El Alfa lo quedó mirando por unos segundos examinando qué, lo que decía, era verdad. Inhaló profundo un par de veces, pero no noto ningún olor en lo absoluto, entonces se relajó.
No habló nada más y centró su mirada en su vaso de licor.
Éley no pudo evitar seguirlo mirando por unos segundos porque era hermoso, entonces se golpeó mentalmente para poder reaccionar. Tragó saliva y cerró sus ojos por unos segundos. Hizo el intentó de ponerse de pie, pero entonces sintió que sus piernas no respondieron. Vio el suelo acercarse a su rostro, no obstante, nunca llegó a tocarlo. Pestañeó un par de veces y fue cuando sintió que su brazo derecho era tomado. No era con brusquedad, tampoco con delicadeza, era con simpleza. Alzó la mirada y vio sus ojos mirándolo de forma atenta.
—¿Estás bien? —preguntó el Alfa.
Su cuerpo no pudo pasar por alto el hecho de su toque. Su mano era grande y su brazo era delgado, así que casi lo rodeaba por completo sin mayor dificultad.
—Lo siento, hay mucho humo en el ambiente.
—Sí, no son capaces de darse cuenta de que hay gente a la que no le gusta fumar.
Éley no dijo nada. Solo guardó silencio porque noto su tono de voz mucho más grave por estar molesto. Vio como apretaba la mandíbula con fuerza, pero no utilizaba esa fuerza para seguirlo sujetando de su brazo.
—¿Eres de la universidad del centro?
—Sí.
—¿En serio? —preguntó el Alfa un poco curioso.
El Omega nada más asintió.
—Que extraño, nunca te había visto por ella y llevo dos años ahí.
—Es que... es mi primer año —susurró.
Él asintió y siguió bebiendo de su copa.
—Soy Lukyan, y, ¿tú?
—Éley, pero ya tengo que irme —anunció y se puso de pie.
No tardo en moverse de forma rápida. Todo el trascurso a la puerta sintió la mirada del Alfa y no sé equivocaba. Lukyan lo había quedado observando todo el tiempo porque había quedado curioso respecto a todo. No únicamente al hecho de que estaba en su misma universidad, sino que también ante el hecho de que era demasiado lindo para ser un Beta. Había conocido a tantos Betas en su vida, siendo chicas o chicos, y ninguno había sido como él. Su cabello pelirrojo, a simple vista, al igual que su piel, se veía suave. Su cuerpo era delgado, y su altura era más diminuta, pues él estaba cerca del metro noventa.
Se bebió lo que le quedaba en la copa de una sola vez y pidió otra para seguir bebiendo mientras ignoraba todo lo que hablaban a su alrededor sobre él. Comenzó a respirar solamente por la boca porque las feromonas que había por el ambiente le parecían asquerosas.
Éley se detuvo en la esquina del lugar porque tenía su corazón acelerado. Llevó su mano a su pecho para sentir como latía con demasiada rapidez. Sintió que le faltaba el aire y que estaba mareado. Pensó en que el Alfa no había hecho nada, pero que su simple presencia había provocado demasiadas cosas en él. Tragó saliva y siguió caminando. En el semáforo en rojo se detuvo para enviarle un mensaje a Jerley y decirle que lo había esperado y que, debido a un problema de último minuto, no había podido seguirlo esperando. No obtuvo respuesta de ninguno de sus mensajes.
Se quedó parado esperando un taxi porque ya era demasiado tarde para que los autobuses siguieran pasando. Tomó asiento y metió las manos en su bolsillo porque estaba comenzando a hacer frío. Pensó en llamar a Alay o Ilay, sus hermanos gemelos, para que uno lo fuera a buscar, pero decidió que no era para tanto. Una noche que se fuera en taxi no sería el fin de mundo y solo siguió esperando paciente. Cuando vio un taxi pasar, se puso de pie, pero iba lleno y no se detuvo.
Soltó un suspiro y se volvió a sentar.
—Es difícil que se detengan —escuchó una voz detrás de él y miró sobre su hombro.
Al verlo, se puso de pie de golpe y retrocedió.
Lo quedó mirando unos segundos, pero no estaba haciendo nada, únicamente estaba ahí apoyado en la esquina del paradero con sus brazos cruzados sobre su pecho. Éley tragó saliva e intentó verse tranquilo, pero le tomaba esfuerzo. Llevaba un abrigo negro abierto y debajo un suéter. Además de unas botas de combate con unos jeans.
—Sí, ya lo noté. Creo que mejor me iré caminando.
Pasó por su lado y sintió el olor de su perfume que le erizó la piel.
—¿Te doy miedo? —escuchó la pregunta y se detuvo.
Supo que tenía que mostrarse fuerte y decidido.
—¿Por qué me darías miedo? No es como si me pudieras obligar a tener sexo contigo —habló y miró sobre su hombro con una sonrisa para agregar—: ¿o sí?
El Alfa lo quedó mirando unos segundos de forma seria. Le estaba recordando el hecho de que era un Beta y que no le importaba el hecho de que él fuera un Alfa.
—Tienes razón —habló Lukyan —. Entonces, ¿puedo caminar contigo? Yo también tengo que ir en esa dirección.
—Claro, pero no te molestes en intentar algo conmigo. No me interesan los Alfas. Menos cuando son como tú.
Él levantó una de sus cejas.
—¿Cómo yo?
—Sí, egocéntricos y... dominantes. Me gustan los Omegas.
—Pues, yo odio los Omegas —soltó el Alfa y el odio fue más que evidente.
Éley mantuvo la compostura y no dijo nada ante esas palabras. Solo asintió restándole importancia y giro sobre sus pies para comenzar a caminar. Metió las manos en su bolsillo y dio un paso seguido de otro. No se molestó en mirar detrás de él, pero pudo oír claramente los pasos del Alfa que se acercaban.
Lo sintió a su lado caminando en silencio y la diferencia de estatura era más que evidente. Pensó en que quería solo irse corriendo, pero solo guardó la calma y caminó de forma normal. No obstante, en su cabeza no podía parar de repetirse la manera en que había dicho lo último. El odio utilizado había sido más que palpable y no era simple odio. Esas palabras habían sido cargadas de asco y repugnancia pura sin duda alguna, además la seriedad de su rostro había ayudado a demostrar que no era ninguna broma. Lukyan odiaba los Omegas y no los toleraba en lo más mínimo tanto como odiaba a los Alfas.
Caminaron dos cuadras en silencio. Nada más uno al lado del otro de manera lenta y tranquila. Hasta que Lukyan dijo:
—¿Qué estudias?
—Telecomunicaciones y, ¿tú?
—Economía —respondió y se detuvieron en un nuevo semáforo.
—Genial, seguro tendrás un trabajo asegurado y nada de que preocuparte en la vida.
—Pues, la verdad no. Lo estoy estudiando por obligación, no por gusto.
Éley le dio una breve mirada y echo su cabeza hacia atrás debido a su altura. Vio su rostro un poco deprimido tras esas palabras.
—¿Por qué? Estudiar algo que no te gusta es un martirio.
—Porque mi familia lo quiso y solo les doy en el gusto —respondió y giro su rostro.
El Omega vio sus ojos de distintos colores y los sintió peligroso y se sintió más pequeño de lo que era, así que bajó la mirada de forma lenta para fijarla en el suelo.
—Ya veo, lo siento por eso. Los Alfas, de alguna manera, siempre tienen que seguir con el legado de la familia. Un trabajo pesado.
Lukyan no dijo nada, pero pensaba igual, solo que le parecía extraño el hecho de que un Beta dijera eso como si conociera muy bien como era todo. La curiosidad le llegó y le dio una breve mirada. Observó su ropa que no se veía barata ni tampoco extremadamente cara. Debido a eso, supuso que podía ser hijo de una familia de Alfas, pero que él era el único Beta. La brisa que se formó en el ambiente hizo que su cabello rojo se moviera y el olor de su perfume le llegó. Era dulce y también pudo distinguir el olor de su champú y jabón.
—Tú lo dijiste, no yo.
Éley solo asintió.
—Entonces, ¿por qué no te gustan los Omegas?
—Una historia larga y aburrida para contar esta noche —dijo.
—Sí, tienes razón, además soy un desconocido. A veces suelo preguntar cosas sin reflexionarlas bien, lo siento.
—Entonces, para que no seas un desconocido, tenemos que seguir hablando más, ¿no crees?
Éley alzó su mirada. Lo vio observándolo con una sonrisa y solo pestañeo varias veces por sentir su corazón latiendo con fuerza otra vez. Por un momento, sintió que se podía perder en esa sonrisa.
Entonces, recordó la historia que le solía contar su abuela sobre el hecho de que, cuando encontrará a su Alfa destinado, su corazón sería el primero en acelerarse para demostrarle que era el que tanto había estado esperando. Y pensó que su corazón se equivocaba, pues no podía elegir a un Alfa que odiaba a los Omegas.
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Comments
Gema Ponce
siento que este cayó rendondito desde este punto de la historia xdd
2025-01-05
1
Lectora Anónima
✨Y pensó que su corazón se equivocaba, pues no podía elegir a un alfa que odiaba a los omegas✨
2024-12-05
0
Gema Ponce
chau, la debe tener re grand-
2025-01-05
1