Capítulo IX: Respuesta.

Matthew.

Cuando creí que todo seguiría de manera normal, esta chica gótica me sorprende con su exigencia. Mis disculpas no le fueron suficientes, hice a un lado mi orgullo para enmendar mi error en frente de todos y de nada sirvió.

Estuve intranquilo toda la fiesta de Halloween, me conseguí el mejor disfraz de Batman, Jeff, John y yo decidimos ser los personajes de la Liga de la Justicia. Bailé con muchas chicas que se morían por un contacto mío y una muestra de cariño, pero yo no podía apartar a Samantha de mi cabeza. Se aparecía frente a mí, en cada mujer veía a esa oscura rival.

Tan perdido estaba, que me sonaba escuchar su voz en la ventolera de la madrugada, decía mi nombre en un susurro persuasivo e insistente. Finalmente, antes que oscureciera me fui a casa, en realidad la pensión en la que duermo, debía dar la cara por la estupidez que hice. No alcancé a quitarme la chaqueta que traía puesta, cuando Samantha me dice que debo irme, con plazo hasta mañana en la noche.

Estoy sin una casa descente para vivir. Mi padre sigue enojado conmigo, hablamos como de costumbre, nos llamamos todos los días, aún así no está dispuesto a permitirme volver a la mansión. En otro lado, mamá me deposita una mesada que es insuficiente, llevo un nivel de vida rodeado de lujos y una fama, con esfuerzo puedo pagar los libros y la pensión en casa de la gótica.

Asumí que las cosas estaban bien, es cierto que no éramos amigos, teníamos un trato cordial como compañeros. Sé que guarda rencor por la humillación pública que le hice, está en su derecho; aunque, creo que existe algo más, logro ver un mínimo de temor en sus bonitos ojos verdes. Le digo lo que pienso, guarda silencio y me mira fríamente, enseñando unos ojos siniestros los cuales me atraviesan el alma, quedando con la respiración entrecortada.

A pesar de su retorcida forma de mirar, Samantha es como un imán, siento una exigencia de acercarme, no puedo estar lejos de ella, besarla es un antojo que llevo contenido hace semanas; doy un paso adelante, pero se aleja para mantener la distancia, me repite el plazo que me dio y corre al segundo piso a encerrarse en su habitación.

*

En la universidad todo sigue igual, excepto por una cosa: los compañeros de clase se burlan de Samantha, donde la ven hacen chistes de mal gusto y usan imágenes de ella por las redes sociales. Casi no la vi en la oficina, nos topamos en los pasillos de la biblioteca, no volteó a verme, quise verla y desapareció de repente.

Voy a la oficina de nuevo, ella me dejó el alto de exámenes que debo entregar a los estudiantes, en mi escritorio. Encima de su librero, están sus mini brujas, apuntadas en dirección a la ventana. Recuerdo la vez que cogí una de ellas, casi me da un infarto por lo que vi, fue como un viaje al futuro

¿Por qué no divertirme otra vez?

Sujeto a una de las brujitas, llama la atención que esta muñeca lleva una expresión fría y tenebrosa, parecida a la de Samantha.

–Ya una vez te comunicaste, bruja, ¿Podrías hacerlo ahora? ¿Qué es lo que me ocurre?– medito sobre lo que estoy haciendo– Debo ser un lunático... le estoy pidiendo una respuesta a una efigie.

Una brisa cálida hay a mi alrededor, me envuelve en un cerco de luz. ¿Esto es real o, es por el mal dormir? ¿Será una manifestación maligna? Soy un incrédulo, pero sé de la existencia de personas expertas en usar magia negra para dañar o, molestar a una persona.

–Matthew... Matthew– oigo una voz femenina, llamándome a la distancia– Mira dentro de tu corazón, escucha su latido y verás a la dueña de tus verdaderos sentimientos.

–¿Verdaderos sentimientos?– cuestiono a mi desconocida interlocutora.

–Esa respuesta la tienes tú, ve en tu interior...

Segunda experiencia paranormal con esta bruja, no sé que tienen las cosas de Samantha, lo que toque produce manifestaciones raras ¿Mis sentimientos? ¿La brujita vaticinó que me estoy enamorando?

Me llevé los exámenes y abandoné la habitación, empiezo a percibir que me han hecho un maleficio, es una causa aceptable a esas alucinaciones ilógicas...

Camino a un local de comida dentro del campus, a la distancia veo a Jeff conversando con una mujer, aprendió del maestro; voy lento para no interrumpir su coqueteo, pero se me borra la sonrisa al encontrarme a Samantha. Mi amigo le ofrece una rosa, intercambian unas palabras, ella recibe la rosa y se esfuma.

Jeff invita a unas bebidas y papas fritas, yo intento no mostrar mi incomodidad, si descubre lo que me pasa con esa bruja, se destruye mi reputación.

–¿Qué hacías con la gótica?

–La invitaba a salir a comer y beber unos tragos deliciosos, pero se negó,– se muerde el labio inferior– ese amargo caramelo es difícil de convencer, eso la hace más atractiva.

–Jeff, no bromees, te divertirás para después ignorarla.

–Ya no, Samantha posee un cuerpo delicioso, unos labios gruesos, apetitosos que me ruegan besarlos pronto. Ay, tiemblo en pensar probaré esa boca de azúcar.

–¿Ella te agrada?– bufo disimulando mi disgusto.

–Touche, Matt. Nos conocen por ser unos tenorios, pero esta mujer me atrae muchísimo y será mía. No tiene pretendientes debido a su rareza, voy a ser el primero en besarla– el descarado hecha una carcajada

–Me reiré si me entero que te rechazó.

–¿De dónde sacas esa tontería? Ella no se resistirá a mí, cuando vea que soy el galán ideal.

Ver a Jeff así de seguro en sus posibilidades con Samantha me llena de algo parecido a los celos. Es ese apetito enfermizo que me domina, como si hubiera lanzado un hechizo aquella noche. Terminamos el aperitivo, es imposible mostrar alegría, Jeff habla y habla, yo a penas lo escucho por el enojo que siento.

Estamos saliendo del casino y se acerca una chica, Geraldine, la misma con la que tuve una aventura, me ofrece vernos esta noche parte divertirnos un rato en su departamento. Le respondo que la llamaré más tarde. Mi amigo, un promiscuo, bromea que ir con Geraldine aliviará mi tensión, tanto como la falta de estar con una mujer.

Nos despedimos, yo aguardo que Jeff se aleje con tal de ir a usar el transporte público, ya que no me alcanza para un taxi. Entro a casa, hay muchas velas encendidas y un olor a yerbas quemadas, escucho pasos en el techo que me producen escalofríos, pues están justo arriba de mi cabeza. Me quedo en posición en silencio, unos ruidos cerca de la cocina me alertan, resulta ser el apestoso gato el origen del estruendo.

Animal endemoniado, camina hasta mis pies, se sienta comenzando a maullar, como si me estuviera echando.

–Ya verás que no me iré, gato del infierno– regaño a Clow antes de ir a la escalera.

Asumo que Samantha estaba en su dormitorio para evitar mi presencia.

En mi próxima ex habitación, doy vuelvas tomando café, intentando estudiar unos libros textos de introducción a la política histórica; escribo unas ideas vagas, destaco un par de líneas, vuelvo a retomar la concentración, mi esfuerzo se frustra al oír la puerta de la entrada golpearse. Observo por la ventana que da a la calle, es ella colocándose una capa negra y desapareciendo por la oscura calle.

Cualquiera entendería que está huyendo, extraño hacerlo a esta hora. Repentinamente, un viento insólito entra por la ventana, desordena todos mis documentos, levanta las cortinas, se advierte un estrepitoso trueno arriba de la casa.

–Ven al lago... ve al lago. Allí tu corazón te dará la respuesta

Es la misma voz que se comunicó en la oficina ¿Qué hay en ese lago?

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