Cuando Éley llegó a su casa, subió corriendo las escaleras para ocultarse en su habitación. Sintió su corazón latiendo con fuerza y sintió calor. Una calor casi incontenible. Tiró el poleron en la cama y lo observó como algo peligroso para su pobre estabilidad emocional.
Cerró sus ojos por unos segundos e intentó contar hasta diez para poder calmar todo su cuerpo. El lío de pensamientos que tenía en su cabeza era enorme y solo sintió que, cada emoción y pensamiento era peor que el anterior. Había hablado con muchos Alfas a lo largo de su vida e incluso algunas veces se había peleado con ellos cuando no lo dejaban en paz, pero no les daba miedo el que fueran grandes, más fuertes o que pudieran usar sus feromonas sobre él. Se defendía y no les dejaba hacer lo que les daba la regalada gana. Sin embargo, Lukyan no había hecho nada. Ni siquiera había liberado sus feromonas una mínima cantidad de segundos, pero se encontraba en ese estado desastroso.
Decidió meterse en la ducha y se quedó un par de minutos bajo el agua helada para olvidar cosas tontas, pero le fue imposible. Quería oler su ropa. Quería sentir su aroma. Quería hacer muchas cosas. Cuando finalizó, se metió en su habitación y tomó su poleron. Sonrió porque había sido un gesto lindo que no esperaba ni en el que no había pensado en ningún instante.
Lo llevó a su nariz y sintió ese aroma a chocolate que se sentía casi adictivo. Cerró sus ojos porque era un aroma que nunca antes había sentido, pero que era casi perfecto para él.
Cuando la alarma del teléfono sonó, despertó de golpe y se dio cuenta de que se había dormido abrazando el poleron. Pasó las manos por su rostro porque no podía creer que había hecho una estupidez como esa, sin embargo, creyó que había sido mil veces mejor eso a haber terminado cegado por el deseo sexual y haber terminado masturbándose.
Era sábado, pero solía despertar a las diez de la mañana porque acompañaba a su mamá a hacer algunas compras para la semana. Se quedó mirando el poleron y fue cuando vio que había algo en el bolsillo. Estiro su mano para encontrarse con una billetera. La abrió solo por curiosidad y fue que vio que había dinero y estaban sus tarjetas bancarias.
La culpabilidad le llegó de golpe y el miedo también. Nada más creer que Lukyan pudiera pensar en que le podía robar el dinero o falsificar sus tarjetas le aterró. Entonces, se arrepintió de no haberle dado su número de teléfono, pues así él lo habría llamado y le habría podido entregar sus cosas. Tomó su teléfono y pensó en cómo buscarlo para poder pasarle todo. Supuso en que, si era popular, debería tener alguna red social, pero busco en todas con su nombre y apellido y no pudo encontrar absolutamente nada.
Cuando fue demasiado tarde, se terminó de vestir y salió con su madre.
Eran compras en el supermercado y en la frutería para la semana. Lo podían hacer los sirvientes de la casa, pero a su madre le gustaba comprar las cosas ella misma.
—Éley, ayúdame con esto —le pidió ella.
Él tomó las bolsas mientras veía como su madre sacaba dinero para pagar otras cosas.
—Alay e Ilay querían que revise unas vitaminas para el gimnasio —le recordó a ella.
—Oh, cariño, se me había olvidado. Compramos esto y luego puedes ir a ver.
—De acuerdo.
—¿Prefieres las manzanas verdes o rojas? —le preguntó ella con amabilidad.
Sabía que a sus hermanos le gustaban las manzanas rojas, así que, nada más por fastidiarlos, eligió las verdes. Tomaron las cosas para seguir caminando y comprando lo que faltaba.
—María dijo que legumbre quedaba muy poco.
—Es por culpa de ese par, lo único que hacen es comer legumbres. No deberías comprar, mamá.
Ella sonrió.
—Castigarlos por ser tan hambrientos.
—Suena perfecto —opinó él.
Ambos rieron un poco y, cuando tuvieron todo listo, ambos cargaron las cosas hasta el estacionamiento donde estaba el auto. Las ordenaron en la parte de atrás con cuidado.
—Mamá.
—¿Sí?
—He estado pensando un poco más en sobre irme a vivir solo, además he estado buscando algún trabajo y me han llamado de tres lugares para que vaya a una entrevista esta semana.
Ella lo quedó mirando con tristeza, pero sabía que su hijo en algún momento se iba a ir de casa también para tener su propia vida, así que únicamente le regalo una sonrisa.
—¿No crees que es mucho trabajar y estudiar?
—Puedo hacerlo, no es demasiado.
—Si es por tu padre, hablaré con él. Sé que tienes que irte de casa en algún momento, pero quiero que lo hagas porque realmente quieres, no porque sientes que tienes que escapar de ese viejo cascarrabias.
—No es por él, mamá, bueno..., sí, un poco. Pero yo también quiero irme. No lo sé quiero pensar en otras cosas y no estar siempre oyendo los errores que tengo según papá.
Ella asintió y le regaló una sonrisa de forma amable.
Se acercó a su hijo para darle un abrazo y beso su mejilla con cuidado. Sabía que su esposo era muy pesado y que no entendía cuando algo se le decía, pero creyó en que, si Éley se iba de casa, de alguna manera, podría entrar en razón para dejar de insistir tanto con el tema. Sabía que Éley solo era recesivo, pero eso no significaba nada malo porque era tan normal como todos.
Terminaron de ordenar las cosas mientras continuaban hablando del tema. Al llegar a casa, los dos se encargaron de cocinar la cena del día. Hicieron un pescado al horno con rodajas de tomate, cebolla, ajo picado, morrón y más cosas. Además de un arroz de primavera con ensaladas. Todos comieron tranquilos y en paz. Éley solía sentarse en medio de sus dos hermanos mientras que su padre se sentaba en la cabeza y su madre a su derecha.
Escuchó como su padre hablaba sobre ciertas cosas de la empresa, pues estaba a cargo de muchos temas y personas. Se podría decir que era el jefe del jefe y luego estaba el verdadero jefe de todo.
—Será una cena muy grande. La empresa cumple cincuenta años, así que tenemos que asistir todos. Eso te incluye Éley.
Él nada más asintió, pero ya comenzaba a pensar en una forma de no ir.
Odiaba las fiestas y las cosas muy ruidosas. Con suerte toleraba ir a un bar a tomar algo cuando Cheng lo invitaba y nada más.
—Será divertido, amor —habló la madre con una sonrisa y él le asintió.
—Va a ser una fiesta enorme, así que me aseguraré de comprarte el vestido más hermoso, cariño.
Ella lo observó con amor.
—Gracias.
—Y no quiero excusas esta vez, Éley. Todos los años inventas algo a última hora para no asistir. Se supone que tienen que estar todos mis hijos con mi esposa presente.
—Papá, no empieces otra vez, carajo —soltó Alay —. Déjanos tener una cena en paz una sola vez. Tienes cansado a Éley. Todos los días con el mismo problema.
—Tiene razón mi hermano —opino Ilay —. Déjalo descansar un poco porque, mientras más lo presiones, más querrá llevarte la contraria.
—Luego cuando haga algo malo, no tendrás derecho a regañarlo —le advirtió Alay mirándolo de forma atenta. Sabía que era su padre, pero no le temía por eso y no se guardaba las cosas jamás. Ambos gemelos siempre decían lo que pensaban, lo que querían y lo que les gustaba.
Éley no dijo nada a pesar de que tenía ganas de hacerlo. Solo continuó comiendo en silencio y se sintió agradecido de tener a sus hermanos. Eran unos tontos la mayor parte del tiempo, pero siempre estaban para ayudarlo.
El padre observó con sus ojos negros a su hijo menor y no quería verse insistente, pero no podía estar en paz cuando veía que su hijo era recesivo y quizás nunca podría encontrar un Alfa que lo acompañe en su vida. De alguna manera quería ayudar a su hijo, pero no lo estaba haciendo de la mejor forma. Quería que encontrará un Alfa bueno y que lo cuidará porque era su hijo y, tal vez no lo demostraba, pero lo quería tanto como a los otros.
No dijo nada más. Escuchó a los gemelos hablar con su madre y se quedó solo en silencio.
Al finalizar la comida, Éley con su madre lavaron las cosas sucias y era tarde, así que cada uno se fue a su habitación. En ella, no pudo evitar buscar el poleron nuevamente de Lukyan. Estaba colgado en su ropero y sintió que su aroma estaba en cada lugar.
Tomó su teléfono y lo busco nuevamente de diferentes formas en las redes sociales, mas no obtuvo nada.
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Comments
Adaleska Amaya
bueno supongo que se encontrará con su futuro novio
2024-12-02
0
Adaleska Amaya
jajajajajajaja a dónde tan yo eley
2024-12-02
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Adaleska Amaya
así se hace carajo vamos
2024-12-02
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