Capítulo V: El Ritual.

Los secretos eran parte de la vida de Samantha desde que era un bebé en gestación. Todo el clan Valerius estaba enterado del futuro de única niña pelirroja de la familia.

Endora y Paris habían consultado a la bruja vidente más vieja de Halltown sobre el destino de su futura hija. Fue durante ese episodio que se enteraron de que su retoño había sido marcado: la misión de su vida era romper las barreras en las dos dimensiones (mortales e inmortales) y destruir para siempre a las fuerzas oscuras de la magia.

–Solamente con la fuerza más poderosa en el universo, esta hija será capaz de romper con los límites entre humanos y sobrenaturales– decretó la anciana hechicera

– ¿A qué se refiere con eso de la fuerza más poderosa? ¿Cuál es esa?

–Querido Paris, siendo nosotros seres que ven más allá de todo lo visible ¿Me haces esa clase de pregunta?

–Hay muchas fuerzas en el universo– en aquel momento el futuro padre se negaba a propósito a entender el augurio.

–Pero hay solo una que supera a todas las demás y me refiero al amor– la anciana echó una posición a la pequeña hoguera de la habitación– Vamos muéstranos la ventura de esta niña.

La anciana bruja cerró los ojos, mantenía su mano haciendo círculos alrededor del fuego y con la otra tocando el vientre de Endora. El conjuro requería concentración y tiempo, mirar al futuro era una tarea arriesgada y agotadora; y a veces lo que se lograba visualizar podría resultar traumático o dichoso para quien se aventuraba. El escenario del oráculo puede que fuera lo que menos se esperaba, ahí era el momento en que el destino es caprichoso y arbitrario

La vidente volvió abrir los ojos, tomó aire para calmar la agitación, su cara era pálida como la de una ánima el cuerpo le temblaba y sentía un leve mareo. Observó la angustia en el rostro de los dos padres, sus ojos exigían saber todo lo revelado en la visión

–¿Agnes te sientes bien? Endora dale ese vaso con infusión de yerbas, se sentirá mejor con eso– Paris la sujetó y la sentó en la silla, la veterana bebió el brebaje e inspiró aire.

–Sea lo que sea que hayas visto. Por favor, no nos ocultes nada. Mi bebé no paró de moverse mientras duró tu trance– Endora puso su mano sobre la de Agnes.

–Está niña nacerá en luna roja, ustedes saben lo que eso significa: ella es la elegida a ocupar el lugar destinado por la profecía, será la más poderosa de este mundo – estiró su brazo para hacerles ver una visión– Tiene señalado el amor mixto: así es, se enamorará de un ser mortal. El amor surgirá desde las flechas del odio para despertar las llamas de la pasión...

–No puede ser... el hechizo debió haber salido mal. No es posible que mi hija se pondrá en manos del enemigo– entre lágrimas la madre embarazada se paseaba por alterada por la habitación– Ya antes una bruja se enamoró de un humano, debilitó tanto su fuerza que la oscuridad la destruyó. Eso no puede pasar con mi bebé.

–El caso de Endeline fue devastador para todos. No ha sido la única asesinada por esos seres malignos. La estrella de tu hija es diferente, su vida será distinta a la de todos nosotros porque tiene una gran misión. El oráculo reveló algo más, una advertencia; tal como la Luna tiene muchas caras, el amor en la vida de esta niña puede volverla débil o fortalecerla, más poderosa que antes.

–¿Qué quiere decir eso? Habla todo, mi esposa está demasiado alterada para aguantar secretos.

–El amor puede ser su más cruel y letal verdugo o, su más leal y poderosa fuente de poder.

Endora y Paris se miraron, era mucha información de golpe y no se sentían capaces de procesarla de una sola vez. Su hija no nata ya tenía su suerte echada, ni toda la magia del universo sería capaz de cambiar ese decreto.

En el momento propicio, cada palabra del oráculo de la senil bruja se cumpliría.

–Agnes ¿Qué podemos hacer? Esto será una tragedia para nuestra niña. Tiene que haber una manera para protegerla de las amenazas de la oscuridad.

– Únicamente deben preocuparse reciba su entrenamiento apropiado como bruja. Y que jamás se aparte de su amuleto. Por encima de todo, aléjenla de los peligros y riesgos.

El consejo que la vieja Agnes entregó a los padres de Samantha fue asumido como la regla de vida para. Ellos la sobre protegieron al extremo, a tal punto que no le permitieron durante la infancia ni la adolescencia hacer amistad con ningún humano. La chica apenas cruzaba palabras con sus compañeros y compañeras de escuela.

Debido a esa medida arbitraria y hasta paranoica por parte de sus padres, Samantha optó por vivir sola y estudiar con los mortales. No les tenía miedo, al contrario, le causaba curiosidad la manera en que vivían y pensaban; además el hecho de que fueran seres finitos los colocaba en posición inferior a la suya y en una evidente desventaja. Los seres de las tinieblas eran lo que menos le preocupaba, nunca se había topado con uno de ellos y mucho sabría reconocerlos si los tenía en frente. Era únicamente en sus pesadillas que tenía encuentros con alguno de ellos, pero no lograba verles el rostro.

Después de tener a Matthew Dashwood frente a ella, Samantha quiso hacer el ritual de la Luna que Serverus le recomendó para aclarar sus pensamientos y el porvenir que la aguardaba. Aquella noche habría luna llena en la que las fuerzas mágicas de la premonición estarían más latentes y dispuestas a mostrar algunos secretos.

Se preparó para ir al lago dentro de un pequeño bosque cerca de la universidad; era necesario una fuente de agua natural para poder llevar a cabo el rito, al sumergirse frente a la luna parte de los secretos se abrirían frente a sus ojos. Preparó su escoba para no tener que caminar tan tarde en la noche, se puso su capa, tomó a Clow y a Serverus y salió volando por el balcón de su habitación cerca de la medianoche.

El lago estaba rodeado de pinos y otras especies endémicas protegidas, cualquier visitante quedaba anonadado por el paisaje que parecía salido de un libro de fantasía .Era una noche realmente hermosa y tranquila.

Samantha se detuvo en la orilla y se quitó la ropa, debía llevar la menor vestimenta posible, por lo que solo tenía puesto un bikini negro que destacaba a la perfección su cuerpo esbelto y curvilíneo.

–Ya es medianoche Sam, es el tiempo indicado para iniciar el ritual y consultes a la luna– Clow se quedó junto a la ropa y Serverus.

La joven bruja se soltó el cabello y se encaminó a meterse al agua. Lentamente fue adentrándose en las heladas aguas sin despegar los ojos de la luna. Avanzó hasta que el agua le llegó al pecho, se sumergió por completo por unos segundos y salió con los brazos alzados en dirección al pálido astro nocturno.

–Luna que a todos nos observas. Así como estas aguas fluyen, permite que mi mañana fluya. Por favor, dime cuál será mi destino– volvió a zambullirse para avanzar un poco más a la orilla, donde el agua hundía la mitad de los muslos y la luz de la luna se reflejaba sobre su cuerpo.

Cerró los ojos unos breves segundos. De pronto sintió una presencia extraña detrás de ella. Se volteó en alerta pensando que sería alguna amenaza, pero en medio de las árboles y la oscuridad pudo distinguir una figura masculina, alta y corpulento, que no le quitaba los ojos de encima.

–¿Eres tú Samantha Van Tassel?– cuestionó Matthew Dashwood al momento que caminaba en una tenida deportiva tranquilo hasta la orilla.

Samantha quiso desaparecer con su magia en ese preciso instante, pero el divo arrogante ya la había visto y sería evidente a los ojos de él que era una bruja. De seguro Matthew estaba pensando que ella era una gótica extraña, con exóticas costumbres, tales como ir a bañarse al lago en mitad de la noche.

Mil escenarios pasaron por su cabeza. Ya muchos de sus compañeros la tenían por rara y cuando el chico celebridad le contara a todos, empezarían a molestarla y acosarla en masa.

Matthew, por lo visto, no tenía intención de moverse de allí. Su vista subía y bajaba, como si no quisiera perderse ningún detalle del cuerpo en traje de baño que estaba frente a él. ¿La estaba mirando a ella?

–¿Por qué no se da la media vuelta y se va de aquí? ¿O tendré que hacerlo desapercer?– cuestionó la joven bruja consigo misma.

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