Pelea con 4 gladiadores

La tropa de soldados montados del rey se aproximaron al caserío de agricultores y comenzaron a saquear.

Ingresaron a las viviendas humildes.

Desde una casa, retiraron a la fuerza a varias mujeres que gritaban ante la violencia opresora; dos jóvenes fueron arrastradas y montadas en los caballos y se las llevaron.

— ¡Malévolos! –seguían gritando las mujeres mayores. Una madre corrió tras los caballos y entonces retornó uno de los tres hombres, y arrolló a la mujer, quitándole la vida al ser atropellada por el caballo y la armadura de hierro.

El saldo de los hombres, hurtaron pertenencias caras de los agricultores, espadas, lanzas y arcos metálicos.

Algunos llevaban utensilios de bronce.

Más lejos se escuchaba gritar a otras mujeres.

—¡Las están abusando – gritaba un anciano.

Al poco rato, el corral estaba con las tranqueras abiertas.

Se llevaron las mulas, vacas y caballos.

Uno de los más feroces llamó para entrar en las casas lejanas, allí donde estaban comiendo los amigos de Arlon.

Silencio total en la cabaña del jovencito campesino.

Tres soldados de enormes cuerpos forrados con las horrendas armaduras, se abrieron campo para tomar todo.

Los ojos aterrados que espiaban desde los bollos de heno, eran de Fausto Glaccio, en lo que vio a los brutales soldados empuñando espadas y lanzas como enormes trinches, cuando ingresaron al granero. Sabían que es el lugar preferido de las ratas, como les llamaban a los cientos de agricultores que eran sus víctimas cuando iban tras alimentos para abastecer los castillos encerrados.

Fausto recordó que Arlon les indicó, a todos el equipo, que en caso de extrema necesidad podrían recurrir al botón en el pulso de cualquiera de los dos brazos, que accionaba la alarma al pedido de ayuda urgente.

De esa manera Fausto, llevó la mano a su pulso izquierdo y todavía dudó para tocar el punto.

Pero ya dos hombres se pararon a escasos dos metros al frente de Fausto y avanzaron.

Lo descuartizarían si lo encuentran.

— ¡Por Dios!– Expresó en lo último de su terror.

— ¡Arlon, me escuchas!— dijo una voz femenina y Arlon respondió: — ¿Sí? ¿Qué pasó? – estaba a kilómetros de allí, en el espacio paralelo, con el que están conectados, respondió la mujer que le llamó:

— Están en peligro en las tierras de Damassio. ¿Rápido quieres que pase a transformarlos? ¡Son los gladiadores de ese reino!

Arlon accionó en el panel aéreo próximo a su mano.

Los gladiadores clavaron los trinches en el heno.

De pronto salieron cuatro hombres entre las carretas bollos y carreteles de trigo y heno.

— ¡Vamos hombres del futuro!

Gritó Fausto Glaccio cuando ya se vieron transformados en gladiadores idénticos pero de armadura de color platino.

Se armó la batalla de ocho fuertísimos guerreros de la edad media y del futuro.

— ¡Dadle al que está en tu espalda, gira pronto! — Gritó la mujer desde la metrópoli en que se encuentra, encima de un vigésimo noveno piso frente a su máquina ordenadora cibernética.

Marcello Komadín, que era bien alto, y levantó la espada que cayó partiendo el aire pesado por la diferencia de viscosidad del cambio repentino de tiempo, y la espada que manejaba cayó sobre su oponente partiendo su cuerpo por la mitad desde la cabeza hasta su ombligo.

— ¡Eso! Ahora Fausto, salta sobre ese brutus y clava el arma en su pecho! – Gritó la mujer saltando en su asiento en la nave como si estuviera en la misma dimensión.

Fausto Glaccio, ejecutó la acción ordenada y se estrelló contra el soldado, y la espada atravesó el pecho del hombre sin darle tiempo a accionar.

En cuanto eso, arriba en el techo, caminaba lentamente sobre el destartalado tejado, Alexander Caussin, y dió un salto... el techo se abrió y cayó con todo su peso sobre otro gladiador medieval, haciendo que su espada venga a su cuello.

—¡Quedó uno!— exclamó Alex, viendo al soldado cuando se dió a la fuga al darse cuenta de que esos gladiadores de armaduras extraordinarias habían abatido a sus tres compañeros, salió corriendo en dirección a su caballo pero no logró montar, pues Alex arrojó el trinche que fue violentamente a gran velocidad y lo alcanzó hundiéndose en la espalda del soldado de bronce que cayó como un saco de papas y el caballo siguió corriendo.

Fausto Glaccio, Marcelo Komadina, y Alex Caussin, se encontraron afuera a una velocidad ultrasónica.

Pero ya la aldea completa ardía.

Allá, en el lugar en que comieron, se escuchaban gritos. Era otro gladiador medieval que llevaba alzado al jovencito Fabián montado en su caballo.

— ¡Vamos atrás de ellos! Se llevan a Fabián!

— No, no vayan. Déjenlo ir — gritó alguno de ellos.

Pero Alex Caussin había recibido una orden, que convertía un caballo virtual y luego este en una motocicleta ultra moderna, apretando el anillo que llevaba este, y pronto estaba corriendo atrás de los caballos que ya habían tomado distancia y Arlon, desde el sitio aeroespacial en que se encontraba, detuvo la motocicleta platinada que volvió a transformarse en el anillo y estaba nuevamente en la mano izquierda del astronauta Caussin.

— ¿Qué pasó?, porque me han quitado ese placer de alcanzarlos en motocicleta a esos bastardos!

— ¡Babilony, no ordenes más esa acción por favor!

Arlon bajó en su plataforma individual de comando y se situó en la escena junto a sus compañeros.

— Lo siento Arlon, me dio pena el niño Fabían y también fue un segundo antes de que pidas que corte.

—Por favor humanos del futuro descansen — Pidió Arlon.

Cansados, acezantes Marcello Komadina, Alex Caussin y Fausto Glaccio, se sentaron.

— ¡Por Santa Bárbara bendita, habéis luchado como fieras de este tiempo!

— ¡Bárbaro!— exclamó Babilony que apareció virtualmente, vestida con su traje platino y piel, con bordes rojos en el cuello, muñecas y tobillos. Sus botas eran zapatillas en forma de coletas de pez.

— ¿Qué traje es ese? – Interrogó Arlon.

— Lo diseñé rápidamente para entrar ahora en escena... Preséntame a tus amigos y alumnos.

— Ella es Babilony, mi asistente – presentó Arlon.

— Mucho gusto, chicos – saludó Babilony.

— ¡Hola! — respondieron al unísono los varones.

Arlon hizo un gesto y caminó más allá. Babilony fue tras él.

— Me habéis sorprendido también a mí – reclamó Arlon.

— ¿Fui oportuna o no? – cuestionó Babilony.

— No se tu criterio. A veces me asustas.

— ¿Pero en la cama no te asusta el amor?

— No me habléis así delante de mis compañeros.

— Está bien. Mira, no me desprendí de ti, estuve sin descansar desde la otra noche y seguí tus acciones. Tus amigos estuvieran destrozados, allí, entre el fuego. Así que tú no querías que venga.

— Si vais a participar será como una más del equipo.

— Está bien, no reclamaré.

— Ah, y ese traje no está apropiado aquí, es ultra moderno, no me cambies las vestimentas relativas a las escenas. No olvides que esto quedará como una película. Tienes que manejar el vestuario relacionado. La motocicleta fue inoportuna y completamente fuera de estilo y diseño de época.

— Sí, eso fue un error mío, le di orden al botón y salió una moto y no un caballo al que le llamo "Emocionante". Es precioso. Ya lo veréis.

— La motocicleta es espléndida— expresa Fausto Glaccio y Alex Caussin, certificó desde más allá con una acción gestual.

— Él es un motoquero de aquellos años setenta del siglo XX.

— ¡Sí… Cuando las motos se encendían a patadas!

— Pero al fin eran más reales que las de hoy.

— ¿Ya la volveré a usar, no es así Arlon?

— Sí Alex. Si la precisamos, la pides. Pero evita que la vean los contendientes... Se caerán de espaldas.

— Pero sin peleas, será lo mejor. ¿O no?

— ¡Eso! —Aplauden muy contentos de estar comenzando la acción.

...***...

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