Liam
Me siento en mi despacho y miro por el enorme ventanal hacia la calle, tratando de olvidar la culpa que siento por lo que pasó con mi esposa, supongo que ex esposa ahora.
Antes de salir por la puerta me gritó que su abogado se comunicaría conmigo para tramitar el divorcio.
Tomo la foto que tengo de ella en el escritorio, y la meto en uno de los cajones para no verla más. Supongo que es algo bueno, después de todo nunca me produjo calma ver su foto, me ponía ansioso y de mal humor ya que sabía que al llegar a casa habría un problema esperándome.
Supongo que también es algo bueno que no hayamos tenido hijos, de lo contrario esto sería más difícil de lo que ya es.
Miro hacia la puerta del despacho al escuchar un repiqueteo en la madera del pasillo, y sonrío antes de verla.
Issy se acerca tambaleándose con el peso de los libros contables de su familia, pero en su rostro tiene una enorme sonrisa.
Me apresuro a su lado y le quito los libros, los cuales pesan bastante.
–Te he dicho que me llames para esperarte abajo, Issy.
Sacude el polvo de su cabello y sus manos, sin dejar de sonreír. –Es un buen ejercicio –dice con su característico humor.
Llevo los libros sobre el escritorio y los dejo ahí para revisarlos más tarde, y cerrar el mes.
La familia de Issy, además de pertenecer a la aristocracia de Albia, tiene varios negocios, entre ellos diez destilerías de whiskey, venta de caballos fina sangre y caballos para distintas competiciones. A todo eso se le suma las enormes ventas de leche, huevos, frutas y verduras, que le dan los seis graneros que tiene la familia, ubicados en distintas locaciones del país.
La contribución de la familia London al país, a través del pago de impuestos, es sin duda un gran porcentaje del PIB del país.
La abrazo y beso su mejilla, sintiéndome por primera vez en paz, desde anoche.
–Te ves preciosa, Issy –digo.
Lleva un sencillo sweater de cachemira y unos jeans azules, y lleva puestas unas zapatillas blancas en sus pequeños pies.
Amo cuando viste de forma casual, con su cabello suelto, sin maquillaje ni joyas que cubran su enorme belleza. No es que se vea mal cuando va a eventos, se ve preciosa, pero siempre la he preferido así, como cuando la conocí.
–Gracias, tú también –dice mirándome y rio, siempre llevo mi aburrido traje café y mis gafas de marco carey enormes. La ropa que mi esposa elegía para mí, ya que nunca le gustó que me vistiera de otra forma.
Supongo que ahora podré cambiar mi outfit.
–¿Cómo esta Cathy? –le pregunto mientras ambos nos sentamos en el sofá.
Su ceño se frunce de preocupación. –Creo que algo le pasa, ha estado encerrada, se siente culpable por lo que pasó, pero nada de eso fue su culpa.
–¡Claro que no! –exclamo enojado con la maldita sociedad de este país, que siempre culpa a las mujeres por todo.
–He hablado con ella, pero… no sé. Louis ha venido a visitarla estos últimos días, y los he visto charlando por los pasillos como si planearan algo.
Pienso en ese dúo y sonrío. –Ya lo creo que sí.
–¿Crees que debería pedirle al Vizconde una reunión para ver una posible unión entre ellos? –pregunta–. Se llevan bien, sé que se quieren y quizá es lo que Cathy desea.
Me rio y niego con la cabeza. –Sinceramente lo dudo.
–¿Por qué?
Acaricio su mejilla y dejo un mechón de su hermoso cabello rubio detrás de su pequeña oreja. –Eres tan inocente, Issy.
Se cruza de brazos y pone ese gesto terco que he visto en Cathy muchas veces.
–No lo soy.
–Lo eres, y no debes sentirte mal por ello. Creo que a Louis le interesa otro tipo de personas –empiezo con cuidado.
–¿Qué tipo de personas?, ¿personas sin títulos?
–Personas sin pechos –digo y rio al ver la cara descolocada de Issy–. Creo que le gustan los hombres.
–No, no creo… no sé… ¿Tú crees? –pregunta en un susurro apenas audible.
–Lo creo –susurro de vuelta.
–¿Cómo lo sabes? –pregunta tan despacio que sonrío.
–No tenemos que susurrar, estamos solos –empiezo–. No lo sé, son gestos que he notado en él, y sobre todo las intensas miradas que comparte con mi sobrino, quien es gay. Al parecer se han acostado varias veces, según lo que me ha dicho mi hermana.
–Oh –murmura con sus enormes ojos celestes abiertos de par en par–. Bueno, eso arruina mi plan.
–Ya lo creo que sí.
Suspira y mira hacia el ventanal. –¿Cómo está Emilia?
–Sinceramente, no lo sé.
–¿Ah?
–Se fue esta mañana.
–¿A visitar a sus padres?
–No, se fue de nuestra casa, me gritó antes de salir que su abogado se comunicaría conmigo para concretar el divorcio.
Se gira rápidamente hacia mí. –Oh, no, ¿qué pasó? –pregunta con sus enormes ojos tristes. Y puede que sea un capullo, pero no esperaba que se molestara, esperaba que quizá se alegrara.
Soy un idiota.
–Fue mi culpa, anoche pasó algo que creo que la trastornó por completo, con justa razón, no lo voy a negar.
–¿Qué pasó? –pregunta y enrojezco de vergüenza–. ¿Tan malo es?
–Sí, lo es.
–Dime –pide con sus inocentes ojos.
–No puedo, Issy, es vergonzoso.
Sonríe. –Creo que estamos un paso más allá de sentir vergüenza entre nosotros, ¿no crees?
Nuestros ojos conectan y creo que ambos estamos pensando lo mismo. –Sí, creo que sí, pero de todas formas no es algo que una mujer como tú tenga que escuchar.
Golpea mi costado con su codo. –Puedes decirme lo que quieras, juro que no me escandalizaré –dice con una enorme sonrisa.
–Creo que lo harás.
–No lo haré.
Me giro para quedar frente a ella y no perderme ni un gesto. –Bueno, tú ganas, Issy. Aquí va. Emilia se enojó mientras estábamos teniendo sexo.
–Oh –dice y su rostro se sonroja. –¿Tan mal lo hiciste? –pregunta luego que se recupera.
–No fue lo que hice sino más bien lo que le dije en el fragor del momento.
–¿Qué pudo haber sido tan terrible?
–Esto lo fue, y fue mi culpa. Las cosas hace tiempo que venían mal entre nosotros. Bueno, creo que desde el principio, ella sabe que a pesar de todos mis esfuerzos nunca pude amarla como se merecía –digo y la miro intensamente, logrando que su rostro enrojezca más aun–. Creo que sabes la razón de eso, ¿verdad?
Traga con dificultad y asiente.
–Emilia siempre lo ha sabido, Issy. No importa lo que le dijera, siempre supo ver la verdad detrás de mis palabras.
–Lo siento.
–No es tu culpa.
–Lo sé, pero de alguna manera siento que sí. ¿De verdad no has podido ser feliz en estos trece años junto a Emilia?
Suspiro. –No. Lo he intentado, pero no lo he sido.
–¿Por qué?
–Ella no es tú, Issy.
Su mirada cae hacia sus manos y pongo mi dedo bajo su barbilla para obligarla a que me mire. Sus ojos me hablan de culpa y arrepentimiento, pero no sé por qué siente culpa y por qué siente arrepentimiento, y eso es lo que me mata cada día.
–La cosa es que mientras estábamos en la cama, la llame con tu nombre.
–¡No lo hiciste! –exclama tapando con sus manos su bello rostro.
–Lo hice.
–Oh, debe estar odiándome en este momento.
Sonrío tristemente. –Te ha odiado desde que nos comprometimos. Cometí el maldito error de decirle que estaba enamorado de ti y que iba a tener que tener paciencia conmigo.
Aleja sus manos de su rostro. –¿Estabas? –pregunta y sé a lo que se refiere.
–Lo estaba, lo estoy y lo estaré –susurro. Acuno su rostro y recuesto mi frente en la suya–. Supongo que tendré que vivir con ello.
–Pero nosotros no… no podemos…
–Lo sé, Issy, creo que me lo dejaste muy claro hace catorce años –digo sin poder evitar que la molestia y el dolor que sentí ese día se filtren en mi voz.
Issy se mueve y acuna mi rostro. –Lo siento, te quiero y lo único que he querido siempre es que seas feliz.
–Lo sé –susurro tristemente.
Supongo que por lo menos debo sentirme feliz de ser su amigo.
–Liam, yo… yo… –acaricia mi rostro y veo unas lágrimas caer de sus enormes y hermosos ojos–. Yo… –calla y acerca sus labios a los míos.
Ambos suspiramos y luego tomo su rostro y la beso como he deseado hacerlo desde ese fatídico veintinueve de abril, hace catorce años, el día que rompió mi corazón.
Issy se sienta a horcajadas sobre mí y mi cuerpo responde como si fuera un joven de veinte años y no un hombre de ya cuarenta años.
Gime cuando me siente y ambos nos miramos.
–Creo que nada ha cambiado para nosotros –digo al recordar esas hermosas tardes que pasábamos juntos y esa maravillosa noche, donde la hice mía por primera vez.
Meto las manos bajo el sweater de cachemira y acuno sus senos con cariño y beso su cuello.
–Te he extrañado cada una de mis horas, Issy.
Gime suavecito antes de besar mi cuello. –Yo también –susurra cerca de mi oído.
Acuno su rostro. –¿Estoy soñando? –le pregunto con miedo de despertar y encontrarme en mi cama solo.
–No, espero que no –susurra antes de volver a besarme.
Nos enredamos en un beso profundo y tan necesitado que comienzo a moverme contra su centro, necesitando sentir su calor más cerca. Su sabor a té de limón y verano me vuelve loco, siempre lo ha hecho, desde el primer beso que compartimos bajo el enorme sauce, escondidos de las miradas de los trabajadores y de nuestros padres.
Acaricio su trasero y Issy deja caer su cuello hacia atrás en un gemido mudo, aprovecho el momento y paso mis dientes y lengua por el costado de su cuello, y bajo su oreja.
Sus manos se meten bajo mi camisa, y tengo que apretar mis dientes para no gruñir como un animal en celo.
Su tacto siempre ha sido precioso para mí.
Un ruido sordo nos hace separarnos de inmediato.
–La puerta –digo tratando de poner en orden mis pensamientos.
–Oh, Liam, estás casado.
–Lo sé, pero…
–Esto no puede volver a pasar –dice y se baja de mi regazo, haciéndome gruñir por la pérdida.
–Issy…
–No, Liam, lo siento –dice saliendo rápidamente de la oficina.
–¿Issy? ¿Isabella? –la llamo, pero es inútil, la escucho bajar las escaleras y luego intercambiar unas palabras con alguien.
Arreglo mi ropa lo más que puedo, preparándome para atender a la persona que esté subiendo, pero mi rostro cae cuando Emilia entra con los ojos ardiendo de rabia.
Maldita sea, esto no puede ser peor.
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Updated 44 Episodes
Comments
Lesly Argumelo
encantada con la historia
2024-11-28
4
Irma Ruelas
😔🤨🫣🔥🔥🔥😍😍😍😍
2024-06-12
3
Francisca Alcantara
La tía tiene su propio historia de amor
2024-06-11
3