5.

Caminaron en silencio hasta un restauran que estaba abierto hasta muy tarde en el centro.

Cuando entraron, Lukyan pidió una mesa y, a pesar de que estaban todas pedidas, no le hicieron problema. Después de todo, muchos lo conocían. El único que no sabía muy bien quién era, era Éley.

Al entrar, notó que muchos los miraban de forma extraña. No estaba acostumbrado a ser el centro de atención, pero asumió que se debía a que Lukyan era lindo, no, mejor dicho, Lukyan no era simplemente lindo. Él era guapo, alto, fuerte, hermoso, atractivo y todos los sinónimos que pudieran haber. Decir que solo era lindo era muy poco. Ambos revisaron la carta y Éley vio que todo era muy caro. Tenía dinero en su tarjeta bancaria, pero un solo plato de sopa casi le costaba la mitad de lo que tenía.

Tragó saliva y alzó la mirada para observar al Alfa. Él miraba todo atentamente, pero parecía darle lo mismo el precio que tenían las cosas.

—Todo es muy caro, ¿siempre vienes aquí?

Él le dio una breve mirada sobre la carta.

—Sí, la comida es muy buena. Es mi lugar favorito.

—No tengo tanto dinero para pagar algo de aquí. ¿Si vamos a otro lugar?

—Descuida, pago yo.

—No, claro que no, es decir, yo tengo dinero también, pero tal vez me alcanza para pagar una sola cosa.

—Entonces, paga esa sola cosa y yo pago el resto —le susurro.

Lo quedó mirando y levantó la carta para taparse los ojos mientras fingía seguir leyendo, pero no lo estaba haciendo en lo absoluto. Solo estaba contando hasta diez para que su corazón se calme. Quería entrar ahí y sacudirlo un poco para que funcionará bien, pero solo respiró un par de veces de forma profunda y ya.

—De acuerdo, con lo que tengo me alcanza para pedir esto de aquí, lo de aquí, esto y por último esto.

—¿Qué cosas son?

—Pastel de choclo, ensalada de verduras, pescado salteado y un jugo.

Lukyan lo quedó mirando por unos segundos.

—¿Tanto comes?

—Puedo comer mucho más, pero te dejo pagar mi jugo para que no te sientas mal.

Soltó una pequeña sonrisa y asintió.

—Pagar el jugo suena perfecto, así no quedó en banca rota.

La risa de Éley entró en sus oídos y sintió que era dulce y armoniosa. Luego, miró alrededor y vio a todos esas personas mirándolo. Muchos lo conocían porque siempre iba ahí y había tenido más de un problema con algún Omega o Alfa.

Luego, le dio una mirada a quién tenía en frente. Se veía nervioso y asumió que era debido al hecho de que tenían muchos ojos encima, pero no era por eso en lo absoluto.

—Déjalos, siempre miran así.

—¿Por qué tanto?

—No lo sé, tal vez porque soy hijo de Vankle Chevron.

La carta que sostenía Éley en sus manos se soltó y se pudo ver su rostro pálido. Tenía sus ojos abiertos de par en par y tenía cara de haber visto un fantasma. Lukyan lo quedó mirando porque pensó en que se podía desmayar, pero más le sorprendió el hecho de que no lo sabía.

—¿Eres hijo de la familia Chevron?

—¿No lo sabías? —inquirió mirándolo atentamente, pero la respuesta era obvia.

Negó con su cabeza sin poder creerlo.

—Casi todos lo saben.

Éley lo quedó mirando por segundos incontables. No conocía a nadie de esa familia, pero había escuchado a su padre mencionar ese apellido muchas veces. Sin embargo, para su padre era una familia maldita y egocéntrica. Hablaba sobre el hecho de que el padre era un opresor malnacido y que sus hijos eran tan demonios como él. Los criticaba hablando sobre que se burlaban de los pobres tirándole dinero a la cara y pidiéndole que les lamieran los zapatos.

Entonces, pensó que Lukyan no se veía así, a excepción de cuando hablaba de algún Omega.

Tragó saliva y bajó la mirada para volver a tomar la carta y seguir mirando lo que había cuando ya la había leído completa más de dos veces.

—Lo siento, no me preocupo mucho de las personas, así que no tenía idea.

—En la universidad muchos hablan de eso.

—Hago oídos sordos a chismes, no me gusta involucrarme en esos asuntos.

—Ya veo —susurró el Alfa y se sintió aliviado.

Había asumido que él ya lo sabía igual que todos. Asumió que era algo que le iba a traer problemas, no obstante, se dio cuenta de que no sería así.

—Y, ¿tú?

—¿Yo qué?

—¿De qué familia vienes?

Éley sabía que tenía que mentir. Si daba la respuesta, él sabría de inmediato que no era un Beta y que era un Omega recesivo, pues todos sabían sobre aquel hecho, pero no todos sabían cómo era o cómo lucía aquel Omega.

—No es conocida y no es rica como la tuya. Me basta con tener un techo donde dormir. No me gusta hablar sobre mi familia la verdad, discúlpame.

El Alfa no dijo nada. Sintió que no era verdad del todo lo que había dicho, pero no habló nada más y ambos pidieron lo que deseaban.

Comieron en silencio por unos segundos, luego Éley dijo:

—La comida está muy buena.

—Te lo dije.

—Sí, es bueno comer comida diferente de vez en cuando. Mamá cocina bien siempre y le queda muy bueno todo lo que hace. Me enseño a cocinar muchas cosas.

—Yo también sé cocinar. Algunas veces salgo a comer, pero es un tanto triste salir siempre solo o comer en casa.

—Puedes salir con amigos —sugirió Éley mientras pasaba su lengua por sus labios y Lukyan observó ese gesto con demasiado cuidado.

—La verdad no tengo muchos amigos.

—¿Y tus amigos Alfas?

Noto la tensión en el ambiente y alzó la mirada para ver al pelinegro serio.

—Paso de Alfas —escupió y sintió el mismo asco que había utilizado para hablar de los Omegas.

—¿Por qué?

Ambos se miraron por unos segundos. Éley no se veía con malas intenciones y Lukyan quiso contarle, pero solo desvió la mirada.

—Porque sí y ya. A veces las cosas no tienen un motivo en concreto.

—Entiendo, entonces, ¿solo Betas?

—Solo Betas —aseguró con una sonrisa y el Omega se sintió mal.

Con esa afirmación había dado por hecho de que jamás le podría contar que era un Omega. Con solo eso entendió que, si le decía la verdad, dejarían de hablar para siempre y él le hablaría con él mismo asco y desagradado que utilizaba.

Cuando finalizaron, como Éley había dicho, lo dejo pagar el jugo y salieron. Hacía frío. Era verano aún, pero ya estaba finalizando para darle paso al otoño. La noche estaba despejada, pero la brisa estaba helada y solo andaba con un poleron delgado que no le protegía mucho. Metió las manos en su bolsillo e inhaló profundo mientras se arrepentía por no haber venido más abrigado.

—¿Dónde tienes que tomar el autobús?

—Eh... —se quedó mirando a todos lados, pero nunca había andado por ahí, así que no sabía muy bien dónde tomar algo —. Creo que es por allí. Da paso a la avenida, ¿verdad?

Lukyan asintió.

—Entonces es por allí.

—Te acompaño.

—No, estoy bien, puedes irte a casa, no pasa nada.

—Te acompaño —insistió.

Lo quedó mirando, pero solo asintió y comenzaron a caminar.

—¿A qué hora tienes clases el lunes? —preguntó el Alfa mientras caminaba a su lado. Observó que tenía frío y, antes de darse cuenta, se estaba sacando su poleron para ponérselo sobre sus hombros.

Sintió que Éley se tenso, pero también vio como sus mejillas se iban volviendo rojas.

—No tienes que hacer eso —le habló.

—Pero tienes frío. Pareces un pollito acurrucado al final del gallinero. Yo no tengo frío, así que no me importa. Luego, antes de subirte al autobús, me lo entregas. Solo es por cordialidad.

No se sintió capaz de alzar la mirada para observar esos ojos de dos colores e intensos, así que solo siguió caminando. Intentó respirar solo por la boca, pero le era imposible. Tenía el aroma del Alfa casi impregnado en su nariz y sintió que algo malo podía suceder.

—El lunes tengo clases temprano. Entro a los ocho y salgo a las dos.

—Ya veo y, ¿los otros días?

—¿Por qué? ¿Piensas perseguirme por todos lados?

Lukyan soltó una sonrisa.

—Solo es por curiosidad, es solo que nunca te había visto en la universidad y pensé que era porque teníamos horarios diferentes.

—Los lunes, martes y viernes entro a las ocho y salgo a las dos. Los miércoles y jueves entro a las doce y salgo a las cuatro.

—Coincidimos los lunes, martes y viernes —anunció.

Cuando llegaron al paradero, se quedaron en silencio sentado uno al lado del otro en el asiento que había. No dijeron nada, pero ninguno de los dos se sentía incómodo, de hecho, se sentían demasiado bien.

Luego, vio un teléfono frente a sus ojos y le dio una breve mirada.

—¿Qué?

—¿Me das tu número? —preguntó Lukyan.

Éley lo quedó mirando y quiso hacerlo, pero pensó que no tenía mucho caso el emocionarse por algo así.

—Lo siento, tendríamos que comer tres veces más para pensar en dártelo. Me gusta conocer bien a las personas primero.

—De acuerdo —habló.

No se sintió decepcionado por no obtener su número, pero pensó en dónde lo podría llevar a comer las otras tres veces para poder obtenerlo. Cuando el autobús apareció, lo vio subirse. En el momento en qué el autobús doblo en la esquina, recordó que tenía su poleron. Y no solo su poleron, sino que su billetera con su dinero y tarjetas bancarias.

Se regresó caminando a casa, pero no se arrepintió de nada y, después de tanto tiempo, le tomó tiempo dormirse por pensar en alguien y no por recordar cosas horribles.

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Comments

Nanunitamin

Nanunitamin

le entrego todo en la primera cita 😅🤣🤣

2023-09-22

344

Náhuel Estoras

Náhuel Estoras

eso me recuerda que iba caminando al gimnasio con mis amigos y unos profesores estaban hablando con una mamá y entonces me quedo parado en medio de todo para escuchar y mi mejor amigo me galo de la capucha y dijo ahí vas de chismoso

2024-11-07

0

Gema Ponce

Gema Ponce

fuerte, intimidante, guapo, sexy y caballeroso. No spawnean de esos en mi cerro 🥺

2025-01-05

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