11.

—Quiero esto, y esto, además de esto, y le agrega lo de aquí. Por favor, le agrega un poco de sal extra y también pimienta. Los aros de cebolla que sean dos porciones y las papas fritas también. Si puede traer un poco más de pan, seria genial —hablaba Éley al chico que le estaba tomando el pedido.

Por un momento, no sé podía saber si estaba más asombrado el chico que anotaba el pedido o Lukyan.

—Si tiene orégano, también le agrega mucho. La carne que sea en termino medio y las papas un poco doradas y creo que seria eso simplemente. Pero, por cualquier cosa, quiero una ensalada liviana y un vaso de agua, ya sabe, para dormir tranquilo y mantener mi peso.

Le dio una sonrisa angelical al chico que casi le había dado un calambre en la mano de tanto escribir y le dio una breve mirada al Alfa. Ambos cruzaron una mirada extraña.

—Eh, yo solo quiero filete y un vaso de vino.

—Comes muy poco, ¿no deberías alimentarte bien para ese cuerpo tan enorme?

—¿Quieres saber qué más es enorme? —preguntó de forma divertida.

Éley le dio una breve mirada.

—El sol —respondió ignorando a lo que se refería —. ¿Sabías que el sol se podría tragar a la tierra sin duda alguna? Además, es un trillón de veces más grande.

Lukyan negó con su cabeza y soltó una sonrisa.

—Claro.

—Entonces, ¿qué piensas? ¿Ya te harté? Todas esas cosas van a sumar mucho —susurró sintiéndose casi culpable.

—El dinero me da igual. Puedo gastar tanto como quiera.

—Entonces, pediré más cosas.

—No creo que puedas comer tanto.

—¿Quieres apostar?

—De acuerdo. Si no te comes todo eso, saldrás de nuevo conmigo.

Éley pensó en la respuesta, pero estaba seguro de que podía comer todo eso porque había comido eso y mucho más en otras ocasiones.

—Bien, acepto.

No hablaron mucho, pues Éley solo se concentró en comer todo lo que había en la mesa. Lukyan lo observó cortar la carne de forma elegante y limpiar su boca muchas veces. Había una enorme cantidad de servilletas en la mesa que incluso se caían al suelo. Cuando él finalizó de comer, solo se acomodo en el asiento para observarlo. Y no pudo evitar pensar en el hecho de que, incluso comiendo seguía viéndose lindo.

Lo vio comer con los dedos más de una vez y chuparlos con ganas, lo que le jugo en contra por imaginarse cosas que no debía.

Entonces, lo vio ir comiendo lento cada vez más hasta que ya no era capaz de llevarse comida a la boca, pero lo seguía intentando. Incluso pensó que, en cualquier momento, podía vomitar porque era obvio el hecho de que ya no podía comer más. Le quedaba una porción de papas y pan. Ladeó su rostro para observarlo mejor porque en serio que se estaba esforzando para poder terminar de comerse todo. Parecía que en serio quería que lo dejara en paz.

Cuando salieron, lo vio molesto. Caminaba de forma rápida.

—Oye, no te sientas mal, pero te esforzaste —le animo—. Aunque, lastimosamente, apuestas son apuestas. Solo hay que saber perder.

—¿Por qué quieres salir tanto conmigo?

—No lo sé supongo que lo sabré pronto.

—Estoy cansado.

—Podemos sentarnos allí, es temprano aún —habló mientras le señalaba unas bancas en el parque.

Eran las siete de la tarde y comenzaba a anochecer de forma lenta. Cuando se sentaron, miraron el cielo que se iba tornando de diferentes colores.

—¿Puedo guardar el dibujo?

—Creí que lo habías odiado —habló y lo escuchó reír.

Era una pequeña sonrisa que se formaba en sus labios.

—En realidad me gusto, pero no quise decirlo porque sabía que tu ego iba a llegar más arriba de la atmósfera.

—Ya veo, que amable de tu parte.

Tomó su mochila y sacó el cuaderno para entregarle la hoja.

Lo vio tomarla de forma lenta y volvió a sonreír. Era una sonrisa dulce que podía calmar la más grande desesperación. Era una sonrisa dulce que sintió la necesidad de ver siempre.

—Me gusto mucho, gracias —le habló y le dio una breve mirada.

No dijeron nada por unos segundos. Ambos se quedaron viendo el atardecer que se iba formando de manera lenta, pero segura y perfecta.

El ambiente estaba tranquilo y el cielo se fue oscureciendo. Ambos memorizaron los colores de forma lenta porque les parecieron hermosos y lindos. Pensaron que aquellos colores eran sinceros y brillantes. Pensaron que no era un simple atardecer como muchos otros que habían visto. Sintieron que era especial por el simple hecho de que lo estaban viendo juntos. Éley sintió su corazón latiendo con fuerza en su pecho, sintió muchas cosas, tuvo muchos sentimientos y emociones que atacaron su corazón pequeño y débil.

Lukyan por primera vez, sintió algo en su pecho indescriptible. Había crecido con la ideología de que los Alfas solo debían estar con Omegas y más debido a todas las cosas que le decía su padre Omega dominante. Él le repetía una y otra vez que debía obtener un Omega fértil, lindo y perfecto para él, pero nunca le dio mayor importancia a todo eso.

Estaba cansado cada vez que escuchaba esas palabras por todo lo que le hacían y su cabeza no lograba entender todo en aquellos momentos, sin embargo, sintió que, después de tantos años, aquellas palabras comenzaban a tener sentido. Y una palabra se repitió en su cabeza de forma intensa: destino. El destino le iba a llevar a la persona perfecta para él, muchas veces había escuchado eso. Había oído muchas historias sobre el hecho de que, un Alfa y un Omega, siempre estaban destinados y, de forma temprana o tardía, se encontrarían.

Pero, para su buena suerte, miró a Éley viendo que no era un Omega en lo absoluto porque, si fuera de aquella manera, el simple hecho de imaginarlo le provocaba ganas de vomitar.

—Creo que ya es hora de irme a casa —habló el pelirrojo y se puso de pie.

—¿Quieres que te acompañe? Ya es tarde y puede ser peligroso.

—¿Peligroso? Eso es mi segundo nombre, nada puede ser más peligroso que yo —soltó y comenzó a caminar metiendo las manos en los bolsillos de su poleron.

—Éley, ¿te puedo preguntar algo?

—Supongo que de todas formas la vas hacer, así que dilo.

—¿Desde cuándo conoces a Jerley?

Se detuvo y le dio una mirada de forma curiosa.

—¿Por qué?

Lo vio levantar sus hombros restándole importancia.

—Por nada en especial, solo que dijiste que no te gustaban los Alfas egocéntricos y hablas con él.

—En realidad, solo no me gustas tú —contestó y siguió caminando.

—Entonces, ¿él sí?

Éley pensó en qué responder. Quería dejar el tema atrás, pero nada se le ocurría. Siempre obtenía una forma de desligarse de preguntas incomodas, pero ahora su cerebro parecía no reaccionar a nada.

—¿Por qué? ¿Se dañaría tu ego?

Se detuvieron en un semáforo en rojo. Entonces, lo sintió demasiado pegado a él. Sintió miedo de moverse y solo se quedó viendo hacia adelante como los autos pasaban, pero el escalofrío que le estaba recorriendo la espina dorsal era tan intenso que sintió que sus piernas no iban a resistir su peso.

—Solo que yo me estoy esforzando mucho, no me gusta perder —susurró en su oído.

La respiración caliente en su oído le erizo la piel. La calor que le recorrió el cuerpo fue tan intensa que pensó en que podía comenzar la fiebre y se alejó de golpe.

—Claro, de todas formas, a Jerley no le gustan los Betas y pensar que soy tan lindo. Bueno, él se lo pierde.

Comenzó a caminar sintiendo que sus piernas temblaban.

—Oye —habló el Omega y miró sobre su hombro para observarlo —. ¿Es verdad lo que dicen sobre tu familia?

El Alfa lo contempló y desvió la mirada por un segundo.

—¿Qué cosa? Dicen mucho de mi familia la verdad —soltó con una sonrisa de mala gana.

Éley miró el suelo y jugó con sus manos por un momento.

—Que es una familia maldita y que tus papás son horribles —susurró y buscó sus ojos —. Lo siento, yo no pregunté directamente por eso, pero me lo dijeron.

Lukyan lo vio casi culpable por haber sabido eso. Vio su rostro lleno de tristeza y no supo como reaccionar ante aquello.

—La verdad sí, son algo como eso.

Continuó caminando, pero se dio cuenta de que Éley no caminaba y se detuvo para mirarlo y ver qué le ocurría.

—Pero, tú no serías así conmigo, ¿o sí?

Por un momento, sintió que esa pregunta había sido como un golpe directo en el estómago que le robo todo el oxígeno. Pestañeó un par de veces y tragó saliva.

—No, porque eres un Beta —contestó con una sonrisa.

Y esa respuesta para Éley fue como un golpe directo a su corazón.

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Comments

Alin_793

Alin_793

Yo si quiero aver /Chuckle/

2024-08-09

5

sour grapes💗

sour grapes💗

Auch

2024-07-12

4

sour grapes💗

sour grapes💗

Noooo como crees🤣

2024-07-11

0

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