La magia de las bodegas

Liam

Camino por el salón persiguiendo a Issy, pero hace de todo para no enfrentarme.

Esto es ridículo. Han pasado varios días desde que nos besamos y aún no puede verme a la cara.

Salgo ofuscado hacia el gran jardín y mis ojos van directo al sauce, ese sauce donde Issy y yo nos besamos por primera vez. Fue para ambos nuestro primer beso, y a pesar de lo torpe de ese primer encuentro, fue una experiencia que nunca olvidaré.

Cerca del sauce está Cathy sentada con el hijo del Conde, ambos están conversando y riendo.

Imagino que las cosas van bien entre ellos, tan bien que el cumpleaños del mismísimo Conde de Escocia, Nathaniel Vincent Hastings II, se ha decidido celebrar en la casa de Issy para potenciar la posible unión entre las familias.

Solo espero que Cathy sepa lo que está haciendo.

Escucho un gruñido bajo y me giro para encontrarme con la silueta del guardaespaldas de la Duquesa, mirando hacia el sauce.

Me acerco y lo saludo con un movimiento de cabeza, gesto que devuelve sin despegar los ojos de Cathy.

–Se ve feliz –digo al mirar a los sonrientes jóvenes. Masculla algo, pero no consigo escuchar bien–. ¿Perdón?

–Así parece –aclara con la mandíbula tan tensa que apenas abre la boca para hablar.

Interesante.

–Supongo que ahora que la Duquesa se comprometerá ya no tendrás tanto trabajo.

–Eso lo veremos –dice cortante–. Alguien tiene que darse cuenta tarde o temprano del maldito error que es eso –agrega apuntando hacia la feliz pareja.

Vaya.

–Te gusta –digo.

Se gira de inmediato hacia a mí. –¿Qué?

–La Duquesa. Te gusta. –Comienza a negar con la cabeza, pero lo interrumpo–. Sé lo que se siente perder la cabeza por una London.

–¿La Condesa?

Asiento. –Sí –admito–. Desde siempre. Deberías alejarte de ella cuanto antes porque una vez que te enamoras de una London no hay vuelta atrás.

–No estoy enamorado –musita.

–Eres afortunado –digo y hasta yo puedo escuchar el patético suspiro que sale de mis labios–. Cathy es una chica dulce y necesita a un hombre que la quiera de verdad –agrego mirándolo a los ojos–. Esa chica vale todos los sacrificios del mundo.

Asiente a regañadientes y vuelve su mirada hacia Cathy.

No puedo evitar sentirme protector con la Duquesa ya que la vi crecer. Issy siempre andaba con ella para todos lados desde que era una bebé. Todavía recuerdo cuando la sentaba sobre mi escritorio mientras repasábamos los movimientos comerciales de la familia.

Me giro hacia la casa nuevamente, pero por el rabillo del ojo veo el inconfundible cabello de Issy dirigiéndose hacia la bodega donde se guardan los vinos.

Camino sigilosamente tras ella, manteniendo mi distancia para que no vuelva a huir de mí. Abre una puerta y comienza a bajar las escaleras hacia el sótano el cual está iluminado con luz tenue para proteger la integridad de las botellas de vino.

La sigo tratando de hacer el menor ruido posible y sonrío cuando la veo arrugar su ceño leyendo las etiquetas de las distintas repisas.

–Romanée Conti, Romanée Conti –pronuncia una y otra vez mientras se pasea por las distintas repisas–. ¿Dónde demonios estás?

–Aquí –digo logrando que se sobresalte.

–Liam, ¿qué haces aquí?

–Tratando de encontrar un momento para hablar contigo, Issy.

Endereza sus hombros. –No tenemos nada de qué hablar –dice firmemente y pasa por mi lado, pero no puede continuar ya que la tomo del brazo.

–Yo creo que sí –la contradigo y la empujo contra uno de los estantes–. Te ves preciosa –digo paseando mi mirada por su menudo cuerpo envuelto en un vestido color perla, que apuesto debe costar más que toda mi ropa junta.

Sus ojos color cielo miran los míos con recelo. –¿Qué haces?

–¿Qué hago yo? ¿Qué haces tú?

–Estás casado.

–Soy libre, Issy.

Niega con la cabeza. –Esto no puede ser. Esto nunca debió ser.

–Eso dolió –la acuso–. Retráctate.

–No.

–Ahora, Isabella. Sabes que no lo dices en serio.

Su respiración se torna más pesada, al igual que la mía, y sus ojos se oscurecen. Siempre ha sido así para nosotros.

–Lo siento –se disculpa–. No quise decir eso.

–Lo sé –digo y acuno su rostro–. Te amo, Issy, siempre lo he hecho.

Ahoga un jadeo y enreda sus manos en mi cabello y me obliga a bajar mi cabeza a su encuentro.

Ambos jadeamos al sentir los labios del otro. Esa corriente caliente tan nuestra recorre mi cuerpo y me hace gruñir desde el fondo de mi garganta.

Tomo los muslos de Issy y la levanto, ella de inmediato cruza sus piernas en mis caderas.

–Yo también te amo –susurra en mis labios–. Te necesito, Liam.

Sonrío y vuelvo a besarla, hipnotizado por la necesidad en sus palabras. Quisiera encontrar la manera de meterla bajo mi piel para sentirla cada segundo de mi vida a mi lado.

Enredo una mano en su cabello y la obligo a ladear la cabeza y aprovecho la oportunidad para recorrer su largo cuello con mi lengua y dientes.

–Tócame –exige en un sollozo.

Con mi mano libre recorro sus pechos y juego con sus puntas excitadas, logrando un gemido de sus labios, que me apresuro en besar. Luego bajo más y acaricio su tierno vientre y después la sedosidad de sus muslos.

Suelto un gruñido que resuena por toda la bodega cuando descubro que no lleva ropa interior.

Ambos nos miramos. –No puedo usar nada con este vestido, se marca –explica entre jadeos–. Por favor, Liam –ruega rompiendo mi control.

La acaricio y descubro lo lista y cálida que está para mí.

–¿Tan rápido? –pregunto burlón.

–Te deseo, siempre ha sido así para nosotros –devuelve.

Acaricio su punto más sensible con mi pulgar antes de enterrar dos dedos en ella.

Grita y entierra sus uñas en mis hombros.

Muerdo su mentón mientras muevo mis dedos dentro de ella como sé que le gusta. Sus gritos de júbilo reverberan en las paredes y debajo de mi piel. Estoy tan duro que me duele.

Comienza a montar mis dedos mientras yo beso sus pechos sobre la tela del vestido. Luego de unos minutos se deja ir con un grito silencioso y con su cuerpo temblando.

La sigo acariciando entre sus muslos ayudándola a reponerse de su clímax. Su cabeza cae sobre mi hombro como peso muerto, beso la cima de ésta y sonrío.

Extrañaba sentirla así.

Issy comienza a gemir nuevamente.

–¿Un segundo orgasmo? –pregunto.

–No, un calambre –suelta–. Mi pantorrilla izquierda.

Me apresuro a acariciar su pierna con dedos firmes antes de dejarla en el suelo.

En cuánto ya no la tengo en mis brazos me estiro y un dolor en mi espalda baja se dispara.

–Ya no somos tan jóvenes como antes –mascullo al sentir los relámpagos de dolor.

–Ni que lo digas –dice sobándose su pantorrilla–, pero hay algo que no ha cambiado –dice mirando la bragueta de mi pantalón–. Déjame –pide y tira de mí hacia ella.

Comienza a desabotonar mi pantalón con impaciencia y mete su mano bajo mi bóxer. Suelto un gemido al sentir la calidez de su mano en mí.

Se arrodilla frente a mí con una sonrisa satisfecha. –Ahora me toca a mí –dice y besa la piel baja de mi vientre.

–¡Condesa! –Ambos nos congelamos al escuchar los gritos de sus guardias–. ¿Se encuentra bien?

–Mierda –soltamos al mismo tiempo y nos ayudamos a ordenar la ropa.

–¿Dónde está ese maldito vino? –masculla–. ¡Estoy bien, ya voy! –grita.

La ayudo a buscarlo y en cuánto lo tiene en la mano la vuelvo a besar. –Esto no se quedará así, Issy.

Sonríe. –Ya lo creo que no –susurra–. No salgas hasta dentro de unos minutos.

–No lo haré. Te ves preciosa –agrego al mirar su rostro sonrojado y sus ojos satisfechos y brillantes.

–Gracias –dice mientras se gira hacia las escaleras–. Te debo una.

–Una muy grande –devuelvo cuando casi no la veo.

Cuando la puerta se cierra, sonrío, recuperé a mi Issy.

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Comments

Momys.rub

Momys.rub

Jajajajajajaajaja..
Q bello Amorrrree!!!
Pero los añossss, ayyy diooooo!
Ya nobte dejan lanzarte del ropero!!!!

2024-03-10

4

Elizabeth Bustos

Elizabeth Bustos

Jajajaja 😜 que hacía Elizabeth ahí jajaja 😂 como odio los calambres pos coito

2024-02-01

2

Maris Benitez

Maris Benitez

UPS casi fueron pillados, Isabella y Liam 🙃🙃🙃🙃🙃🙃🫠🫠🫠🫠🫠🫠🫠😅😅😅😅😅😅😅😜😜😜😜😜😜😜🫣🫣🫣🫣🫣🫣🫣

2023-12-03

2

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