Operación: Cazar al HOMBRE

Cathy

–Tu pulso está acelerado, Duquesa –dice tan cerca de mí, que me cuesta respirar–. Pensé que dijiste que no me tenías miedo –susurra en mi oído y acaricia mi piel con su nariz.

Un estremecimiento maravilloso recorre mi cuerpo y por primera vez en mi vida me siento viva. Suelto un jadeo involuntario al sentir tanto en este momento. Tanto, que quisiera saborearlo por siempre.

¿Miedo? Para nada.

Black acuna mi rostro, y mi corazón, lo juro, deja de latir, para luego latir furiosamente cuando sus labios chocan con los míos, con la misma violencia con la que sostiene mi rostro, y lo agradezco, porque mis rodillas se sienten débiles, y sé que si no me sostuviera de esta manera caería al suelo como mantequilla derretida.

Sus labios se mueven sobre los míos con firmeza y yo abro mi boca ansiosa por sentir su sabor. En cuanto nuestras lenguas se tocan ambos soltamos un gruñido suave.

Su sabor ahumado con un toque cítrico atormenta mis papilas gustativas de tal manera que quiero sentir su sabor por toda mi boca. Enredo mis dedos en su corto cabello y rasguño su cuero cabelludo a la vez que lo beso más profundamente.

Black se aleja y abro los ojos de inmediato, asustada de haber hecho algo mal.

–Maldita sea, Duquesa –sisea antes de tomar mi cintura y subirme sobre mi tocador–. ¿Qué mierda me estás haciendo? –pregunta, pero debido a lo acelerado de mi respiración no puedo responderle.

Lo único que hago es acercarlo más a mi cuerpo y pasar mi nariz por su cuello, huele delicioso, a cuero y a madera con un toque cítrico, combinado con ese olor almizcle que es tan él.

Tira con su mano mi cabello hacia atrás obligándome a levantar mi cabeza y mirarlo a los ojos, que se encuentran oscuros y hambrientos.

–Eres una niña –dice tratando de alejarse, pero no lo dejo.

–No lo soy –susurro antes de besarlo nuevamente–. No lo soy –repito junto a su oído.

Black se hace cargo del beso nuevamente y suelto un suspiro de satisfacción al sentir nuevamente su sabor.

Toma mi cintura y me acerca más a él y suelto un gemido al sentirlo excitado contra mi centro.

Maldición, esto es maravilloso.

Su boca suelta la mía y besa mi cuello, logrando otro gemido de mi parte.

–¿Esto es lo que quieres, Duquesa? –pregunta en un susurro antes de acariciar mi cuello con sus dientes y lengua, logrando que todo mi cuerpo queme, como si mi sangre estuviera a cuarenta y cinco grados Celsius. Casi la puedo escuchar hervir en mis oídos.

–Sí, por favor –ruego–. Por favor, tócame  –pido en un sollozo tan lastimero, que sé que después me sentiré avergonzada el resto de mi vida.

Black tira de mi sweater y quedo con una camiseta delgada y por supuesto, porque esa es mi suerte, no llevo sujetador.

–Voy a ir al maldito infierno por esto –masculla mirando mi pecho, furioso.

Acuno su rostro con desesperación. –Por favor –suplico olvidándome de todas las normas que se supone debe seguir una Duquesa, pero ahora no puedo, necesito sentirlo con urgencia.

Su boca baja a mis pechos y suelto un grito al sentir esa dulce sensación cuando sus labios rozan las partes más sensibles en ellos.

Esto es el maldito cielo.

Olviden lo anterior, no tener sujetador, en este momento, es maravilloso.

Me froto contra él, y cruzo mis piernas en sus caderas para sentirlo con más fuerza. Necesito solo un poco más para tocar el cielo.

–Sí, por favor –suplico con desesperación.

Pero como si fuera un mal sueño, todas las sensaciones se detienen bruscamente, tanto que casi caigo del tocador.

Trato de encontrarle sentido a lo que está pasando, pero mi cerebro sigue bajo la bruma provocada por Black.

–¡Esto no debió pasar! –masculla y golpea la pared con fuerza, logrando que salte y salga del embrujo del que me encontraba prisionera–. ¡Eres mi clienta!

–Mi tía lo es –replico.

–No empieces, niña, no ahora –sisea.

–No soy una niña.

Sus ojos furiosos se clavan en los míos. –Sí que lo eres, eres una maldita cría que no sabe lo que quiere.

–Sé lo que quiero, te quiero a ti –digo en un arranque de valentía, poco propio de mí, pero daría lo que no tengo por volver a sentir todo lo que sentí hace unos segundos.

Me toma con fuerza de mis brazos. –No lo vuelvas a repetir –dice con voz afilada–. No eres más que una niña caprichosa que está acostumbrada a obtener lo que quiere.

–No lo soy….

–Lo eres, ni siquiera cumples con lo mínimo que se te pide –masculla–. Lo tienes todo, y no se te pide mucho a cambio, solo que te comportes.

Cierro los ojos para evitar que vea lo que su comentario provocó en mí.

–No lo entiendes –susurro.

–Claro que lo entiendo, Duquesa. No tienes las agallas para hacerte cargo de tu propia vida. ¿Qué tan miserable es eso?

Con mis manos quito las suyas de mis brazos, y cuando no lo logro me muevo hasta que me suelta.

–Vete –ordeno sin mirarlo–. Vete de aquí.

–No tienes que repetirlo dos veces –dice y lo escucho caminar y luego oigo el azote de la puerta al cerrarse.

Camino hacia mi cama y me permito llorar.

******

–¡No quiero hablar con nadie! –grito cuando escucho un golpeteo en la puerta, ya es la tercera vez este día.

¿Es que no entienden que necesito estar sola?

–Soy yo, cariño –dice Louis.

Me apresuro hacia la puerta y le abro. En cuánto lo veo me lanzo a sus brazos y comienzo a llorar nuevamente.

Hace dos días que no salgo de esta habitación, supongo que ha sido un alivio para Black.

–Ya, preciosa, todo estará bien –susurra mi amigo mientras me arrastra de vuelta a la cama.

Me recuesto sobre su pecho y lloro mientras él acaricia mi cabello sucio y despeinado.

–Tu tía me llamó –dice después de un rato–. Está preocupada por ti.

Hago una mueca. –Lo sé, lo siento –susurro y seco mi nariz con la camisa de Louis.

–Gracias por eso –ironiza y yo sonrío. Una sonrisa sincera.

Lo miro y vuelvo a sonreír. –Sabes que te amo, ¿verdad?

–Lo sé, y yo a ti, cariño. Ahora, dime qué está mal. Mi camisa no sobrevivirá a otro llanto tuyo.

–Lo siento –digo compungida.

–Son solo ochocientos euros a la basura –dice con una enorme sonrisa–. Mi familia sobrevivirá.

Sonrío. Louis tiene razón, después de todo es hijo del Vizconde de L´meir, familia muy cercana a la reina.

–Lo besé –digo después de unos segundos–. Lo besé –repito tratando de entender lo que pasó hace dos días.

Louis se sienta tan bruscamente que mi cabeza cae de su pecho a la cama.

–¡Lo besaste! –me acusa.

Me siento como él. –Lo hice.

–¿Y?

Sonrío al recordar. –Oh, Louis, fue maravilloso, nunca creí que podría sentir tanto con un beso.

Mi amigo arruga su ceño. –Oye, que yo fui tu primer beso, no lo olvides. Me duele que alabes tanto el beso que le diste al guardaespaldas y del mío nunca hayas dicho nada.

–No lo olvido, Louis, nunca podría. Y déjame recordarte que también fue cuando te diste cuenta que te gustaban los hombres –replico–. Escapaste como si te persiguiera un perro rabioso, y volviste a la semana a explicarme todo, también me dolió.

Mi amigo levanta una mano como quitándole importancia.

–Fue hace años. ¿Y qué hizo el HOMBRE con mayúscula? –pregunta.

Desde que Black lo golpeó se refiere a él como el HOMBRE.

Juego con mis manos, sin mirarlo. –Al principio fue un sueño hecho realidad, pero luego se alejó y me dijo cosas horribles… Ya no sé qué pensar.

–Se asustó.

–No lo creo –contradigo–. El HOMBRE no se asusta con nada. Creo que me odia por haberlo besado… no sé, quizá crea que abusé de mi posición –susurro y sé, sin verme, que mi cara está roja.

–No seas tonta, Cathy. Se asustó, te lo dije, ese hombre te desea, pero te ve como una niña.

–No lo soy.

–No estaría tan seguro de eso –molesta. Tomo una almohada y lo golpeo con ella–. Oye, ¿ves lo que digo? –pregunta riéndose–. Quizá él se sienta culpable por desearte como lo hace.

–No lo sé.

–¿Se excitó? –pregunta y mi cara arde más–. ¿Lo sentiste excitado?

Asiento, incapaz de pronunciar una palabra.

–¿Ves? Te lo dije, te desea, es solo que no se atreve a dar el paso.

Muerdo mi mejilla por dentro pensando en ese momento, y estoy segura que estaba excitado. Además, su respiración era brusca, y su voz era tan ronca, que no puedo evitar que un escalofrío recorra mi espalda cuando lo recuerdo.

–Quizá tengas razón –digo con recelo, todavía insegura.

–La tengo. ¿Cuándo me he equivocado? –Le lanzo una mirada furiosa y ríe–. No respondas –se apresura en agregar–. Por lo que sabemos tu tía te puede comprometer en cualquier momento.

–Quizá no lo haga –susurro.

–Lo va a hacer. Todos los ojos están sobre ti en este momento, Cathy –dice y acaricia mi mejilla que aun quema–. Te mereces pasar un buen rato con alguien que te atraiga. Porque solo te atrae, ¿verdad?

Muerdo mi labio y me apresuro en asentir. –Sí, es solo eso.

–No veo el peligro entonces. Ambos se atraen y ambos son adultos. Hazlo por ti, cariño. –Sus ojos buscan los míos–. Al menos siempre tendrás el recuerdo. Y cuando tu futuro esposo se acerque a ti, podrás recurrir a ese recuerdo placentero para sobrevivir a tu matrimonio.

Pienso en mi devenir y mi cuerpo se enfría. No quiero tener que soportar toda una vida sintiéndome atrapada en un matrimonio con un hombre al que no quiero, sin siquiera un recuerdo para saborear.

–No sé cómo hacerlo –susurro–. No creo que Black claudique. Me lo dejó bien claro.

Mi amigo me abraza. –De eso no te preocupes, cariño, yo te ayudaré–. Se aleja y acuna mi rostro–. La operación: Cazar al HOMBRE, ha comenzado.

Más populares

Comments

Zonia Guzman

Zonia Guzman

Yo creo que a pesar de lo loca ella es virgen

2025-03-27

1

Lesly Argumelo

Lesly Argumelo

Nick es muy bruto para tratarla

2024-11-28

2

Martina Zambrano

Martina Zambrano

Pero este señor tiene una boquita que parece drenaje de aguas servidas

2024-09-01

3

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play