Capítulo II: El sueño que se vuelve real.

Narrador.

Samantha prefirió no preguntar nada sobre la conversación escuchó. Siempre había sospechado que le ocultaban cosas, tanto sus padres como el resto de la familia, y esos asuntos tenían que ver con su identidad como bruja. No era casualidad que fuera la única pelirroja de la familia, ni que su amuleto tuviera un tamaño más grande, ni los sueños extraños por las noches; había algo que no le decían y no querían revelar.

Pero para no afligir más a Paris y Endora, se quedó callada y olvidó el asunto.

La nueva casa de Samantha era pequeña y de estilo victoriano gótico. La entrada tenía cuatro escalones, había un descanso después de la puerta, la escalera tenía tapizados rojos y un armario debajo de ella; el comedor y el living eran amplios, junto con la cocina y una biblioteca. El segundo piso tenía 4 habitaciones y un baño, el tercer piso era un viejo ático que servía de bodega. Era la casa que siempre había soñado tener para ella sola.

Ella decoró con un estilo en el que mezclaba lo vintage con lo moderno. Puso sus figuras del Antiguo Egipto en un mueble esquinero en el living, plantas en las ventanas y un castillo de gatos para Clow. Instaló la TV con todas las plataformas para ver series, una mesa de centro estilo gótico, un gran espejo vintage a la entrada de la casa y una pequeña despensa en el living con galletas y otras golosinas.

La habitación de Samantha la había dejado lista su madre. Se aseguró que tuviera un balcón, para que su hija saliera a volar las noches de luna llena. Con su magia puso una cama estilo gótico victoriano, un librero personal, un Smart TV, un closet amplio con ropa colorida y fina.

–Ay mi mamá, siempre queriendo que use ropa que a ti te gusta. Colores llamativos– tomó un vestido rosa que estaba colgado– jamás utilizaría un vestido y menos de este color, rosa propio de las hadas o las ninfas. Lo siento madre, pero ahora esta ropa será a mi gusto– movió su boca y los vestidos se transformaron en bodys elegantes, los pantalones en colores más apagados y las blusas en poleras holgadas.

–Ese si es tu estilo Sam: negro combinado con rojo, azul y morado. No lucirás como las hadas de azúcar– Clow entró al closet y se paseó por las secciones de zapatos.

–Serverus se quedará en este librero arriba de la cama, lo tendré cerca de mí. Me protegerá, no sé de qué peligros... mejor seguir las indicaciones de papá.

–El Señor Paris tiene sus razones, haz caso a cada instrucción que él te dio – Clow salió del mueble y se subió a la cama.

–Tú sabes las razones cierto y no me las quieres decir. ¡Vamos dímelas! Necesito conocerlas– Samantha se acercó traviesa para agarrar a su gato.

–Yo no sé nada. Soy un gato indefenso y gordo– el felino salió corriendo fuera de la habitación.

La chica siguió instalándose en la casa, cambió las cosas que no le gustaban para dejar su hogar a su manera. Armó su biblioteca con muchos libros, cada uno según la época: Historia Antigua, Historia Medieval y así sucesivamente; hasta una sección para los manuales de magia y hechizos que obtuvo en la Academia de Brujos.

Ya era casi media noche, ella ya se había acostado y dormido por el ajetreado día de mudanza. Desde la infancia, Samantha tenía sueños en los que solía escenas de batallas que no lograba entender, a veces eran momentos del futuro en que veía a cuatros hombres alrededor de ella. Él sueño que vino esa noche fue muy distinto a los anteriores.

Estaba cerca de Stonehenge, un lugar donde se halla la mayor concentración de energía mágica, llevaba puesto su traje de bruja acostumbrado:el sombrero en punta, el vestido negro con pliegues, la capa negra y las botas; sujetaba en su mano derecha la escoba. Era noche de luna llena estrellada y de repente la luna se oscureció, las estrellas desaparecieron. Sujetó su escoba con fuerza, sintió una presencia cercana que no pertenecía a Halltown; vio un sujeto oscuro de ojos verdes brillantes aproximándose a ella.

–Estás maldita Samantha Valerius. La profecía no se cumplirá en ti, ya lo verás– el ente desconocido lanzó un hechizo en forma de luz opaca que casi la derribó.

Samantha recuperó el aliento, juntó sus manos de un golpe y arremetió al oponente.

–¿Quién eres? ¡Vamos muéstrate ante mí!– apuntó la escoba hacia el enemigo para atacarlo nuevamente.

El sujeto oscuro se desvaneció por unos momentos. Samantha se subió a su escoba y se disponía a salir volando, cuando un lazo la tomó y la derribó al suelo. El ataque la dejó tan débil que apenas podía levantar la cabeza o estirar la mano para tomar la escoba.

–Eres débil bruja. No eres digna de la misión que el destino te asignó. No vas a vencerme, la oscuridad va a llegar a todas las dimensiones y te va a destruir.

El individuo se acercó a tomar la escoba tirada en el suelo. Samantha con escasas fuerzas estiró la mano y la escoba voló a ella. Como pudo, se empezó arrastrar para alcanzar una de las rocas del lugar ceremonial para poder recobrar fuerzas.

Le faltaban a penas unos metros para llegar a la roca principal, cuando escuchó su nombre en medio de la oscuridad

–Samantha... Samantha... Samantha, vamos ya casi lo consigues, confío en ti

La bruja giró a todos lados saber de donde provenía la voz. A penas se distinguían los ojos verdes del sujeto oscuro sin rostro, este se iba acercando al mismo lugar al que ella se dirigía. Sacando fuerzas de sí misma, Samantha logró llegar a la roca principal de Stonehenge, puso su mano sobre ella y la luna volvió aparecer, dirigió la vista al cielo, recobró su energía y se puso de pie; miró para todos lados y el ser de ojos verdes brillantes seguía ahí. La bruja lanzó un hechizo con su mano derecha en contra del desconocido y este desapareció.

La voz volvió a sonar a la distancia repitiendo su nombre. En medio de la nada vio la sombra de un hombre alto, esbelto y cabello con ondas, su rostro no se veía con claridad y se lograba ver sus ojos marrones profundos y penetrantes. Samantha se puso a la defensiva, creyéndolo un enemigo.

–¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre?

–Muy pronto sabrás quien soy Samantha Valerius. Nuestros destinos están enlazados y están próximos a cruzarse.

Samantha a penas podía verme los ojos. El hombre se acercó hasta que tenerlo a unos centímetros de su cuerpo, él levantó una mano y la puso sobre el amuleto que colgaba de ella; presionó un poco y el amuleto tomó la forma de un corazón.

Despertó agitada, encendió la luz y respiró profundo. La ventana del balcón estaba abierta. Clow subió corriendo a la cama.

–¿Tuviste un sueño verdad? Dime que fue lo que viste ¿se te apareció un sujeto oscuro?

–Así es. No supe quién era, pude notar que era poderoso. Me atacó y mencionó algo de una profecía ¿Qué tiene que ver con eso conmigo?

–No te preocupes por lo que ese individuo te dijo ¿Él te atacó?– Clow se sentó sobre la pierna derecha de Samantha.

–Sí, me tiró al suelo cuando intenté volar. Pero me acerqué a la roca ceremonial de Stonehenge y recuperé las fuerzas.

–Venciste a ese sujeto oscuro eso es lo que importa.

–Apareció un hombre, me llamaba por mi nombre. Tenía ojos marrones, puso su mano en mi amuleto y este cambió de forma– Samantha pasó su mano por el artefacto que colgaba de su cuello.

Para sorpresa de ambos el amuleto realmente había cambiado: era un corazón grande con la luna en su centro.

–¿Qué es lo que significa esto? ¿Qué están tratando de revelarme? Serverus necesito que me aclares esto– demandó una confundida Samantha.

El libro salió de su lugar, se ubicó sobre la cama y se abrió en una página, unas ardientes letras se revelaron ante la bruja

"El viaje ha comenzado. El corazón se abrirá prontamente y será unido a su alter ego. Es imposible huir del destino"

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