4.

Los viernes en la tarde, Éley solía quedarse en la biblioteca realizando alguna tarea o leyendo algún libro. Odiaba llegar los viernes a casa porque solían haber muchos integrantes de su familia que solo se dedicaban a lamentar el hecho de que fuera un Omega recesivo. Estaba cansado de oír esa palabra todos los días, así que se quedaba en la biblioteca hasta que fuera cerrada y luego se iba caminando a casa lo más lento posible. En momentos como esos siempre se lamentaba el no tener más amigos.

Cheng ya estaba en su trabajo de la tarde y no podía pedirle que se quedará con él sabiendo que tenía que trabajar para poder seguir pagando la universidad.

Cuando soltó un suspiro, tomó el libro sobre misterio y comenzó a leerlo.

No había logrado leer más de tres hojas cuando vio la silla a su lado moverse. Alzó la mirada y lo quedó mirando casi perplejo. Llevaba un poleron negro y la capucha cubría su rostro, pero la intensidad de sus ojos era la misma que la primera vez y pudo notar como muchos a su alrededor lo quedaron mirando.

—¿Puedo sentarme? —pregunto el Alfa.

Éley sintió que no tenía habla, sintió como su corazón se estaba acelerando igual que la primera vez que lo había visto. Se limitó solo a mover su cabeza de arriba abajo porque que era lo único capaz de hacer.

—¿Qué haces aquí? No hay muchas personas.

—Leer —respondió sin quitarle la mirada al libro, pero sus ojos luchaban por observar su rostro y sus ojos.

—Oh, ese libro lo leí. Es bueno.

—No me cuentes lo que sucede.

—De acuerdo —dijo sonriendo.

Lo quedó mirando y se vio concentrado sosteniendo el libro. Apoyó su mentón en la palma de su mano y lo observó con mayor atención. El que, ante sus ojos era un Beta, no se molestaba en lo más mínimo darle una mirada. Era obvio que no le importaba, pero no pudo dejar de pensar en el hecho de que era demasiado lindo. Vio su cabello pelirrojo caer a los lados de sus ojos y lo vio fino y suave. Inhaló profundo sintiendo su aroma, pero no había ni la más mínima muestra de feromona. Simplemente sintió el olor dulce de su perfume.

Entonces, Éley no pudo resistirlo más y le dio una breve mirada. Ambos se observaron por un momento. Él solo miro sus ojos porque le parecían demasiado lindos y que incluso brillaban y quiso desviar la mirada rápido, pero sintió que estaba atrapado. Por otro lado, Lukyan le dio una mirada más minuciosa. Observó sus largas pestañas, sus ojos grises y sus labios que se encontraban entreabiertos hasta que pasó su lengua por ellos y volvió a centrar su mirada en el libro.

Estaba acostumbrado a estar con muchos Betas. Era lo único a lo que se limitaba siempre y, a pesar de que en la biblioteca habían muchos Omegas, él los ignoró y solo se preocupo de respirar por la boca. Odiaba sentir esos aromas asquerosos y repulsivos que le llenaban la cabeza de malos recuerdos y el estómago de nauseas.

—¿Cómo estuvieron las clases hoy? —preguntó finalmente.

—Como siempre —contesto Éley sin mayor importancia.

—Ya veo, ¿tan lento lees? Desde que llegué que sigues en la misma página y casi en la misma línea.

El Omega apretó un poco el libro e inspiró profundo.

—Cuesta leer cuando me estás mirando tanto. ¿Nunca habías visto un Beta o qué?

El Alfa soltó una pequeña sonrisa de lado.

—Sí, he visto muchos siempre. Solo que tú te ves extraño.

—¿Extraño? Si esa es tu forma de ligarte a alguien, lo siento, pero es horrible.

La sonrisa del Alfa se agrandó con fascinación.

—De acuerdo, lo siento. No mirare más. Iré por algo y regreso. Cuídame esto.

Éley solo asintió y lo vio salir por la puerta de entrada.

Comenzó a respirar con fuerza y llevó su mano a su pecho solo para verificar que seguía ahí su corazón. Pasó las manos por su rostro y sintió sus manos sudadas. Cerró sus ojos por unos segundos y, solo por seguridad, tomó una pastilla que siempre andaba trayendo. Era un inhibidor que rara vez tomaba, pero ahora se sentía tan extraño que decidió tomarlo por precaución.

Cuando vio la mochila del Alfa a su lado quiso resistirse, quiso hacerlo con todas sus ganas, mas le fue imposible. Acercó su rostro para olerla y el aroma fue intenso. No supo a qué olía realmente, sintió que eran demasiados aromas, pero, al final, solo el aroma al chocolate fue el que terminó destacando.

Tragó saliva, se alejo de golpe y se golpeó la cabeza un par de veces con el libro para poder reaccionar.

Cuando Lukyan regresó, lo vio tomando agua de una botella. Lo vio sentarse a su lado y siguió leyendo el libro sin mayor importancia. El Alfa tampoco hizo mucho y, cuando Éley le dio una breve mirada, solo lo vio durmiendo. Apoyaba sus brazos en la mesa para, encima de ellos, apoyar su rostro. Sus labios carnosos se encontraban entreabiertos y su cabello negro cubría sus ojos.

—Oye —le habló porque ya era hora de irse —. Oye, Lukyan, ya es tarde.

Lo movió un poco y lo vio abrir sus ojos de forma lenta.

—Ah, lo siento.

—Descuida, pero vamos, ya van a cerrar la biblioteca.

Él asintió y se puso de pie para salir también. Éley lo sintió caminar detrás de él todo el tiempo y mantuvo la compostura porque casi podía sentir un gigante que lo seguía.

—¿Vienes siempre?

—Solo los viernes en la tarde. No me gusta llegar a casa temprano los viernes, así que suelo venir aquí.

—¿Por qué no quieres llegar a casa?

—Prefiero evitar un poco mi familia. No es muy simpática.

El Alfa asintió.

—Ya veo, te entiendo, la mía tampoco es muy simpática. De hecho, no es nada simpática, por eso no vivo con ellos.

—¿Vives solo?

—Sí, hace cuatro años ya.

—Eso es mucho tiempo. Entonces, ¿cuántos años tienes?

El Alfa lo quedó mirando pensativo. El Omega espero su respuesta de forma curiosa.

—¿Cuántos crees que tengo?

—No lo sé —dijo de forma pensativa —. ¿Veinticinco?

—Claro que no, ¿tan viejo me veo?

Éley soltó una pequeña sonrisa y Lukyan no pudo evitar verlo sonreír.

—No, solo que eres alto y grande, pareciera que eres de esa edad.

—Solo tengo veintidós.

—O sea que, desde los dieciocho vives solo —asumió —. Eso es genial. La verdad yo igual quiero irme a vivir solo, pero me da lástima dejar a mamá sola. Sé que tiene a papá, pero soy el menor así que siento la responsabilidad de quedarme con ella por mucho tiempo.

—Ah, ¿tu mamá es una Omega?

Éley asintió.

—El mío es un Omega dominante.

Sus ojos buscaron el rostro del Alfa porque no lo decía con mucho orgullo. No lo había dicho como si lo quisiera mucho o le tuviera cariño. Más bien, lo había dicho como si lo odiará. Quiso preguntar algo, pero solo se quedó en silencio viendo su rostro un tanto triste. Sintió que todo su semblante había cambiado. Lo vio mirar hacia otro lado y como mantenía sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Lukyan sintió su mirada en todo momento y se arrepintió de haber dicho aquello de esa forma. Tragó saliva y apretó la mandíbula mientras observaba como los autos pasaban en la calle. Pero era lo que era. Odiaba a sus padres, a ambos, y eso sabía que nunca iba a cambiar y que nunca iba a regresar con ellos. El haber salido de esa casa para él había sido increíble por poder ser libre y no tener que hacer nada de lo que su padre le pedía. El poder salir ahí había sido perfecto para no tener que seguir pasando por escenarios horribles con Omegas necesitados y Alfas violadores.

Miró al frente y, cuando se puso en verde el semáforo, solo continuaron caminando y pensó que, la compañía de un lindo Beta, era más que perfecta. Con aquel pensamiento, bajo su mirada para observarlo dar pasos rápidos, pero cortos, mientras que él daba pasos largos y lentos.

—Éley —escuchó decir su nombre y sintió un escalofrío que le recorrió la espalda.

Sintió que su nombre se oía diferente. Sintió que había tenido poder en todo su cuerpo, pero solo alzó la mirada y se encontró con sus ojos que lo observaban de forma amable.

—¿Quieres ir a beber algo? La verdad, vivo solo, pero a veces odio llegar allí.

Tragó saliva y pensó en la respuesta. Vio en su rostro el hecho de que no se encontraba bien en lo absoluto. Vio que algo lo había hecho sentir mal y sintió su pecho apretado. Sintió que, verlo de aquella manera, le costaba respirar. Sus ojos seguían iguales, no obstante, la pérdida del brillo era notoria. Vio a Lukyan un poco triste y solo pensó en que se debía a haber mencionado a su padre Omega.

—Sí, me gustaría —contestó con una sonrisa y vio al Alfa sonreír también.

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Comments

Caius Bistail

Caius Bistail

beber algo??
mmm no le creas nada lo mismo le dijeron a mi hermana ahora tengo 1 sobrino

2023-10-29

204

Náhuel Estoras

Náhuel Estoras

yo contando todo a un desconocido dios porque soy así

2024-11-07

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Náhuel Estoras

Náhuel Estoras

22+3=25

2024-11-07

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