Cathy
–¿Estás emocionada?
Me giro hacia Louis y sonrío. –Creo.
–No seas aguafiestas, será el evento del año.
Pongo los ojos en blanco. –Si tú lo dices.
–Cumplirás veinte años.
–Pero no veintiuno –digo triste.
–No te preocupes por eso. Además pronto estaremos celebrando otra cosa antes que llegue ese día.
–¿Qué cosa? –pregunto mientras miro todas las opciones de outfit que tengo sobre mi cama para mi dichoso cumpleaños. Si fuera por mí lo pasaría en pijama, viendo una película y comiendo palomitas, quizá acompañada de…
Corto ese pensamiento de inmediato.
Debo olvidarme de mi encaprichamiento. Solo me ha hecho daño.
–De tu compromiso.
Sigo revisando mi ropa hasta que las palabras de Louis penetran en mi cerebro.
–¡¿Mi qué?! –pregunto girándome hacia a él tan rápido que tropiezo con la alfombra persa y caigo al suelo de culo.
Louis se ríe cuando me ve en el suelo haciendo una mueca por el dolor que siento en mi trasero.
–Ay, Cathy –murmura y me ayuda a ponerme de pie–. No puedo creer que te sorprenda, todo el mundo sabe que se está preparando tu compromiso con Nate.
–¿Mi compromiso?, ¿con Nate?
–Últimamente no se separan.
–¡Somos amigos! –contradigo.
–Como sea, es mejor que sea con alguien a quien conozcas, ¿no crees?
Niego con mi cabeza y me dejo caer al suelo de nuevo. Abrazo mis rodillas y lucho contra las lágrimas que se forman en mis ojos.
–Pensé que tendría más tiempo, quiero vivir antes de casarme… No es justo.
–Lo sé –dice Louis.
Se sienta a mi lado y me abraza.
–No es que no me guste Nate, me agrada, pero no así, no por obligación, quiero poder elegir.
–Y si pudieras elegir sería EL HOMBRE, ¿verdad?
Niego con mi cabeza, pero no puedo evitar sonrojarme al recordar mis encuentros con Nick. A pesar de lo fugaces que fueron me hicieron sentir como siempre soñé que me sentiría en los brazos del hombre indicado… hasta que me rechazó.
–No, creo que ya me humillé bastante –susurro mientras seco las lágrimas que caen por mi mejilla.
Mi celular suena y Louis se gira para tantear con su mano sobre mi cama.
–Justo de quién hablábamos –dice.
–¿Nick?
–Nate.
Le quito el teléfono y contesto de inmediato.
–Hola, preciosa.
–Hola.
–Por tu tono creo que ya te enteraste.
–¿Lo sabías, Nate?
–¡No! Papá acaba de hablar conmigo. Lo siento, Cathy.
–¿No podemos hacer algo?, ¿quizá huir como lo sugeriste?
Ríe de forma triste. –Creo que ya es tarde. Quieren hacer una fiesta de compromiso tres meses después de tu cumpleaños.
Tres meses. Es todo lo que me queda.
–No es justo –siseo furiosa–. No he podido hacer nada de las cosas que quiero; teñir mi cabello, hacerme un piercing y un tatuaje, tener sexo con alguien que no será mi marido el resto de mi vida, viajar sin guardias, ir a un maldito camping… No es justo.
–Lo sé –dice con voz tranquila y más rabia siento.
–¿Por qué estás tan tranquilo? –pregunto sintiéndome traicionada.
–Porque podría ser peor –susurra–. Me gustas, Cathy, y llámame egoísta, pero estoy feliz porque la persona que escogió mi papá eres tú. Nos llevamos bien, podemos hacer que funcione.
–¿Y el amor, Nate? ¿Es que acaso no tenemos derecho a enamorarnos y a equivocarnos como todos?
–Supongo que el amor vendrá con el tiempo, funcionó para mis padres.
–No funcionará para mí –replico llorando–. No quiero amar a alguien porque no tengo alternativa o porque me acostumbré a él.
–No es como si pudiéramos hacer algo.
–Hablaré con mi tía –digo y corto antes de salir corriendo de mi habitación.
Choco con alguien y casi caigo de bruces nuevamente, pero una mano, cuyo tacto conozco, impide que toque el suelo.
–¿Estás bien?
Miro sus ojos azules y no puedo evitar sentirme triste, ni siquiera pude tener un momento de libertad en sus brazos.
–No lo estoy –respondo y salgo corriendo sin esperar su réplica.
Estoy cansada de discutir con él, estoy cansada de todo.
Busco a mi tía por todos lados, pero no la encuentro ni en su habitación ni en su estudio.
¿Dónde demonios está?
Decido salir hacia el jardín y choco con ella y Liam. Hoy es el día de chocar con gente.
Mi tía tiene el cabello desordenado y con hojas en el pelo y Liam no está mucho mejor.
–¿Hay mucho viento?
–No –responde mi tía–. ¿Por qué preguntas?
–Por sus cabellos –digo y ambos se miran y sonríen.
–No es nada, cariño.
–¿Es verdad que vas a comprometerme con Nate? –pregunto abatida.
Mi tía pierde su sonrisa. –Pensé que te gustaba.
–Me gusta, pero no quiero casarme con él, no aún.
Mi tía acaricia mi cabello. –Mi amor, tienes que casarte algún día, eres la Duquesa y tienes que heredar el título de tus padres.
–Pero tía…
–Cariño, ahora estoy ocupada, ¿sí? Tengo que preparar lo de tu cumpleaños, papá quiere que todo salga perfecto –agrega frunciendo el ceño, preocupada por cumplir los requerimientos de mi abuelito.
–Pero…
–Hablamos después –dice antes de dirigirse hacia su estudio con Liam, tengo la intención de seguirlos, pero cierran la puerta en cuanto ambos están dentro.
Sencillamente genial.
Corro hacia el asiento cerca del sauce y miro hacia el cielo fijamente como si pudiera encontrar la respuesta en él.
No quiero casarme, al menos no antes de poder hacer todas las cosas que quiero hacer. No quiero llegar a una edad avanzada y solo sentir arrepentimiento por todo lo que no hice. Quiero ser como mi abuela, sentir nostalgia de los buenos momentos y sonreír al recordar momentos especiales en mi vida, pero todo lo que puedo ver son vestidos de etiquetas, sonrisas forzadas y ceremonias aburridísimas.
Supongo que lo único que recordaré son las fiestas con mi amigo Louis. Esos efímeros momentos en los que pude sentir el sabor de la libertad, como el primer paladeo de un sorbo de vino que siempre promete más.
Sé que podría ser peor, al menos Nate es agradable, pero no quiero que las cosas sean así. Quiero enamorarme y que me rompan el corazón, quiero sentirme ansiosa de acariciar y ser acariciada por el hombre que elegí para mí, no obligarme a sentir todo eso.
¿Por qué no puedo tener lo que tuvieron mis abuelos?
–¿Qué demonios te pasa ahora?
Ni siquiera me giro, él es precisamente la última persona que quiero ver en este momento.
–Déjame sola, por favor –pido y me levanto sin voltear a verlo.
Camino hasta el sauce en el lado que da a la pequeña laguna y me dejo caer sobre una gran raíz.
Abrazo mis rodillas y escondo mi cabeza en ellas. Necesito recomponerme. Esto no es el fin del mundo, podría ser mil veces peor. Quizá todos tienen razón y si soy una malagradecida, después de todo lo único que tengo que hacer es casarme y engendrar un heredero, y he tenido mucho amor a lo largo de los años y nunca me ha faltado nada, excepto el cariño de mis padres, pero ya hice las paces con eso hace años.
Tendré que hacerlo, no puedo dejar mal a mi tía y a mi abuelito, son todo lo que tengo en este momento.
Estoy segura que mi tía tuvo que renunciar a muchas cosas para hacerse cargo de mí, tenia mi edad en ese periodo y quizá quería todas las cosas que quiero en este momento, pero tuvo que renunciar por cuidarme.
No puedo decepcionarlos, a ellos no.
–Hey. –Levanto mi cabeza al escucharlo tan cerca y lo veo arrodillado frente a mí, mirándome con esos insondables ojos azules–. Dime qué está mal –pide sin el tono beligerante que generalmente usa conmigo.
–Nada, estoy exagerando, como siempre me dices –digo y sonrío tristemente sin poder evitar que más lágrimas caigan de mis ojos.
Nick seca mis lágrimas con sus nudillos y yo no puedo hacer otra cosa que mirarlo y anhelarlo. Es como una estrella a la que puedo admirar, pero nunca alcanzar.
–Déjame juzgar eso a mí.
–Tengo que casarme con Nate –susurro.
–Ah, eso.
–¿Lo sabías? –pregunto sintiéndome una imbécil. Todos lo sabían menos yo.
–Sí, tu tía lo mencionó hace unos días –dice y mira hacia el suelo–. Pensé que te gustaba.
Pongo los ojos en blanco. He escuchado esa frase muchas veces hoy. –Que te guste alguien no significa que quiera casarme, esa nunca ha sido mi aspiración.
–¿No te gustaría casarte con el futuro Conde? –pregunta con la voz bañada de incredulidad.
–¡No! Quiero vivir todas las cosas que una chica de mi edad tiene derecho a vivir. –Sus ojos me miran con escepticismo–. No lo entiendes, tú puedes hacer lo que se te dé la gana, puedes acostarte con cualquier mujer, puedes ir de fiestas sin tener a nadie pegado a tu espalda, sin que nadie vigile cada palabra de tu boca, y no tienes que soportar a gente falsa… Solo quería vivir un poco.
–Lo has hecho, por algo estoy aquí, Duquesa –replica–. Y no puedo hacer lo que se me dé la gana. Estoy aquí, ¿no? Cuidándote.
Asiento sin poder evitar que más lágrimas caigan de mis ojos. –Supongo que tener que cuidarme ha sido uno de tus trabajos más desagradables.
–Sí –confirma mi peor miedo.
Vuelvo a bajar mi cabeza, pero sus manos acunan mi rostro, impidiéndomelo.
–Eres el trabajo más desagradable y más difícil que he tenido en mi vida, pero no por lo que crees.
–¿No?
–No –repite mirando mis labios–. Eres una debilidad, y Dios sabe que odio las debilidades en los demás, pero sobre todo en mí.
–No entiendo… –intento pedir explicaciones, pero me calla dándome un beso que me devuelve a la vida, llevándose toda la amargura y la tristeza que sentía hasta hace unos segundos.
Suelto un suspiro al sentir su sabor ahumado con ese toque cítrico, que amo, en mi boca. No sabía cuánto anhelaba su tacto hasta ahora.
En un movimiento me sube a horcajadas sobre sus rodillas dobladas en el suelo, y desesperada por más contacto comienzo a tirar de su chaqueta.
–Vas a volverme loco, Duquesa –masculla en mi oído antes de meterse mi lóbulo en su boca y succionar.
Suelto un pequeño grito y me aferro a sus hombros al sentir como una corriente eléctrica recorre mi cuerpo.
Su boca besa mi cuello y comienza a succionar mi piel, logrando que todo mi cuerpo tiemble.
Acuno su rostro. –¿Cómo es que me haces sentir tanto? –pregunto en un susurro.
–Quizá has estado con los hombres equivocados –devuelve con una hermosa sonrisa que sé que nunca podré olvidar.
Maldita sea, tengo que decirle.
–No he estado con hombres equivocados –digo, esperando que entienda.
Sus ojos se tornan oscuros y su mandíbula se tensa. –Supongo que eres muy generosa en la apreciación de tus amantes, Duquesa.
–No entiendes… –comienzo, pero me calla con otro de esos besos que me roban la capacidad de pensar claramente.
Comienzo a moverme sobre él al sentir una preciosa fricción que hace que me tiemblen hasta las uñas de los pies.
Acuna mi rostro con fuerza. –¿Qué pretendes?, ¿qué te tome aquí y ahora?
Sonrío antes de asentir. –Sí, por favor.
Niega con la cabeza y vuelve a besarme ahora con fiereza como si quisiera probar un punto. Me entrego a su fuerza, a su dominio y lo dejo hacer porque me encanta cada roce, cada toque.
Comienzo a tirar de su camisa fuera de sus pantalones y meto mis manos por debajo de la tela. Suspiro al sentir toda esa masa de músculos tensarse bajo mi tacto.
Deja caer su frente en la mía y suspira. Acaricia su nariz con la mía y luego me regala otra de sus hermosas sonrisas que no había conocido hasta hoy.
–¿Puedo? –pregunto avergonzada.
–Puedes hacer lo que quieras –susurra y muerde mi labio inferior con ternura.
Muevo mis manos sintiendo cada músculo de su vientre. Paso mis uñas por ellos logrando un gruñido de Black, que nace de su garganta. Luego, al sentirme valiente, paso mis manos por sus enormes pectorales.
Sus ojos se cierran y suelta una maldición.
Me acerco a su cuello e inspiro profundamente. –Me encanta tu olor –susurro y luego enrojezco al darme cuenta que lo dije en voz alta.
–A mí también me gusta el tuyo, hueles a flores y a verano.
–Y tú a madera y a cuero.
Sonríe antes de volver a besarme y sé que me está volviendo adicta a sus sonrisas casi tanto como a sus besos.
–Oh, mierda, lo siento.
Ambos nos separamos al escuchar a Louis.
Qué vergüenza.
Enrojezco al ver los ojos curiosos de mi amigo paseándose desde Nick hasta a mí.
Nick se levanta en un movimiento ayudándome en el proceso y puedo ver como vuelve a ser ese hombre tosco que suele lastimarme con sus palabras. Busco su mirada, pero no logro que me mire.
No pienso soportar otro dolor hoy.
–Louis, vete –ordeno y mi amigo me guiña un ojo y se va caminando lentamente, sé que lo hace a propósito para hacerme sentir más incómoda.
–Duquesa… yo…–Levanto mi mano para detener lo que sea que va a decir.
–No lo hagas. Sé que esto fue un error y no volverá a pasar.
–Tienes que entender…
–No tengo que entender nada, ya lo sé –lo corto–. Te desagrado, lo has dejado claro múltiple de veces. Hoy no puedo con otro de tus comentarios. Hoy no –digo sintiéndome triste nuevamente.
Lo miro una vez más y me alejo corriendo.
–¡Duquesa! –grita llamándome, pero no me detengo–. ¡Duquesa! ¡Cathy!
Ni siquiera me detengo por el placer que me da escucharle llamarme por mi nombre.
No quiero sufrir más por hoy.
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Updated 44 Episodes
Comments
Zonia Guzman
Que estupidez ya esta como mamona la trama
2025-03-27
1
Lesly Argumelo
pobre Cathy
2024-11-29
1
Irma Ruelas
😒🤨😍😍😍😍🔥
2024-06-12
2