LAS SOBRAS DEL REINO
KENIA, ÁFRICA algunos milenios antes de Cristo.
En plena selva caucásica, los arboles inmensos, flora y fauna desconocida, para la otras realidades, la realidad paralela y la realidad virtual.
Un monstruo clavó sus garras y tremendos colmillos cónicos en la corteza de un árbol gigante, húmedo, en cuyas ramas más altas, otro animal intentaba trepar lo más alto posible, para salvarse de esa bestia, que iniciaba el ascenso tras su presa.
La presa siguió desesperada, sus cabellos le llegaban a la espalda, sus brazos también eran fuertes, y tenía uñas que clavaba en las partes blandas de la corteza, y pisaba los gajos que se doblaban pero no quebraban a su paso.
Consiguió subir, mientras el pesado monstruo de cola larga, terrible bocaza con la que se ayudaba, y las uñas que parecían pequeñas dagas, seguía trepando, aferrándose para no caer, o resbalarse, en la mojada piel del árbol.
Era un cocodrilo de cuatro metros y medio de largo, un Kinyang, verde, joven y estaba hambriento y avanzaba, hacia esa presa, un individuo, ascendiente humano, que le huía; subían ambos, se acortaba el espacio entre cada uno, el hombre había llegado a unas ramas gruesas y se aferraba a otra rama a su altura y caminaba por ella, tratando de equilibrarse lo mejor posible.
Casi colgado, avanzaba metro a metro, ya llegaba el cocodrilo próximo a él.
El individuo, alcanzó las partes más delgadas de la rama, que se doblaban con su peso y prometían dejarlo resbalar, y él tuvo que mantenerse, aferrado a la rama de arriba.
El cocodrilo se aferró a la palca de la cual salía el gajo que sostenía al homo sapiens, y apretó la mandíbula al tronco para no caer, abriendo la boca al máximo, sus dientes se dispusieron a quebrarla y la cerró de un impacto brutal, agarrando la rama y le dio un mordisco que hizo saltar al humano, logrando prenderse a la rama de arriba y en la que pisaba.
Lamentablemente ya estaba casi en la boca de la fiera africana.
Dándose cuenta del salto de su presa, la azotó con el hocico y la rama cayó, entonces la bestia se prendió con más fuerza del arbol.
Pasado ese instante, subió un metro y repitió la mordida impactante, quebró la rama, por lo que el humano se desplomó cual una fruta y cayó en dirección a la hembra Kinyang, que aguardaba con su hocico abierto al máximo, y lo recibió y el humano fue quebrado, reventado y engullido y la sangre salió a borbotones.
Mientras tanto el cocodrilo macho, había girado y se prendió del árbol.
Se dejó resbalar y llegó al suelo y saltó encima de lo que quedaba del humano y tragó y mordisqueó fieramente hasta engullir los restos.
Más allá, entre la arboleda densa, otros individuos humanos enloquecidos de pavor, corrían hacía un río; mientras varias hembras y sus crías aferradas a la espalda junto a algunos machos jóvenes, se abrían paso entre la tribu aterrorizada para escapar, intentando ayudar a sus congéneres por la enmarañada de palos, troncos de siglos, casi petrificados, hojarasca y ramas enormes, bejucos y lianas, espinas milenarias.
La tribu, en silencio total, intentaba mantenerse unida, y azotaban al caer y se perdían entre la maleza, y los que seguían encontrando algunos árboles más fáciles de subir, se salvaron a la ferocidad de los monstruos, como la pareja de cocodrilos que se les vino encima, adelantándose a la manada, llegó hasta sus presas y agarraban piernas, pies, brazos y cabeza en el atroz banquete.
Casi una treintena de ancestrales humanos, iban cayendo en la voracidad de los cocodrilos de la especie extinguida hacía tanto tiempo.
Los cientificos estaban pasmados ante las pantallas.
— Sí, es una manada de Kinyang – Aseguró uno de los científicos, alejando táctilmente en el aire, la pantalla inmensa como una pared flotante, hasta hacerla desaparecer —ahora estamos en el futuro actual — concluyó... ¿O quieren más?
— Santo cielo… – expresó una mujer uniformada de nombre Marcia Kit Piollo de Brasil — y qué más... El kiosco de dulces... con coca cola, tengo apetito nervioso, cuidado, ¡sabes qué más! ¡Unos Donuts con chocolate!
El profesor Héctor aseveró:
—Eran terribles.
— Por Dios, que no haya nunca más — Dijo Sandra la Poetisa.
— No te preocupes nunca más, nosotros no podríamos fabricarlos ni siquiera clonando las células madres de las especies más parecidas de la actualidad.
—En qué año estaríamos, allí, en ese tiempo que vemos en pantalla… — interrogó Alex Caussin, un joven rubio de ojos azules tipo vikingo.
El profesor del Museo Interestelar le contestó: — Hay que analizar, viendo un rescate audiovisual, estimamos que ni las productoras más modernas de cine, podrían representarlos como hemos alcanzado con la súper consecución de estos mecanismos que ha producido nuestro amigo Arlon D., haciendo una inmersión perfecta en el pasado, al punto de llegar, a una realidad paralela.
—Apaguen el equipamiento por favor – pidió uno de los presentes. Cabalmente viene el señor Arlon, no podemos revisar nuevamente hasta que sea ordenado por el concilio y él.
— Está bien… fue impactante, estoy conmovida, estoy… miren ustedes hasta el momento, mis pelos como están — aseguró Karina de Holanda una simpática pelirroja.
—Silencio… El director está con el señor Arlon ya en la sala…— avisó Videlina, una rubia de origen suizo.
— Buenos días – saludó Arlon.
— Buenos días, señoras y señores –, saludó a su vez el Director: –Aquí está el señor Arlon D. que trabajará con ustedes al analizar el esquema de inmersión a…
— Por favor, está muy difícil entrar en ese tiempo, es terrible, no hay momentos de sosiego en esa selva. Con esas fieras que son decenas, en cada manada.
— Sí… — Expresa el director. —Eran muchas, más de lo que hay ganado vacuno en el planeta hoy en día. Es muy, muy terrible… pero hay ciertos lados del territorio, muy aptos para la vida de la especie sapiens y los caucásicos, y en esos espacios de tiempo, puede entrar la comitiva de exploradores.
—Qué dice usted estimado Arlon D.
— Bien, digo, que no conviene, por ahora, por lo menos. Pero, podemos aproximarnos un buen tanto de miles de años, para llegar próximo a la humanidad tal como la conocemos ahora.
— Qué bien, qué bien – dijo el director.
— Pero lamentablemente, son apenas dos o tres pares de docenas de esas fieras de la especie, que llegaron casi puras a ese tiempo.
— ¿Tan pocos? No daría para estudiar mucho a esos antepasados… ¿de qué tiempo estamos hablando, señor Arlon? – interroga el director.
— En plena Edad Media…mejor dicho, casi cerca del Renacimiento…
— Qué belleza. Eso es muy próximo…
— ¿Qué año aproximadamente?
— 1359.
— Uy, pero eso es ayer – Rió la joven y guapa mujer que hay allí de nombre Marcia Kit Piojo.
— Disculpe, ¿cómo debo llamarle a los demás, a usted? –le pregunta el director, mientras Arlon, recién ponís la vista en aquella científica que parece la más joven.
— Marcia Kit, yo.
— Yo Sandra Balajay.
— Yo Alex Caussin.
— Yo Fausto Glaccio
— Me llamo Marcelo Komadina.
— ¿Y usted?
— Vilminia Toger, soy española-suiza, disculpen la intromisión. Soy en realidad, recién formada en esta profesión de VIM o Video Intro Inmersión. Fuí enviada por…
— No se moleste, ya tenemos sus datos.
— Gracias... Mi nombre es Héctor Moraes.
— El profesor Héctor, que les ha debido mostrar las imágenes, irá con nosotros— Dijo Arlon D.
El profesor Héctor, muy locuaz como siempre, prosiguió:
— Bien decía yo, que, en ese año de 1257, se registran en documentos medievales, la existencia de algunos individuos muy apegados con la especie Kinyang.
— ¿Y seguramente, el área de vida de esas bestias, era en plena Kenia, el lugar de la supuesta aparición de la especie? – interroga un joven científico, entre las siete personas que hay en la sala de Ciencia Ficción Operativa.
— No, nada aproximado, por esos siglos muy contemporáneos para la especie, todos los cocodrilos del planeta, eran aún los más próximos parientes tanto de estos gigantes como de los actuales.
— Entonces… ¿quiere decir que esas raras parejas, estaban en otros continentes más alejados o perdidos del planeta?
— Nada de eso, en la misma Europa.
— Por Santa María madre de Dios… —exclamó la joven española-suiza.
— ¿Qué parte de Europa, en qué país, habrían selvas así por el siglo XIV (Catorce), para que hayan sobrevivido, siendo una especie tan frágil, para el modus vivendi animal de los últimos siglos después de la desaparición de los dinosaurios? — cuestionó Marcelo Komadina.
— No te olvides que nuestros cocodrilos son saurios — Recordó Alex Caussin.
— Sí claro, pero ellos…
— Por favor, dejen acabar lo que les estaba enseñando, haciendo conocer.
— Disculpe señor profesor Hector.
— Bien… No hay selvas ni qué nada… esas parejas no vivían en lagos ni montes húmedos, estaban en Europa si, quizá en lo que hoy es Suiza o Alemania o Rusia.
— ¿Entonces, dónde? usted nos tiene intrigados, cada vez más.
— Habitaban, en unos pantanos.
— Ah solamente podía ser, pantanos…
— Pero sucede, que no eran pantanos extraviados.
— Estaban en un lugar que solamente podremos encontrar en una inmersión. Todo lo que hemos obtenido son estas imágenes del proceso geológico de esa región muy parecida a la original de la especie Kinyang... estás son las imágenes:
— Luego esta:
— Después esta otra:
— Y está...
— A seguir esta:
— Y está:
En esa secuencia, concluyendo con esta, estaría más cerca a la Edad Media:
— ¿Entonces? Esos, serían unos pantanos en Asia, África o en Europa?
— Eran unos pantanos y ciénagas, efectivamente… Creemos que sea en Europa... pero, van a ver las imágenes – Arlon entonces, accionó la gran pantalla aérea… Apareció un fondo negro y a seguir la imagen del sol naciente se elevó y aproximó el paisaje rojizo, y abajo, se veían las aguas vibrantes de la gran laguna y ciénagas que se alejaban hasta una pradera.
— ¡Oh un puente, entonces ese lugar se pobló de humanos! — cuestionó Sandra Balajay.
— Sí... Por supuesto.
— Ellos fueron llegando...
... ¿Y?
— El ser humano, igual, no le teme al peligro en su afán de dominio...
— ¿Pero allí ya estaban los Kinyang? — Interrogó Karina de Holanda.
— Claro que sí... En la búsqueda del dominio de la tierra, los humanos se encontrarían a los genuinos descendientes de los Kinyang.
... Y los convertirían en sus aliados, para poseer las montañas y ciénegas más especiales del planeta y levantar palacios y castillos en esos lugares... cómo nos demuestran estos diseños e ilustraciones antiguas medievales... ¿Quieren de verdad ir a buscar esa ciénega en este viaje inmersivo a la Edad Media?
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Comments
José Luís DURÁN
muchas gracias por seguir está novela
2023-06-24
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José Luís DURÁN
vamos sigan está novela . siéntanse en la edad media. es una emoción 💘.muy romántica y repleta de aventura, pasiones y oro... un viaje al pasado en busca de un castillo y una princesa presa y olvidada.
2023-05-06
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José Luís DURÁN
Me agradará ver pronto seguidores de esta historia una novela que emocionará, aún va al comienzo y tardé un poco en avanzar por estar en otros proyectos. .saludos y sigan Las Sobras del Reino ... harta emoción y acción de peleas en la edad media y muchos romances!
2023-05-06
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