14.

No siempre, pero en alguna ocasiones, Éley iba a al cine. No tenía a nadie con quién ir e invitar a sus hermanos no estaba en sus planes. Prefería ir solo que acompañado de dos simios locos que solo lo harían pasar vergüenza.

Cuando salió de casa se sentía cansado. No sabía a qué se debía el cansancio, pero lo sentía por todo el cuerpo. Solo quería distraerse un poco y despejar su cabeza para sentirse un poco mejor, así que ver una película de comedia sonaba como algo perfecto para quitarse estrés de encima. Entró al mall para subir por las escaleras normales de forma lenta. La película empezaba en una hora más, así que no tenía motivo para apresurarse y subirlas corriendo.

Cuando llegó al tercer piso, fue que el alboroto le llamó la atención. No supo lo que pasaba realmente, pero no pudo evitar quedarse parado viendo todo. Había mucho bullicio y fue cuando vio a un chico tirado en el suelo. Estaba sentado con sus mejillas rojas mientras que dos chicos casi se gritaban de forma brusca parados a su lado. Supo que era un Omega en celo y que esos dos Alfas estaban peleando por llevárselo. Retrocedió porque esos dos Alfas estaban soltando demasiadas feromonas. Sintió que estaba siendo consumido por todo ese enojo que ambos sentían y quiso salir corriendo cuando el miedo le comenzó a pasar factura.

Llevó su mano a su frente y no supo a dónde ir. Miró a todos lados y solo comenzó a caminar de forma rápida hacia la derecha para terminar casi corriendo. Necesitaba aire fresco para poder calmarse porque no quería provocar algo como eso.

Al doblar la esquina, fue que chocó de forma brusca con alguien. Cosas cayeron al suelo y retrocedió al ver todo el desastre. Alzó la mirada para ver a tres Alfas que lo miraban de mala gana.

—Fíjate por donde caminas, idiota.

—Lo siento, no me di cuenta, permiso.

Intentó pasar por sus lados de forma rápida, pero uno de ellos lo tomó del brazo.

—Y, ¿ese olor?

Éley se paralizó y se soltó de su agarre con brusquedad. Retrocedió con fuerza.

—¿Eres un Omega?

—No —respondió de forma tajante.

El Alfa avanzó y Éley retrocedió de forma rápida.

—¿Y ese aroma? Puedo jurar que estás liberando algo.

Giró sobre sus pies para solo irse, pero el Alfa lo volvió a tomar con fuerza.

—¡Qué no soy un maldito Omega! —exclamó —. ¡Déjame en paz!

Quedaron frente a frente y vio los ojos negros del Alfa llenos de enojo. Lo vio molesto a más no poder y se arrepintió de haberle hablado así. A pesar de eso, le mantuvo la mirada con fuerza y sin dejarse ver débil ni atemorizado por alguien como él. No le gustaba verse menos ante ninguno nunca, así que, sin importar cómo se viera o que tan enojado luciera, él siempre mantenía la mirada en alto.

—¿En serio? ¿Entonces no pasará nada si libero mis feromonas en ti? —le preguntó con una sonrisa.

Tragó saliva y se continuó manteniendo firme, pero una parte de él estaba aterrada. Retrocedió unos pasos y fue cuando su espalda choco con algo. La calma que le llegó de golpe fue arrasadora. El miedo que había estado sintiendo se había evaporado de golpe y no quedaba ni rastro de aquello.

—Dijo que lo dejes en paz —habló una voz detrás de él y, las ganas incontenibles de girarse y refugiarse en Lukyan casi le pasaron factura.

Ambos Alfas se miraron de mala gana por varios segundos y ninguno quiso retroceder. Entonces, él otro solo se fue.

Lukyan bajó la mirada para observar a Éley y lo vio con su mirada perdida. Rodeó su muñeca para moverlo y quedaron frente a frente. Lo sintió casi tembloroso y su mano tomó su rostro con cuidado para que alzará la mirada de forma lenta. Vio sus ojos grises brillantes porque estaban llenos de lágrimas y sintió su corazón encogerse. Se quedaron mirando por unos segundos sin saber muy bien lo que estaba pasando por sus cabezas. Solo se concentraron en el otro como si no hubiera nada más alrededor de ellos.

—Éley, ¿estás bien?

Entonces, reaccionó y se alejó dos pasos para poder respirar en paz.

—Sí, estoy bien. Puedo defenderme muy bien solo.

—Nunca dije que no fueras capaz, solo me acerque por si algo surgía —respondió con una sonrisa.

Lo vio desviar la mirada y soltar un suspiro.

—Pues, no debiste dejar de hacer lo que hacías por venir.

—No estaba haciendo nada. Estaba mirando la cartelera del cine cuando los vi hablar. ¿Qué había intentado hacer que le gritaste que no eras un Omega?

Lo miró de forma atenta y es que se había acercado antes, pero se había detenido al ver que no necesitaba ayuda. No solía ver que Betas le hablaran así a los Alfas. Sabía que sus feromonas no le hacían nada, pero nada le podía quitar un golpe si se lo querían dar. A pesar de eso, lo había visto decidido y sin la más mínima intención de flaquear y eso le había gustado.

No veía a los Alfas como algo intocable y odiaba cuando ellos se aprovechaban de su poder, pero Éley le había dado lo mismo aquello.

—Poner sus feromonas sobre mí. Voy al baño.

Lo vio alejarse de forma rápida. Miró sobre su hombro para ver a los Alfas aún ahí parados y cruzó una mirada con el de antes. Luego, solo avanzó hasta el baño y se quedó afuera apoyando su espalda en la pared.

Éley se quedó encerrado casi veinte minutos. Estuvo sentado en un cubículo tratando de ordenar sus pensamientos y las cosas que había sentido. El miedo que ese Alfa le había producido, pero también la paz que le había hecho sentir de forma inmediata Lukyan. Eran demasiadas cosas que nunca antes había experimentado.

Cuando salió, lo vio parado en la pared. Quiso solo seguir caminando, pero lo escucho decir su nombre.

—¿Qué tal si vemos una película?

Y Éley se sintió incapaz de decirle que no o inventar alguna excusa. Por un momento, solo quiso estar cerca de él el mayor tiempo posible.

—Bien.

Lukyan le regaló una sonrisa y se fueron a hacer la fila para comprar las entradas.

—No me gustan mucho las de terror —susurró Éley.

—Oh, vamos, ¿eres capaz de gritarle a un Alfa pero no ver una película de terror? Me haces sentir decepcionado.

—Bueno, pero las películas de terror son diferentes.

—Si no da tanto miedo, tranquilo.

—De acuerdo —respondió.

Con las palomitas compradas entraron a la sala de forma lenta. Habían muchas personas, así que tuvieron que pedir permiso para poder llegar a los puestos que habían comprado. Pasaron algunos tráiler de próximos estrenos que les parecieron interesantes, luego, la película comenzó.

Éley solía evitarlas porque siempre se asustaban mucho. Sus hermanos lo habían dejado traumado cuando pequeño y le aterraban, pero había dicho que sí solo para que no viera que ocultaba algo. Se concentró en comer muchas palomitas todo el tiempo y de mantener la mirada baja evitando ver lo que sucedía, pero la música que se escuchaba no le ayudaba en nada porque solo provocaba que el miedo fuera aumentando sin cesar. Sintió un escalofrío en la espalda y casi podía sentir que el demonio estaba sentado detrás de él.

Su cuerpo comenzó a temblar y tragó saliva con dificultad.

—Éley, ¿estás bien? Estás temblando mucho —habló Lukyan y se acercó a él para observarlo.

—Estoy bien, no pasa nada. Es solo que...

El grito de la mujer en la gran pantalla por ser atrapada penetro en sus oídos y dio un brinco. Las palomitas volaron por el aire y cayeron en la cabeza de Lukyan casi todas.

Más de tres personas también gritaron.

—Estoy bien, solo me sorprendió un poco. Continuemos viéndola.

—Pero...

—Estoy bien, he dicho.

Lukyan se alejó para acomodarse en su asiento, pero no pudo quitarle la mirada de encima porque evitaba, a toda costa, observar la pantalla.

Cuando volvió a suceder una escena de suspenso, muchos, incluyendo a Éley volvieron a gritar y se sintió culpable. Pensó que no se iba asustar tanto, pero ya veía que estaba más que asustado. Soltó un suspiro y se acercó un poco a él.

—Oye, si quieres salimos, no me está gustando mucho.

—¿Salir por qué? Si está entretenida.

Pensó en que era un cabeza dura porque se estaba quedando únicamente por llevarle la contra y para que viera que no era un cobarde. Contempló sus manos para verlas temblar.

—Éley, vamos si estás temblando.

Negó con ganas y se mantuvo sentado.

Lo que le quedaba de palomitas, salieron volando una vez más cuando asesinaron a una mujer. Lukyan estiró su mano para tomar la suya y Éley lo apretó con fuerza. En ese segundo, se giró para aferrarse a él mientras temblaba de forma casi descontrolada y el Alfa se quedó paralizado. Ignoró el hecho de que tenía la cabeza llena de palomitas solo para centrarse en el pelirrojo y abrazarlo.

—Ya no la quiero seguir viendo, Lukyan —sollozó —. Salgamos que no quiero ver más.

Cuando salieron fuera, lo vio limpiar sus mejillas por las lágrimas. Tomó asiento y Lukyan se acuclillo frente a él observándolo con tristeza.

—Lo siento, no pensé que te podían dar tanto miedo.

Levantó su mano y acarició su mejilla de forma lenta. Quitó esas lágrimas y lo vio triste y asustado aún. Y no pudo resistirlo. Se acercó para rodear su cuerpo y lo abrazo. Sintió su cuerpo pequeño e inhaló profundo para sentir el olor dulce de su perfume. Éley ocultó su rostro en su cuello y lo abrazó con fuerza. Sintió como acariciaba su espalda de forma suave y se sintió bien. Se sintió tan bien que era imposible que, un simple abrazo, lo hiciera sentir tan protegido y especial.

—No llores más, lo siento, ¿sí? —susurró en su oído.

Cuando se alejaron, volvió a limpiar su rostro de forma lenta y le regaló una sonrisa.

—Ven vamos, compremos algo dulce. Me gusta ver tu carita sonriente, así te ves mucho más lindo.

Éley lo quedó mirando y sintió sus mejillas calientes.

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Comments

Lankita☕

Lankita☕

Jajajajjajajajaja Solo vio los trailers.

2024-09-12

0

Lankita☕

Lankita☕

Me acordé de una escena en Goblin.

2024-09-12

0

4419

4419

BASTA HDJDKDKA LA IMAGEN MENTAL

2024-06-26

6

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