16.

Las clases avanzaron de forma lenta.

Cuando todo finalizó, vio a Cheng irse de forma rápida para su trabajo. Fue el último en quedarse en la sala hablando algunas cosas con el profesor, luego el profesor se marchó y se quedó dentro limpiando el aula. A todos, cada semana les tocaba quedarse a limpiar el aula y era el turno de Éley. Limpio desde el fondo hasta el principio de forma lenta, pues no tenía la más mínima intención de irse a casa. Estaba cansado, pero era un tipo de cansancio diferente. No deseaba llegar a casa y acostarse, en realidad, no tenía ni la más mínima idea de lo que deseaba. Tenía un enredo en su cabeza que no lo dejaba en paz.

Cuando finalizó, ordenó algunas sillas y caminó por el pasillo para botar lo que había en el basurero. Luego, regresó para tomar su mochila.

Tomó su teléfono para verificar la hora y ver que era demasiado temprano. De pronto, de reojo, vio algo en la puerta y giró su rostro para verlo. Dio un respingo porque no lo había escuchado en ningún momento, pero Lukyan estaba ahí parado.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó él.

Comenzó a caminar y sintió como Éley, de forma inmediata, se puso en alerta. Tomó su mochila para llevarla a su pecho como si intentará formar un escudo que lo protegiera de él, pero Lukyan no tenía intenciones de detenerse.

—Estaba... terminando de... limpiar.

—Ya veo, te quedo todo muy limpio —comentó mirando alrededor.

—Gracias.

—¿Estás bien? Te ves pálido.

—Es solo que me duele la cabeza un poco, pero nada más.

Evitó mirarlo y eso era lo que Lukyan deseaba en creces. Se movió hacia el lado para poder escapar de él, pero se detuvo de golpe cuando vio como ponía su brazo en la pared para impedírselo.

No supo qué hacer y sintió de nuevo esa calor comenzando a recorrer su cuerpo.

—Éley, ¿qué tal si vamos a comer? Después de todo, me debes una salida.

—Eh...

No supo qué responder cuando lo sintió más encima de él. Retrocedió cuando lo vio avanzar hacia él y su espalda baja choco contra una mesa. Dio un respingo y sintió que ya no podía respirar bien, sintió que todo su cuerpo estaba reaccionando de una manera extraña, sintió que estaba a punto de ocurrir algo malo.

Lukyan lo dejo entre sus dos brazos y acercó su rostro. Lo vio con la mirada baja todo el tiempo, pero también vio sus mejillas rojas a más no poder.

—Vamos a comer —repitió en un susurro.

—Y-yo...

El error que cometió fue garrafal. Al alzar la mirada, se encontró con sus ojos diferentes, pues ya no eran azul y verde, ahora ambos eran dorados y sintió que estaba perdido. Lo que experimento fue algo que categorizo como anormal debido a la intensidad. Sintió que estaba hipnotizado, sintió que era un pobre ciervo encandilado por las luces de un auto. El toque de Lukyan fue intenso cuando acarició su mejilla y todo su cuerpo se estremeció.

—Tengo que... irme —susurró intentando respirar, pero le era difícil cuando, con cada vez que respiraba, el olor del Alfa entraba por sus fosas nasales descontrolando todo su interior sin darle tiempo de nada.

—Pues, adelante.

Quiso retroceder, pero solo provocó que la mesa hiciera ruido y que Lukyan se acercará más. Su mochila cayó al suelo por el susto. Quiso empujarlo y le salió fatal porque era como intentar empujar una muralla de cemento.

El Alfa acercó su rostro de forma lenta viendo como cerraba sus ojos. Acomodó su cabello detrás de su oreja y lo escuchó soltar una respiración acelerada. Se fijo en sus reacciones y, por un momento, le parecieron extrañas. Él no estaba haciendo nada, no había liberado la más mínima feromona, pero el comportamiento de Éley cada vez se iba volviendo más anormal y quiso hacer algo más, quiso provocar muchas cosas más en él.

El pelirrojo vio como se acercaba de forma lenta. Formó puños porque su corazón no estaba bien. Pensó que, en cualquier instante, se podía morir porque latía demasiado fuerte contra su pecho y la calor solo iba aumentando.

Lukyan escuchó su respiración acelerada contra su rostro y como casi temblaba y eso le gustó. Ver que le provocaba todo eso le pareció más que excitante, pero una parte de él le repetía una y otra vez que un Beta jamás reaccionaría de aquella manera. A pesar de que esa parte era casi el ochenta por ciento de sus pensamientos, los ignoró y obedeció a ese veinte por ciento que le decía una y otra vez:

Bésalo.

Bésalo.

Bésalo.

Bésalo.

Besó su mejilla de forma lenta y Éley cerró sus ojos con fuerza. Luego, alejó su rostro para contemplar como se encontraba. Tenía sus labios entreabiertos y sus ojos cerrados con fuerza. Acortó la distancia y sus labios se tocaron por un segundo.

Entonces, Éley reaccionó y lo entendió todo.

Lo empujó con fuerza y Lukyan estaba tan desconcentrado que retrocedió un par de pasos y solo lo vio salir corriendo. Lo quedó mirando porque la desesperación para huir de él había sido demasiada. Tragó saliva y pasó las manos por su rostro de forma desesperada para terminar en su cabello. Tomó la mochila de Éley de forma lenta y caminó a la puerta para mirar a todos lados.

Éley corrió con fuerza para encerrarse en el baño porque lo que estaba pasando era malo. No, no era malo, era horrible. Quiso buscar su teléfono para llamar a sus hermanos, pero recordó que lo había guardado en su mochila. Pasó las manos por su rostro e intentó calmarse, a pesar de que sabía que no iba a funcionar de nada. Su ciclo había llegado y le había estado dando las señales hace días y no sé había dado cuenta. Quiso gritar porque todo había sido culpa de Lukyan. Para que llegara su ciclo aún faltaban más de tres meses, pero él con su cercanía de cada día solo lo fue adelantando de manera irrevocable.

Quiso salir del cubículo para beber agua, pero se sintió débil. Sintió todo su cuerpo ardiendo y respiro con fuerza. Cayó al suelo sintiendo demasiada calor y quiso quitarse la ropa con desesperación, quiso meterse bajo el agua helada, mas le era irrealizable porque, tanto sus brazos como piernas, lo sintió pesados.

Cheng siempre le ayudaba, tenían relaciones y eso le calmaba, pero nunca se sentía bien al cien por ciento. Cheng solo lo hacía porque eran amigos y nada más, pero Éley siempre quería estar con alguien que gustará de él y pensó en Lukyan.

El solo hecho de pensar en su nombre el calor aumentaba de forma impactante. El solo hecho de susurrar su nombre hacia que su cuerpo se estremeciera y no lo pudo evitar, la enorme cantidad de feromonas que estaba liberando en un intento de llamarlo estaba inundando el baño.

Lukyan bajó las escaleras para caminar al estacionamiento. Asumió que tenía que estar parado en el paradero y pensó en pedirle perdón por haberlo hecho sentir incómodo. Se rasco la nunca y apresuro el paso para ir por él cuando se detuvo de golpe. Su olfato logró captar algo, sin embargo era algo tan pequeño que solo lo ignoró y siguió caminando. Y lo volvió a sentir. Giró sobre sus pies para mirar a todos lados porque no sabía lo que era exactamente. Miró varias veces a todos lados hasta que sus ojos se dirigieron al pasillo donde se encontraban los baños. Pestañeó un par de veces y dio un paso seguido de otro.

Volvió a tomar una respiración profunda y no sintió nada, sin embargo, siguió caminando porque algo había picado su curiosidad.

Y lo sintió.

Aroma a flores.

Era un dulce aroma a flores que inundó sus fosas nasales de golpe. Era dulce, un aroma tan dulce y suave que pensó en que se podía volver su adicción y se detuvo en la puerta del baño. Su corazón comenzó a latir con fuerza. El sentir que lo estaban llamando fue tan intenso que no pudo resistirse más y abrió la puerta para entrar y estaba todo inundado. El aroma era tan intenso que se escapaba por todos lados. Casi podía ver las flores por todos lados hasta que sus ojos se movieron por todo el lugar y llegaron al suelo.

Y lo vio.

Éley estaba ahí. Lo vio con sus mejillas rojas, con sus ojos entreabiertos y vuelto un ovillo. Lo vio débil, necesitado de algo y lo entendió. Porque todo ese aroma provenía de él. Porque todo ese aroma de flores lo estaba liberando el pelirrojo y se paralizó. Éley no fue capaz de entender lo que estaba sucediendo realmente, pero al verlo se sintió feliz y sus feromonas aumentaron.

Y, por un segundo, reaccionó al escuchar decir a Lukyan:

—Eres un maldito Omega.

Lo vio cubrirse la nariz y con una mirada llena de asco.

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Comments

Lectora Anónima

Lectora Anónima

Ay, no... Pobre. ¿Cómo reaccionará Lukyan?... Espero que no le haga daño ni le odie. ¡Madre mía!, me preocupa mucho su reacción./Awkward//Shame/

2024-12-07

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Liliana Cheuquel

Liliana Cheuquel

no tuviste asco, weon, fue puro teatro, estabas siguiendo el aroma como el pepe le puff.

2025-02-15

0

Liliana Cheuquel

Liliana Cheuquel

si y que ctm 🤨

2025-02-15

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