partido y le salía sangre de la nariz.
—No me vas a encajar tu paquete —le dijo Amadeo con ironía a Rodrigo y se fue.
Yo iba a ir tras él, pero decidí quedarme y acompañar a Rodrigo a dentro de mi casa para curarlo.
Las semanas pasaron y no podíamos comunicarnos con Amadeo. Cuando él había empezado la facultad, sus padres se habían separado y él se había ido a vivir con su madre cerca de donde cursaba. Una mañana, mientras estaba en casa estudiando, me llegó un sobre que decía que esa era mi mejor salida y que debía aprovecharla. En el sobre había dinero y una dirección para que fuera a hacerme un aborto.
***
Recordar todo eso me había hecho enojar aún más. Rompí la foto que tenía sobre la computadora y la tiré a la basura. Tomé algunas cosas de mi cuarto y le dije a mi tío Luis que me habían llamado del trabajo por una noticia y que me tenía que ir. Él no me cuestionó nada, solo me saludó y me fui después de darle un beso a mi abuelo.
Esa noche casi no pude dormir después de recordar que fui capaz de rechazar a mi bebé. Que yo no luché porque tenía miedo. Era un peso que no iba a lograr sacarme de encima, al igual que la cicatriz que tenía en mi bajo vientre. La vida me había enfrentado a una decisión muy importante y yo no tuve la fuerza y el valor para hacer lo correcto. El destino se había encargado de recordármelo de la peor manera. Quitándome la posibilidad de ser madre una vez más. Pero las cosas no se iban a quedar así.
—Amadeo Peralta me vas a pagar por cada lágrima que derrame después de ese día por tu culpa. Si la vida no te castiga por dejarme sola en el momento en que más te necesité, lo voy a hacer yo misma. Voy a conseguir que me necesites como al aire y cuando estés completamente perdido te voy a apagar la luz y te voy a dejar a oscuras —dije, mientras estaba en la ducha llorando.
Me puse a investigar sobre mi nuevo cliente. Al parecer estaba casado y tenía una hija pequeña. Al igual que Amadeo se había dedicado a la política desde muy joven, solo que él tenía todo un linaje de políticos en su historial familiar. Busqué todo lo que pude y no encontré nada que me molestara. Revisé los contratos y los memoricé al igual que su agenda.
A la mañana siguiente estaba en su casa a las seis de la mañana vestida con un traje formal de color azul oscuro. Y llevaba el cabello recogido. Su esposa me abrió la puerta, era una chica joven muy bella. Su nariz era llamativa, pero quedaba bien en su rostro. La saludé y me presenté, ella me invitó a pasar. Vi la elegancia que esa casa tenía ni bien puse un pie en ella.
—Señorita Romano, no la esperaba tan temprano —indicó el senador Hernández desde el comedor invitándome a sentarme.
—Disculpe, señor, pero me gustaría ser lo más específica posible en mi trabajo, por lo que le haré la vida incómoda durante tres meses —aseguré y tomé asiento—. Y si a usted y su esposa no les molesta, preferiría que me llame Tania.
—Claro que no nos molesta —comentó ella y puso una tasa en la mesa para mí.
—Bien, Tania. ¿Que tenemos preparado para hoy? —preguntó el senador mientras que miraba su itinerario buscando sus actividades.
—Por lo que pude recopilar, hoy tiene una reunión a las 7.30 de la mañana, después debe ir al congreso a las nueve y debe tratar de regresar para la hora del almuerzo a casa. Por lo menos eso decía su agenda —le recordé, y él me miró para luego sonreír.
—Ya veo. Bueno, después del café arrancamos —me aseguró y se terminó su taza de café y me señaló para que yo hiciera lo mismo.
Autora: Osaku
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Comments
Anonymous
Una pregunta, cuando hacen un aborto, lo hacen como una cesárea? por lo que ella menciona que le dejaron una cicatriz en el vientre.
2024-11-19
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Nereida Hernández montes
No entiendo tanto 😡😡😡😡 si ella se hizo el aborto fue porque así ella lo quiso el no le puso una pistola en la cabeza
2024-11-03
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Minerly Chavez
Pero realmente quien tomó la decisión de abortar fue ella
2024-04-02
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