17.

Éley lo vio parado ahí cubriendo su nariz y sosteniendo su mochila, quiso acercarse a él porque solo quería tocarlo. Solo quería estar cerca de él y nada más. Todo lo que su cuerpo le pedía era a Lukyan casi de forma descontrolada.

Su cuerpo estaba caliente y la fiebre seguía aumentando. Las feromonas que comenzaba a liberar eran cada vez más intensas y Lukyan sintió asco, sintió ganas de vomitar y un enojo descomunal. Lo vio casi arrastrándose a él en el suelo y retrocedió. Solo tiro su mochila al suelo y salió cerrando la puerta del baño sin importarle lo que le pudiera pasar.

El pelirrojo quiso hablar, quiso llamarlo y, a pesar de que estaba consumido y sus pensamientos estaban nublados por el celo que había despertado en él, fue capaz de darse cuenta de todo lo que había sucedido. Fue capaz de darse cuenta de que Lukyan lo sabía todo y en su mente se quedó intacta la imagen que solo le daba a entender la cantidad de asco que él había sentido al enterarse de todo.

Como pudo, tomo su mochila y saco su teléfono. El pitido de la llamada sonó una vez seguida de otra hasta que alguien al otro lado de la línea contesto.

—Hola —habló Cheng.

Éley respiro de forma ruidosa y cerró sus ojos mientras sostenía el teléfono.

—¿Éley? ¿Estás bien?

Se quedó escuchando su respiración dificultosa y lo conocía bien para saberlo todo, entonces solo preguntó:

—¿Dónde estás?

—Baños —habló y se movió hasta pegar su espalda en la pared y quedar sentado —. Baños de la universidad.

—Voy para allá.

Minutos después cuando la puerta fue abierta, Cheng se vio cansado. Era obvio el hecho de que había corrido por minutos incontables y corrió hasta él para ayudarlo. Tocó su frente, pero seguía ardiendo. Miró a todos lados, pero no parecía que hubiese entrado alguien. Solo quería sacarlo antes de que llegará alguien porque sabía que pelear con un Alfa no le iba a resultar sencillo. Éley se aferró a él con fuerza y enterró su rostro en su cuello con desesperación para olerlo.

—Ayúdame —susurró —. Cheng, ayúdame, no puedo soportarlo más. Quiero ver a Lukyan.

Él tomó su mochila y luego levantó a Éley del suelo.

—Saldremos rápido. Tengo el auto afuera, solo espera un poco.

—Llama a Lukyan —repitió —. Es por su culpa.

—¿Por Lukyan entraste en celos? —preguntó y no pudo evitar imaginarse miles de cosas del por qué había sucedido aquello. Solo pensó en el hecho de que el Alfa ya lo sabía todo.

Lo sintió oler su cuello y caminó de forma rápida por el pasillo. Miró a todos lados porque lo que menos deseaba era encontrarse con un Alfa. Cuando estuvo en el estacionamiento, lo metió en el auto y lo rodeó para subirse también de forma audaz. No quería perder ni un solo segundo, no por querer tener sexo con Éley, sino para mantenerlo alejado de los Alfas que sabía que se podían poner como locos.

—Vamos a casa, solo dame un minuto —pidió, pero Éley estaba casi desesperado.

Solo quería dejar de sentir la calor en su cuerpo. Solo quería que alguien lo tocara para que todo se pudiera calmar, pero a pesar de que siempre se conformaba con Cheng, ahora no era lo que quería. Solo quería al Alfa. Todos sus pensamientos, sentimientos y latidos de su corazón lo llamaban. Lo imaginó encima de él besándolo y más y solo provocaba que el deseo sexual aumentará sin cesar.

—Tengo calor —susurró e intento quitarse la ropa.

—No, espera.

Cheng tomó sus manos para mantenerlo quieto, pero le estaba resultando imposible. Sabía que el ciclo de Éley no era intenso, era algo pasajero que solo duraba menos de cinco horas o máximo un día, pero ahora se estaba comportando de una manera diferente y lo entendió. Entendió que él no era Lukyan, no era un Alfa y que esta vez él no se iba a conformar con un simple Beta incapaz de darle lo que él quería: feromonas.

—Cheng —gimió y se acercó a él.

Intentó mantenerlo quieto porque estaba manejando y no sé la estaba haciendo fácil. Ya demasiado había sido con el tener que pedir permiso con urgencia del trabajo para ir por él. Cuando logró llegar a su departamento, se estacionó y lo sacó fuera de forma rápida. Intentó hacerlo lo más rápido posible porque sabía que en el departamento vivían más Alfas a los que no tenía intenciones de alborotar.

—Ah... ayúdame, solo ayúdame un poco —pidió.

Cuando todo finalizó, Cheng lo vio dormido en su cama. Soltó un suspiro y lo vio despertar de forma lenta. Miró a todos lados hasta que quedó sentado en la cama casi desorientado porque una parte de él no sabía qué había ocurrido exactamente. Tragó saliva y paso las manos por su rostro. Observó a su amigo que solo estaba ahí de forma amable. Solo tenía sus pantalones puesto y Éley tenía ropa limpia puesta.

Se quedaron mirando por uno segundos, entonces, Cheng preguntó:

—¿Recuerdas lo qué pasó? A veces no recuerdas bien.

Y tenía razón, a veces olvidaba las cosas que pasaban debido al celo y Cheng se las recordaba, pero ahora tenía todo claro y nítido en su mente.

—Si lo recuerdo —susurró.

—¿Sabe qué eres Omega?

Asintió de forma triste casi sintiendo un nudo en su pecho y solo comenzó a llorar porque se sintió débil y pequeño. Tenía el rostro vivo de Lukyan mirándolo con asco y, por un momento, sintió su corazón irse rompiendo de forma lenta, pero extremadamente dolorosa.

—Él me vio y me miró con asco —sollozó y Cheng lo abrazó —. Fue su culpa, el ciclo me llegó porque él quiso besarme. Tenía ganas de besarme, pero cuando me vio así pude ver que se arrepintió de todo.

Su amigo lo sostuvo porque estaba llorando con fuerza y casi de manera desgarradora. Acarició su cabello y soltó un suspiro.

—Te lo dije, Éley. Te dije que él era así, pero no quisiste escucharme.

—No me siento bien —murmuró —. Mi pecho duele mucho y, a pesar de eso, quiero verlo.

Ninguno dijo algo por unos segundos y el pelirrojo se alejó para limpiar sus mejillas.

—Cuando me vio, dijo: eres un maldito Omega. Sentí que sus palabras me habían atravesado el corazón porque me gusta. Siento que me gusta tanto desde que lo vi y creí que yo también le gustaba.

—Tal vez le gustaba el Éley Beta. No debiste mentirle.

—Lo vi cubrirse la nariz y solo me tiro la mochila para irse y dejarme ahí. No le importó si llegaban otros Alfas o algo me sucedía. ¿Por qué hizo eso? —se preguntó sintiendo que su pecho dolía —. Yo no quise que eso pasará, pero él se acercó mucho y me tocó.

—Tranquilo, Éley, todo va a estar bien.

—¿Puedo quedarme aquí? No quiero ir a casa.

Cheng solo asintió y se quedó sentado a su lado hasta que lo vio dormido de nuevo. Acarició su rostro y sintió lástima por su amigo porque le gustaba justo lo más peligroso y oscuro. Había escuchado muchas cosas sobre las feromonas de Lukyan. Algunos decían que eran como entrar al infierno, otros decían que eran venenosas como el veneno de una serpiente y otros que eran tan podridas como algo muerto.

Por un momento, pensó en que, ¿cómo Éley iba a soportar algo como eso cuando sus feromonas eran tan dulces? Y es que nunca las había sentido, pero Éley ya se las había descrito algunas veces y había sido suficiente para saber que debían ser las feromonas más dulces y tiernas que podían existir.

Entonces, ¿cómo unas feromonas dulces podrían mezclarse con unas feromonas malditas?

Más populares

Comments

Josefina Macagno

Josefina Macagno

la única manera de que yo le perdone este suceso es que vuelva arrastrandose

2023-10-13

244

BULMA1615

BULMA1615

no se porque párese que a nadie le importa lo que el alfa ha tenido que pasar y fuera de eso en la persona que confío lo engaño/Smug/

2024-06-29

0

Maryuris Jaraba Pacheco

Maryuris Jaraba Pacheco

cheng te mereces lo mejor ☺️

2024-06-22

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play