Es Mi Príncipe

Komadín decide darle una ayuda psicológica en esos momentos cuando fue muy sincero para decirle que no era la figura de un soldado al mando de un rey sino el propio rey de ciénega supuestamente quién tendrá que resolver la situación de su pobreza.

— Oh... le haría las mayores reverencias en estos momentos pero Doña Leridana, está cerca y tampoco me gustaría que mis amigos escuchen ahora.

Marcelo Komadín levanta su copa de bronce y toma un trago de vino diciéndole salud majestad quiero agradecerle su confianza para decirme ahora tu condición soberana en esta región.

Electrón ha dejado de tener coma levanta también su copa y hace la opción de brindis a Marcelo Komadín y a los otros jóvenes que le están mirando mientras doña Leridana se ha ido a la cocina.

— Bien, se ha dicho y brindado con el vino de esta mi tierra heredada sin nada más que algunos campesinos y algunas siembras de trigo y cebada como habéis visto y que vivo en esta pobreza sin igual en todos los castillos que me rodean producto de la mayor maldad e hipocresía y con las más perfecta ironía de la vida y del destino, a mi favor, como única herencia de mi señor padre Pleonedes, el más grande rey visigodo que tuvo a su cargo a 10 ejércitos y poseyó 10 bellísimos castillos del cual el menor cabalmente, es este que haz conocido y en que habéis dormido y descansado, comido apenas pan estos tres días. Recordad a estos vasallos vuestros, siempre y tened por seguro, que recibiré con la mayor voluntad y sinceridad qué heredé entre las virtudes de mi señor padre. También tened por seguro, que desde este momento que os ayudaré para seguir adelante en vuestro camino y cumplir cabalmente el trabajo que venís a hacer en este lugar tan lejano del tiempo y del mundo y que estáis visitando ahora.

Marcelo Komadín, se para, como se debe ante un soberano de la edad media y le dije señorialmente:

— Gracias majestad y os pido vuestro permiso, para sentarme junto a vos a vuestro lado y acabar el vino contigo y mis amigos en sentido de amistad y lealtad que brindaremos también desde este hoy, sin embargo, creo que no es conveniente, pues doña Leridana podría vería tal confianza al estar conversando con nosotros, de este asunto tan privado y tan importante para su señoría.

— Despreocúpate joven visitante, Leridana es mi hermana.

— Oh... disculpe señor.

— No os preocupéis; mi hermana es una mujer muy sufrida pero también no menos inteligente y además práctica en la vida y que maneja el ocultismo y la fe, y ella pues sabía que vosotros llegarías un día para liberarnos de esta maldad y este desprecio.

– Señor, podéis pedirme nuestra ayuda que requieras.

Bien Marcelo Komadín, sencillamente que sigáis vuestro camino y consigáis lo que os propones solamente algo más que os fijéis en el camino la presencia de una joven que es nacida aquí y fue llevada hasta una torre en lo más alto del mayor de los castillos ella está presa allí desde su pequeña infancia y esperé mucho tiempo y no pude hasta ahora rescatarla.

Marcelo Komadín, Alexander y Fausto se despiden para ir a dormir.

Bien al amanecer, Penestrón y Leridana les esperan cubiertos por lanas gruesas que les entregan, también para cubrirse de esa frías mañana que están llegando.

Los tres, agradecen por haberles brindado su amistad y cobijo en ese castillo y pasan el puente acompañados por ellos, hasta el otro lado del río.

Por increíble que pueda aparecer el cocodrilo y su hijo apenas sacan los ojos del agua navegando por encima suavemente. En cuanto los viajeros pasan sin hacer ruido y atrás va el dueño de castillo y su ayudante.

— Debéis caminar bordeando este río que va girando a la izquierda hasta que encontréis unas piedras donde cae como cascada, la pasan y caminarán un tanto hasta divisar el segundo castillo le dice Penestrón o Marcio.

Se despiden: — ¡Adios pero ya volveremos doña Leridana! — le gritan antes de perderse en la lejanía. La fea pero tan bondadosa mujer, lagrimeó al despedirlos.

Habiendo caminado por largo rato, entre la pradera y el río, que por veces era revuelto y sucio de vuelta se ponía como un remanso entre cristalina y por cierto un tono de sangre en el fondo que asombraba y seguramente aterrorizaba pero había una explicación, dijo Komadín: — Se trata de hierro y otro compuesto minerales que al barrer el agua deshaciendo el lodo que cubre los minerales provoca una especie de oxidación la cual pasa a tener un tono rojizo, al contacto con el hidrógeno del agua en ciertos momentos con el oxígeno expulsado por los peces o cualquier otro animal al paso del líquido elemental.

— Oh, estoy cansado–dijo Komadín... intentemos unos minutos a descansar...

— ¿Habremos caminado más de 10 km?

— A lo menos por lo máximo 6 km... tú crees que lleguemos antes del mediodía al otro castillo y yo preguntando Marcelo Komadín puede ser según lo que dijo Penestrón o Marcio, este castillo está en medio de otro.

— Más están locos, todos – afirmó Marcelo:– Nunca vi un castillo tan cerca del otro cuando supuestamente son enemigos los vecinos.

— Sigamos caminando – dijo Fausto...– hemos perdido contacto con Arlon, desde la plataforma y no se si podremos conectarnos antes de llegar para tener idea de lo que nos espera.

Fausto Glacio le dice a Álex Caussin: — Oye, escucha, ¿no son lobos ese sonido como aullidos, a lo lejos, lo. oyes tú?

Komadín le respondió: — Crees que los de esta época están despiertos en el día?

— Yo pensaba que solamente en las noches.

Alex responde: — Es que han de estar hambrientos.

Komadín, les dice: — Vamos, vamos, hasta mañana, no quiero que nos llegue la noche en este mundo, en plena edad media y nosotros caminando como tontos del tiempo, perdidos, en la estupidez de un viaje en el pasado.

Alex, ríe, le agradan los versos como habla Komadín cuando bromea:—Por favor no empieces con tu bella poesía... versos surrealistas, oraciones metafísicas y horripilantescas hazañas épicas... jajaja – expresó Alex Caussin.

Caminaron como una hora más, al fin distinguieron detrás de unas montañas rocosas bajas, y cercanas, los picos de un castillo a una altura como un piso más arriba, del primer castillo visitado, que estaba bien el nivel de tierra.

—Corramos, corramos– pidió Fausto.

— No, no, y no y no – le advirtió Alex– vayamos paso a paso, calmadamente; mostremos mejor más cansancio.

Komadín, agrega: — Buena idea, así creerán que somos pobres vagabundos hambrientos, pero con algunas monedas de oro en las alforjas, cosa muy común cómo lo cuentan en libros de la época, puesto que soldados recién pagados inclusive, solían escapar de sus ejércitos para refugiarse en otros castillos y comenzar de nuevo una vida, más posible, menos sacrificada que la ofrecida por el hartazgo de unos cuantos Reyes y su corte y la indulgencia e inocencia de los curas y de las pobres mujeres.

Marcelo Komadín, sigue poeta, filósofo y literato, bella, bella, Fausto arrojate al suelo, veo gente en esa Atalaya y también más arriba en la torre, nos están espiando; así que al suelo de rodillas, como cansados, estos creerán que venimos y podrán comernos jajaja.

Así los tres avanzan, hasta llegar cabalmente al borde del río, ubicándose con toda sabiduría, al menos a más de 20 m de distancia del agua habrá también aquí un animal como el que dejamos en el castillo de Marcio?

por favor por favor no hablen más de cocodrilo no quiero ver mi pintura aún no más Fausto Glacio.

—¡Ya, ya, a lanzarse al suelo, vienen cuatro cabrones, pero cuidado, no levanten el culo!

—Hijo de tu madre, sí se les viene la misma idea que a tí mal intencionado...

— Jajaja, silencio,, háganse los totalmente jodidos como estamos de verdad olvidados por Arlon, y todo el equipo técnico del futuro en esta edad media del tiempo, del pasado más oscuro de la humanidad o no ja, ja, ja

silencio... silencio... silencio.

—Hijos de fraile, levantaos... ¡levantaos os he dicho! –grita un hombre asqueroso de barba hasta el pecho, de cabello largo agarrados en una cola que le llega hasta la cintura.

—¿Son hembras o machos estos cabrones?

por la madre del gran p*** del Santo cura, estos están más cagados que nosotros.

ese guardia segundo del castillo levanta con su bota el rostro de Komadín que finge estar desmayado.

— Mandar traer una carreta para llevar a estos maltrechos, bandoleros del infierno, mañana los comeremos vivos.

Alex abre los ojos celestes y el otro guardia lo ve... jejeje ríe el segundo asqueroso de los soldados de aquel castillo, que concluye diciendo: ¿Viste cómo fue un gran perro? fingió de quedar desmayado y cuando hablé de joderlo, abrió los ojos conmigo no te hagas el hijo de la p*** en este Palacio el que no es macho mejor se va para otro baracho.

Ahí es que llega la carreta que han pedido:

— Suban a estos hediondos. ¡Que se encargue de despertar desafío, a los huevos de estos vergones, esa mujer que le saca las talegas para hacer bolsitas y llenar con pepas de oro en sus cojones! ja,ja,ja.

Ahora el que abre los ojos es Komadín...y mira a Fausto que los abre y cierra asustado. Suerte que lo están levantando, y los arrojan en el carro y no se dan cuenta que están más despiertos, pero mejor que siguen creyendo pues, pueden ser verdad sus amenazas.

Al llegar de arriba de la subida en escalinatas, la carreta, suspenderla con toda la fuerza en un andamiaje rústico, que sirve como puente para permitir al río entrada y que bordee todo el macizo amurallado del castillo, los tres hombres son arrojados nuevamente al suelo, y suerte que sobre un bollo de paja para hacer colchones.

De arriba de una de las murallas menores, con patio delantero, una mujer de vestido rojo grita:

—¡Es mi príncipe, ha venido al fin, es mi príncipe amado y sus buenos servidores. Y sale de allá y corre y baja por las escalinatas levantando sus faldones y al fin llega hasta los tres hombres desmayados y se arroja sobre uno de ellos.

...***...

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