Capítulo VII: Debe ser una broma.

Samantha se quedó sin palabras. Comprendía a la perfección el significado del ritual que acababa de hacer y lo solicitado a la luna. La pregunta era si realmente obtuvo la respuesta que esperaba o no...

El chico divo la recorría con los ojos, de pies a cabeza, y seguía ahí en modo estatua esperando una respuesta a la implícita pregunta; cuál era propósito de estar bañándose en el lago pasada la medianoche y más encima sola exponiéndose a cuantos peligros.

La bruja, incómoda y siéndose expuesta, rompió el fastidioso silencio avanzado a la orilla para tomar su toalla.

–¿Qué haces en este lugar? Eres tan rara que te bañas durante la noche en medio de la nada.

–Yo podría decir lo mismo de ti– agarró la toalla y se envolvió en ella– Adiós, debo irme a casa.

–Espera. Te irás así... así en traje de baño.

–Pues si– Samantha se miró la toalla– No anda nadie en las calles a esta hora.

–Alguien podría verte y querer hacerte algo– dio un paso hacia ella.

–¿Hacerme qué? No le tengo miedo a los pervertidos, además puedo defenderme sola del peligro. Buenas Noches– se dio la vuelta y empezó a caminar al bosque a buscar su ropa.

–¿Estás nerviosa de estar a solas conmigo chica gótica?– ella volteó y el resplandor de la luna iluminó su rostro húmedo– ¿Acaso no te gusta que te vean en traje de baño?

Samantha enfadada por la indirecta lanzada, regresó y se paró frente a él, se quitó la toalla con gracia, refregó su piel para sacarse y luego, sacudió un poco su caballo para quitar el agua. Matt la vigilaba sin perderse ningún detalle; en unos segundos guardó cada parte de ese cuerpo femenino en su memoria.

–Ves. He estado unos minutos en poca ropa frente a ti y solo me has estado mirando. De modo que no significas ninguna amenaza para mí– se puso sus sandalias, agarró la toalla y se fue por el bosque.

–¡Hey espera! ¿Dónde vas?

–A casa. Deja de preguntar ¡Adiós!– la chica respondió a la distancia.

Desconcertado, Matt la siguió en medio de los árboles para averiguar dónde iría Samantha, usando un traje de baño a media noche y andando por las calles. Pensó que si se topaba con Jeff, de seguro pasaría un mal rato, su amigo con lo pervertido que era intentaría acosarla con malas intenciones; la pobre chica no estaría segura si se iba sola.

Además, él tuvo la suerte de ver la silueta de la chica dark, era algo que le daba satisfacción y hasta placer. Matthew tuvo el ilógico deseo de no permitir que ningún otro la viera en ese aspecto, mucho menos su amigo Jeff que manifestó cierto interés en ella.

Matthew llegó hasta la calle principal y no vio a Samantha por ningún lado. Ella simplemente había desaparecido.

Por suerte, Samantha logró encontrar su escoba detrás de un árbol, sentía los pasos de Matthew demasiado cerca de ella, así que se puso la escoba entre las piernas y simplemente se esfumó de ese espacio. Arriba y a una gran distancia del suelo, se quedó flotando para ver la siguiente acción del divo; de lejos miró a Jeff correr hacia Matthew, ambos empezaron a reclamarse el haberse perdido. La bruja dirigió su escoba, se fue a su casa, protegida por su capa negra y la oscuridad de la noche.

–Matt ¿Dónde te metiste? Creí que me seguirías hasta el Green's Park ¿Por qué te quedaste acá?– Jeff aspiraba para recuperarse.

–Yo... yo... no sé me perdí... si supongo que me confundí de ruta– no quería decirle a Jeff donde había estado y lo que vio en el lago.

–¿Amigo estás bien? Me da impresión que viste un horrible espectro en el bosque.

–Al contrario, presencié la cosa más hermosa que haya visto en mi vida– Matt hechizado recordó la escena frente a la luna.

–¿De qué rayos hablas? ¿Tuviste algún encuentro sexual con una de tus admiradoras y no me quieres contar? Dime el nombre de la pobre víctima...

–No hay ninguna víctima y no es nada de eso. Es solo que vi algo precioso a la luz de luna.

–Algo así como cuando el Príncipe París de Troya vio por primera vez a la Reina Helena de Esparta– Matthew río con la broma de su amigo.

–Nada de eso. Tú y tus chistes históricos. No le pienso contar nada a un chismoso como tu Jeff. Volvamos a casa mejor.

Matthew casi no prestó atención a la conversación que sostuvo con Jeff de regreso a su casa. La memoria una y otra vez traía de regreso el episodio a orillas del lago, Samantha sumergiéndose en el agua, siendo iluminada por el resplandor de la luna y caminando a tierra con su cuerpo mojado y en un bikini tan sexy. No podía estar más complacido en haberla visto en tan poca ropa en una actitud misteriosa

Samantha, en comparación, se confundía más al analizar lo ocurrido durante el ritual. Sabía lo que había obtenido la respuesta que buscaba, la Luna le dio una contestación a su petición, aun así no quería aceptarlo. Buscó en Serverus sortilegios y encantamientos para revertir lo hecho en el lago, pero ya era tarde...

–Eso no es posible. ¿Cómo es que justo tenía que aparecer en ese lugar Matthew Dashwood? Debe haber una equivocación, la magia y el destino no pueden odiarme tanto para unirme ese divo prepotente– se tiró en la cama y empezó a flotar para relajarse.

–Sam, consultaste a la Luna y está te dio una respuesta. Hay un algo muy grande que de seguro el destino tiene preparado, para ti y ese chico– el felino buscaba calmarla y hacerla comprender.

–¿Una bruja y un mortal juntos? De seguro me están jugando una broma bastante desagradable. No me quiero ni imaginar la cara de mis padres, aunque ya deben saberlo y no dicen nada– se pegó al techo– No voy aceptarlo, me niego a creer que esto es resultado del ritual. Cumpliré mi destino, sin un mortal o super poderoso a mi lado.

Como era su costumbre, Samantha salió temprano para ir a la universidad, se vistió completamente de negro y con un abrigo largo de gorro amplio. Tenía miedo que Matthew ya hubiera esparcido el chisme en grupos de WhatsApp o Instagram; a ella no se le permitía tener redes sociales y a veces las visitaba desde un perfil falso. Si ya toda la carrera sabía, el acoso que venía sería masivo y, no podría controlar el impulso de hacer desaparecer a sus compañeros o compañeras o, convertirlos en ratas.

En una actitud sigilosa, entró a la facultad y corrió al aula y se ubicó en un extremo alejado de la puerta. Samantha estiró su mano e hizo aparecer el libro acerca de Religión en Mesopotamia, en la mañana olvidó colocarlo en su mochila, puso la aplicación para escuchar música y se dispuso a leer para avanzar en los contenidos.

La puerta se abrió, unos pasos firmes se dirigieron a tomar su puesto y luego para donde estaba la joven bruja.

–Quedaste con miedo bruja de la luna al parecer. Ahora vienes a clases totalmente vestida y de negro– Samantha no se había percatado que Matthew entró al salón.

La bruja dejó caer el plumón, se quitó el gorro y levantó la mirada. Ahí estaba el arrogante Matthew, observándola fijamente como si la recordara en traje de baño. El chico se inclinó hacia el rostro de Samantha, hecha un manojo de nervios, movió su nariz y su mano...

–¿Qué es lo que hice? ¿He detenido el tiempo real?...

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