Capítulo IX: El chantaje.

El académico estrechó la mano de Samantha para felicitarla por su logro. Poco importó la frustración descontrolada de Matthew, su propio hijo, quien solo deseaba hacer desaparecer el documento que certificaba a Samantha como colaborador académico.

La estudiante estiró su mano, pero al sentir el contacto percibió una energía desconocida y maligna. No era posible, si dos mortales estaban con ella en esa oficina, puede ser una presencia que buscaba intimidarla.

Samantha se instaló en su pequeña oficina, una ventana con una vista general al campus de la universidad. Era posible ver el foro de estudiantes, el pequeño bosque de pinos en el cerro detrás de los laboratorios y la laguna donde solían vivir unos cisnes. Su sueño de ser historiadora, lo veía más cerca que antes; lo conseguiría sin el uso de la magia ni sacando ventaja de su verdadera ser.

–Sam tu oficina es fabulosa. Me encanta este librero gótico, el escritorio de madera y en blanco. Es una lástima que debas compartirlo, yo estaría feliz en tu lugar– Cynthia se sienta en mi silla y gira como una chiquilla.

–En efecto. Él único pero de esta oficina es que está dividida, un espacio mío y otro es prohibido– acomodo los libros necesarios junto a los artículos.

–jajajja no lo creo que le dieran un puesto por lástima. El chico más lindo de la carrera, es el encargado de clasificar y distribuir los libros. Ahora Matthew Dashwood es tu subordinado, un auténtico esclavo. Ay– suspiró ilusionada– que daría yo por tener cerca así de cerca a Matt.

–Tú y tus fantasías amiga mía. Ya vámonos, es tarde, mañana hay clases temprano.

Matthew se dirigía a la universidad de mala gana, como todos días desde que su propio padre le negó el puesto de colaborador. Quedar bajo el mandato de Samantha era no menos que humillante, para alguien que ya había diseñado su futuro en la investigación académica en calidad de jefe de todos.

La oficina le parecía horrorosa. Toda la decoración de Samantha era fuera de moda, demasiado dark, sin estilo y aburrida. En el escritorio había una figura de bruja tamaño de muñeca Barbie, una soberana estupidez tener semejante eso en una oficina institucional.

–Esta chica es realmente extraña y excéntrica. ¿Qué persona normal tiene esto entre sus cosas? Una bruja montada en una escoba jajajaj, de seguro puedo hacer hechizos o, equilibrar las energías de los chakras– tomó entre las manos la imagen– Vamos hechicera dime mi futuro.

El pretencioso chico ignoraba el hecho que nunca hay que tentar a la magia, ni a quienes son sus principales guardianes. La prueba de la existencia de la magia la recibiría, así el mortal aprendería que no estaba tratando con fuerzas triviales. Nadie puede desafiar a la magia.

Matthew palideció al ver el cambio en la expresión de la muñeca. Ahora la sonrisa se transformó en ira, lo miraba fijamente, con molestia y malicia. El chico creyó que todo era parte de su imaginación por la falta de sueño, hasta que escuchó a lo lejos una voz femenina ronca, tétrica y escalofriante.

–¡Tentaste a una fuerza que escapa a tu comprensión de mortal! Solicitaste con burla saber qué te depara el futuro. Pues bien, te será revelado– dictó la distante voz.

El ojo limitado de Matt se abrió para entrar en un trance visionario. Ante él aparecieron escenas complejas y confusas. Se vio a sí mismo detrás de una mujer que llevaba una escoba, la sostenía de la cintura, ella luchaba contra una energía oscura y maligna. Después apareció una pareja abrazada, intercambiando promesas de amor eterno; él era el chico que decretada.

–Ni la magia, ni los espacios interdimencionales, ni tu destino marcado, me van a separar de ti ¿Entiendes lo que digo? Yo te amo más allá de nuestras diferencias. Te amo Samantha– la sujeta de las manos.

El trance se acabó, Matt dejó caer la figura para respirar hondo y relajarse, casi al borde de una crisis de nervios ¿Realmente su mente estaba perdiendo la razón? ¿Tendría que ir a tomar terapia por alucinaciones? Las escenas dieron la impresión de ser tan reales, similar al tráiler de una película, en el que se incluía a la mismísima Samantha Van Tassel. Recordó el episodio en la laguna, cuando tuvo la impresión de ser guiado por la luna hasta Samantha, allí sintió un deseo hechizante por ella; cada vez que cerraba los ojos al dormir su mente lo llevaba a aquel momento, sus instintos sensuales se despertaban y la necesidad de ver ese rostro se hacía más imperiosa.

Ni cuenta se dio que la puerta se había abierto y cerrado...

–¿Por qué tiraste mi brujita al suelo? ¿Estuviste de metiche entre mis cosas?– Samantha avanzó hasta él para recoger la muñeca cerca de los pies.

–Yo nonono... no sé qué pasó ¿No estabas aquí hace unos minutos?...

–¡No! Acabo de llegar. Si vamos a compartir esta oficina, primero no te meterás en mis cosas ni yo en las tuyas ¿De acuerdo? Segundo no las toques, odio que tomen mis cosas sin permiso.

Samantha había dejados algunos objetos en ese lugar, a modo de protección y prestadores de auxilio. En manos de un mortal podrían provocar estragos y ser peligroso.

–Creo que saldré a tomar aire. No me siento bien– apresurado, él salió al jardín

– Oye no te desaparezcas, que tienes que ir a hacer un catálogo de Historia de Grecia a la biblioteca principal.

Samantha se dispuso a revisar unas evaluaciones y preparar las clases que debía hacer en la semana. Un rato después Matthew vino con los libros solicitados, los empezó a clasificar y a mandar las listas a su compañera. No era necesario ser un experto observador, para notar que el chico posaba sus ojos en la joven bruja de vez en cuando, los aparta para no ser descubierto.

Finalizada la jornada, los dos salieron de la oficina para dejar el edificio antes que cerraran todo. Antes de cruzar la salida, Matt sacó unas maletas de detrás de un estante de libros...

–Realmente tienes problemas ¿Qué haces con maletas en la universidad?– Sam quería reír, algo pasó con el divo al parecer.

–Es un cuento largo, pero déjame decirte que es tu culpa.

–¿MI CULPA?– protestó molesta.

–Anoche discutí con mi papá por tu nombramiento, pues me enteré que él te propuso en primer lugar y no a mí que soy mejor. Le reclamé eso, arruinó mi brillante futuro como académico; la discusión se tornó más intensa y papá acabó echándome de la casa por ingrato y "para que aprenda a valerme por mí mismo".

–Entiendo. Felicito al profesor Dashwood por esta decisión valiente. Te hará bien, así se te bajarán los humos de arrogancia. Suerte con encontrar un lugar para vivir.

–Ese es el problema– salió siguiendo a la chica– No tengo nada y no puedo pedirle alojamiento a mis amigos, o creerán que soy un perdedor y mi reputación se irá al piso. Tú Samantha eres mi única salida...

–¿Justo yo?

–Esto es lo más difícil que voy a pedir en mi vida: ¿podrías alojarme en tu casa? Sé que vives por aquí cerca, no tengo dinero para irme a un hotel, ya que papá me canceló mis tarjetas y solo cuento con una mesada de mamá. Puedo hacer limpieza. Nadie sospecharía que me estoy quedando contigo, no nos caemos bien para nada.

–¿Acaso perdiste la cabeza? Sabiendo lo desagradable que eres, tu misoginia y petulancia ¿Crees que te dejaría quedarte conmigo? Compra vitaminas del complejo B para nutrir tu cerebro.

–Vamos, hazlo como un acto compasión. Okay, si fui desagradable contigo, pero en este momento suplico tu auxilio – cerró los ojos y tensó los labios.

–Ni pensarlo. Olvídalo– apresuró su caminar.

–Excelente, entonces no me dejas otra alternativa, no quería hacerlo la verdad, me obligas a esto. Si no me ayudas, voy a hacer masivo tus salidas nocturnas para bañarte en el lago. Muchos ya te encuentran excéntrica, veremos que opinan después de enterarse.

–No te atreverías– volteó de golpe entrecerrando los ojos.

–¿Apostemos?

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